La actualidad del género atestigua un crecimiento considerable en el circuito local. Solistas, bandas, ciclos y discos hablan a las claras del apogeo del jazz por estos lares.

Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra

Cuando los protagonistas toman la palabra, enseguida se cruzan testimonios de la actualidad (algunos positivos, otros no tanto) con un pasado que certifica la insistencia del género en Escobar desde el siglo anterior y la existencia de eximios músicos locales que migraron hace ya un tiempo en búsqueda de nuevos horizontes profesionales.

Matías Morán es profesor de violín y guitarra, integrante del grupo Yira y uno de los responsables de La Kalimba, un espacio de arte que abre sus puertas al jazz. Conoce del tema y para él no hay dudas sobre quiénes son los emblemas del género en la ciudad de la flor: “Juan Pablo Arredondo, Carto Brandán y Lucas Loberto son tremendos músicos y jazzeros. Aunque ahora ya no viven acá, son del pueblo. En mi humilde opinión, son en cierto modo precursores, junto a Ezequiel Jaime, de la movida actual”, asegura.

Juan Pablo “el Colo” Arredondo es hoy un gran referente como guitarrista, compositor y arreglador. En su vasta trayectoria tocó y grabó con Mariano Otero, Ernesto Jodos, Fernando Tarrés, Luis Nacht, Sergio Verdinelli, Hernán Merlo, La Fauna Quinteto, Rodrigo Domínguez, Eleonora Eubel y un largo etcétera. Con Juan Pablo Arredondo Trío editó un disco grabado en Escobar (en el Taller de Remedios) y editado por el local Sello Cabello.

Lucas Loberto brilla con su contrabajo siendo parte del Sergio Petravich Cuarteto, del trío Parola/Loberto/Barraza o con su Lucas Loberto Trío.

Por su parte, el guitarrista y bajista Ezequiel Jaime comanda Los Tenistas (próximos a editar su primer disco), es uno de los responsables del Ciclo Atónico y participa de otros proyectos musicales como Capo Choclo, Puré Viejo, Totosko, Por teléfono y Las Guitarras del Río.

Darío Borcosque, pianista, compositor y productor musical, seguramente marcaría toda su vida si se le pregunta sobre sus inicios musicales, puesto que la sangre artística (familia Sureda) corre desde su existencia. Además de su carrera solista y de componer para bandas sonoras teatrales, actualmente integra Vermooth Jazz, trío que completan Sebastián Magnani (quien también desarrolla su carrera en vivo y con discos solistas) en saxo soprano, alto y tenor, y Franco Colacillo en guitarras eléctricas y acústicas. En este caso abocados al smooth jazz, un subgénero del jazz, más específicamente del jazz fusión; influenciado por el rhythm and blues, el funk y el soul. El smooth jazz se desarrolló a partir de una reelaboración más comercial del legado que habían dejado los músicos de soul jazz y fusión.

Cristóbal Ambas es otra de las referencias ineludibles del jazz vernáculo. Cómo músico y guitarrista inquieto que es, se lo puede apreciar en solitario, como Puré Viejo (junto a Ezequiel Jaime), en su Cuarteto de Ambas (acompañado por Fabio Fasciolo en saxofón tenor, Matías Ferreiros en contrabajo y Hernán Spada en batería), en dúo con Candelaria Molina (editaron el CD “Ya vuelvo”) o con Por teléfono, donde comparte tablas con Daniel Bruno (trombón), Ezequiel Jaime (bajo) y Dino Mereu (batería). Con ellos grabó un disco en vivo en Taller de Remedios que editará el Sello Cabello.

Para Cristóbal, Escobar ya tiene su historia del jazz. “Las sesiones de jazz de Eze, Nico Santella y Aitor fueron pioneras en la zona”, recuerda. “En el ‘93 Alejandro Lamas (guitarrista y docente) trajo a su instituto a Scott Henderson con Tribal Tech, más del palo de la fusión. Y creo que era el ‘98 cuando con una agrupación de la que también participaban Cris (Ambas) y varios artistas de acá, que se llamaba La Claraboya, trajimos a Ernesto Jodos con su cuarteto al Teatro Girona. Escobar era muy pueblo y que hayan venido esos monstruos para mí las convierte en fechas históricas”, suma Matías Morán. “Henderson también dio una clínica acá y Alejandro (Lamas) trajo a Carlos Campos y Luis Salinas, ambos guitarristas de jazz”, escarba en su memoria Ambas.

Desafíos y experiencias

Pero el presente no es tan color de rosas y construir un circuito con un público vigente parece convertirse en una tarea titánica para la mayoría.

Quien mejor describe la situación es el guitarrista Fernando Muzante, de amplio currículum: “Yo toco con Carolina Hunt, en dúo de guitarra y voz o en formaciones más grandes, hasta quinteto. Hace doce años que tocamos juntos, participamos en festivales de jazz, estuvimos varias veces de gira por el interior y la costa y trabajamos mucho tocando en eventos empresariales y sociales. Tenemos dos discos grabados en dúo”.

“Con Diego Otaño en guitarra, Luis Pinto en contrabajo y Juan Luci en batería, hacemos swing y gipsy jazz, la banda se llama Yaguareté 57. Eventualmente tocamos en algún restaurant de la calle Mendoza. Hace dos años organicé un ciclo llamado Maschwitz Jazz a beneficio de la Sociedad de Fomento. Tambien hice una página de Facebook con el mismo nombre para nuclear a los músicos de la zona y promoverlos”.

Sobre el presente de la escena y las dificultades que se presentan para progresar, apunta: “Con Diego, Carolina y Tato organizábamos jam sessions, pero no conseguimos apoyo. En general, en la zona no conozco que haya apoyo ni siquiera desde los músicos. En Capital o zona oeste hay muchas jams, otros grupos te invitan a compartir fechas y se generan cosas copadas. Acá la gente prefiere caminar sola o con su grupo de pertenencia. Al menos es la impresión que me queda después de vivir catorce años en Maschwitz”, concluye con cierta resignación.

En la misma sintonía, Emiliano Espíndola, baterista de La Tumba del Alca y responsable del Ciclo Kamikaze y del Festival Antiego -la visión más rockera del jazz local-, señala: “Hoy el único lugar de Escobar que le pasa cabida al jazz es el Ciclo Atónico que se realiza en La Kalimba de la mano de Jeremías Juárez (saxofonista en Los Tenistas y en Elcho el que tira flores). Creo que no sólo se abrió un nuevo espacio sino que llevó al jazz a un lugar donde todos podemos escucharlo y que no es un club o una sociedad de fomento. La gente va porque le copa y quiere escuchar música sin restricciones”.

Aquello de que “nadie es profeta en su tierra” encuentra un ejemplo contundente en Siglo XXII, el dúo integrado por Mariano Herrera (saxo) y Martín Melidore (guitarra). El verano pasado realizaron con singular éxito una gira por el sur argentino que los llevó a mostrar su jazz & bossa por Villa Traful, Villa La Angostura y San Carlos de Bariloche.

Un caso afín es el del virtuoso baterista Carto Brandán, quien llevó su arte por todo el mundo, acompañando en vivo o grabando con Mariano Otero, Eleonora Eubel, Ricardo Cavalli, Fernando Tarrés, Luis Nacht, Diego Urcola, Carlos Franzetti, Conrad Herwig, Hernán Merlo, Ernesto Jodos, entre otros.

En suma, queda en claro que la música negra busca también una identidad en el ADN musical escobarense.

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