Tras 43 años de enseñanza, se despidió de las aulas del Instituto Belgrano uno de los profesores más respetados y queridos de Escobar. “Siempre traté de enseñarles a los alumnos a comprender la realidad para poder modificarla”, señala sobre su metodología.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

Entre otras cosas fue concejal por la UCR tras el regreso de la democracia en 1983 y vicepresidente del Colegio de Abogados de Zárate-Campana, pero a Roberto Ángel Gaytán (62) todo el mundo lo recordará como el gran profesor del Instituto Secundario General Belgrano de Escobar, de donde acaba de retirarse tras cumplir 43 años ininterrumpidos de enseñanza.

Nadie se lo impuso. Se fue porque quiso y como su trayectoria ameritaba, por la puerta grande. “Fue muy difícil, pero en la vida hay que tomar ciertas decisiones en el momento oportuno. Todavía me sentía bien para poder seguir dando clases, porque no tenía tantas horas como para sentirme sobrecargado, pero creí que era el momento propicio”, cuenta a DIA 32 el ya ex profesor de Derecho sobre su alejamiento de las aulas.

El tiempo de dar un paso al costado llegó en la mañana del jueves 30 de abril, cuando la comunidad educativa belgraniana le brindó una cálida y emotiva despedida. “Fue todo una sorpresa. En realidad se sabía que iba a haber un acto y que probablemente se mencionaría algo respecto a mi retiro, pero fue mucho más que eso. Estaba todo el secundario reunido saludándome y también estuvo mi familia. Fue algo muy emocionante”, afirma.

De todos los regalos que recibió, uno de los que guarda con especial afecto es una camiseta de River Plate, el club de sus amores, enmarcada y autografiada por todos los alumnos de 6º año turno mañana. “Recién me había ido y les mandé una nota diciéndoles que ya los extrañaba. Y es cierto, los extraño”, confiesa sin sonrojarse.

El romance entre Gaytán y el Belgrano comenzó en 1972 por gestión de “Pipo” Gigena, un recordado educador de la zona que ofició de cupido. “Yo tenía 19 años y en esa época era difícil conseguir un abogado. Me ofreció dar clases y le dije que sí. Era un poco arriesgado porque yo estaba en 2º año de abogacía nada más, pero ahí está, volví al colegio que me había tenido como alumno”, comenta, nostálgico.

Desde entonces, pasaron cuatro décadas y una materia, que a lo largo del tiempo fue cambiando de nombre: Derecho Usual y Práctica Forense, Instrucción Cívica, Estudio de la Realidad Social Argentina (ERSA), Derecho, Política y Ciudadanía, Trabajo y Ciudadanía y Marco Jurídico Normativo de las Organizaciones. Pero al frente de la cursada siempre estuvo presente, tiza y periódico en mano, el mismo hombre y bajo la misma pasión.

“La docencia es la actividad que más quiero. Aunque soy un amante de mi profesión de abogado, nada supera lo que he hecho durante 43 años dando clases en el Belgrano y circunstancialmente en algún otro lugar. El Belgrano es parte de mi vida y siempre digo que me corre por las venas sangre belgraniana”, afirma, orgulloso, quien también integra el consejo directivo del primer colegio secundario escobarense.

Amor por la educación

Pudo haber elegido ser solamente un prestigioso abogado civil y disfrutar de esas mieles, pero su visión crítica de la sociedad lo volcó a su gran amor. “Cuando uno es chico quiere cambiar el mundo. Después, uno crece y se da cuenta de que solo se puede ayudar a modificar el entorno social de cada uno. Y yo sentía que podía hacerlo más a través de la educación que con el Derecho”, explica Gaytán sobre la razón de su incursión en el mundo de la formación.

“Siempre traté de enseñarles a los alumnos a comprender la realidad, que es la única forma de poder modificarla. Cada vez que comenzaba un nuevo curso les decía que venía a hacerlos dudar, no a darles certezas o palabras santas, porque la duda es el único camino que nos va a poder llevar a la búsqueda de la verdad”, apunta acerca de su metodología pedagógica.

En ese sentido, y subjetividades al margen, la huella que dejó este hombre canoso y de tranco cansino en todo aquel que pasó por sus cursos es verdaderamente imborrable. Clara prueba de ello es el afecto que le prodigan sus ex alumnos, que alimentan su historia a través de la transmisión oral de generación en generación.

“Las palabras de los chicos en la despedida me llenaron de emoción”, asegura Gaytán, para quien “la docencia no ha sido un hobbie sino la actividad más maravillosa que pude haber ejercido en toda mi vida”.

Conceptos al por mayor

Saliendo del motivo central de la entrevista, DIA 32 aprovecha el mano a mano con Gaytán para ampliar el temario hacia otras dos cuestiones que conoce muy bien: la Justicia y Escobar. Y él también aprovecha.

“La Justicia argentina es muy perfectible. Todavía le faltan muchos condimentos para llegar a ser una justicia plena”, sostiene. Igualmente, subraya que la actual Corte Suprema de Justicia de la Nación “mejoró” en comparación con la Corte de la “mayoría automática” de la época de Carlos Menem, porque “los integrantes son personas con un valor académico impresionante, como (Eugenio) Zaffaroni -recientemente retirado- y (Ricardo) Lorenzetti, y eso se transmite hacia abajo”.

En cuanto a la actualidad distrital, Gaytán -quinta generación de escobarenses y otrora dirigente radical- fue mucho más crítico. “A Escobar lo veo mal y me duele. En cuanto a limpieza, baches, infraestructura y otras cosas. Hay una gran decadencia entre las personas que actúan en la política local”, manifiesta, al mismo tiempo que declara que “la falta de educación es uno de los problemas más graves que vive la sociedad”.

“El Estado y la sociedad argentina están en crisis. Lo que pasa es que hay crisis que pueden ser buenas, como la de crecimiento, y otras que pueden ser malas. Cuando existe el ‘hacé lo que quieras’ da la impresión de que vivimos en una sociedad sin normas, donde lo normal es no cumplir las reglas que se deben tener para poder vivir y ver al otro como alguien a quien engañar. Y Escobar no está exento a esta crisis”, argumenta.

A pesar de todo, el ex legislador radical (1983-87; 1989-93) sigue creyendo en la política como “herramienta de transformación social”. “Siempre les digo a los chicos que la política es una actividad digna, noble, aunque esté mal vista por ejemplos de políticos que no pueden dar fe de su actividad. Hay que participar para, justamente, no dejarle lugar a esa gente”, alega.

“Durante estos 43 años he tratado de abrir la mente de los chicos para que cuestionen, analicen y no para que piensen en cuestiones meramente triviales o en que hay que tener un celular de última generación porque sino no se es feliz”, concluye Roberto, en una oficina tan grande como su conocimiento.

No quedan dudas que las aulas lo van a extrañar, porque docentes hay muchos, pero “gaitanes” cada vez menos.

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