Desde fines de los '90 se sienta detrás de la batería de Nonpalidece. Y hace una década se mudó a Maschwitz: “Venir acá me cambió la vida”, asegura. Afirma que “el reggae es un cable a tierra”.

Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra

Hace diez años Germán Bonilla (48) dejó su San Martín natal para instalarse definitivamente en Ingeniero Maschwitz. Como un vecino más, comenzó a hurgar e investigar sobre la movida musical en la zona.

Además de tocar la batería en Nonpalidece, hace poco se sumó a la agrupación local Ciudad Casino. Y en mayo fue parte del jurado en la final del certamen Escobar Vibra, organizado por la Secretaría de Cultura.

El pasado viernes 15 se encargó de llevar el reggae nada menos que al recinto del Honorable Concejo Deliberante, en el marco del programa “La Cultura y la Conciencia Ciudadana piden la Palabra”, donde compartió escenario con Mesías Reggae y La Blue Berry Band.

¿Cómo llegaste a Ingeniero Maschwitz?

Hace diez años vine de San Martín, nacido y de toda la vida de allá. Tengo familiares en Escobar de parte de mi mamá y de chico venir a Escobar era ir al campo. Siempre costillar, asado, fiesta. Lo único malo era la vuelta, por el tráfico en Panamericana. Había que salir muy temprano o muy tarde. Con mi ex mujer nos vinimos con los chicos y me cambió la vida. Es un lugar más tranquilo, no tan acelerado. La primera impresión es vivir a otro ritmo. Yo venía de estar cerca de la cancha de Chacarita, estaba complicado. Hoy Maschwitz es mi lugar, camino mucho por las calles de la ciudad, por El Dorado, es muy lindo para caminarla o andar en bicicleta.

¿Y tu incorporación a Nonpalidece?

En Nonpalidece ingresé en ‘98, grabé en todos los discos. Pasaron primero dos bateristas. Desde ahí no paramos de viajar y muchas giras por delante.

¿Cuál es la fórmula para vivir de la música?

Todavía la estoy descubriendo. La situación actual ha cambiado un poco. La gente nos quiere acompañar, como siempre, pero evidentemente la situación económica hace que muchos no puedan. Acá me estoy dando a conocer, soy un músico con inquietudes, como cualquier otro. Con Nonpalidece seguimos laburando. No es fácil, después de veinte años nos sigue costando, ya somos gente grande. Pero hay algo de lo que estamos seguros, que es seguir con esta historia y encarar todo en grupo. Se planifica y va más allá de la música, es un grupo muy unido. Es mi familia de gira. Mil veces querés dejar todo y acá estamos.

La realidad también muestra que, después de veinte años, Nonpalidece trascendió las fronteras y pasó de ser catalogada una banda de género a popular…

Eso nos pasó y está buenísimo que nos siga pasando. Celebramos que suceda. Mucha gente a la que le gusta Nonpalidece escucha otro tipo de música. Hemos captado la atención de mucha gente que no comparte o no conoce mucho el reggae, pero se identifica con nosotros. Este año en el Rock en Baradero fuimos la única banda de reggae y tocamos entre todas bandas de rock, estuvo buenísimo eso.

“Mucha gente a la que le gusta Nonpalidece escucha otro tipo de música. Hemos captado la atención de mucha gente que no comparte o no conoce mucho el reggae, pero se identifica con nosotros”.

¿Comenzaste en la música haciendo reggae o pasaste por otros géneros?

En plena adolescencia fui heavy metal a morir. Escucho bandas heavy desde toda la vida. Empecé a tocar rock y esa historia. Toqué heavy, rock, ska con amigos del barrio, compañeros del colegio… El reggae es un cable a tierra.

¿Cómo nace el acercamiento a las bandas y músicos escobarenses?

Me acerqué a las bandas por una inquietud. En el Escobar Vibra fui jurado y también descubrí bandas como Maestro Reggae. Empecé a investigar sobre bandas de reggae. Hay muchas propuestas y desde mi humilde posición de músico estoy para darles una mano, buena onda. Nosotros también vivimos esa etapa cuando empezamos y tocábamos de soporte de Los Cafres, que fueron los primeros haciendo reggae y a quienes íbamos a ver a los recitales.

Además de Nonpalidece, tocás con Ciudad Casino…

Lo conocí a George Bel con Vamos las bandas, como conocí también a los Malbeq & The Groovers y a otros. Con George, Ale y PJ estamos empezando una nueva etapa, con muchas ganas. Es un desafío tocar otra música que no sea reggae, me encanta. Hay buena vibra y todos tiramos para el mismo lado.

¿Cómo viviste la experiencia de ser jurado en la final de “Escobar Vibra”?

Fue una fiesta, hubo buena onda entre las bandas, buen sonido y buen escenario. Un buen show, un lindo espectáculo, bien hecho. Era la primera vez como jurado en un certamen. Es interesante ver a una banda en vivo, cómo se desarrolla y la onda en el escenario. Ganó Calú, una banda de flamenco, que realmente me sorprendió. También me impactó que hay muchísimos músicos en Escobar y está bueno que se les empiecen a abrir las puertas.

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