Un elefante marino que se extravió en su regreso desde el sur apareció en la costa del Luján, en Escobar. El animal fue tratado por especialistas de Temaikèn y devuelto a su hábitat, en San Clemente.

Vaya a saber por qué motivo, un joven elefante marino se apartó de su colonia a mitad de camino y apareció extraviado a orillas del río Luján, en Escobar. La historia tuvo final feliz, porque un hombre que lo vio dio avisó a las autoridades y el mamífero fue liberado dos días después en San Clemente del Tuyú.

La sorpresa se apoderó de un lugareño que el miércoles 1º al mediodía pescaba en la ribera del Luján y observó la presencia del animal. Estaba perdido y deshidratado. Al ser informadas del hallazgo, las autoridades intervinientes lo trasladaron al Hospital Veterinario de Temaikèn, que lo recibió y chequeó su estado. Se trataba de una hembra, de 2 años y un peso de 400 kilos.

“Debido a las inclemencias del tiempo y a la poca experiencia por ser juveniles, es normal que estos ejemplares no encuentren la ruta de migración, ingresen a aguas dulces en búsqueda de alimento y que luego no sepan cómo volver”, explicó sobre la posible razón del desvío el curador general del bioparque, Gustavo Gachen.

Conocidos científicamente como Mirounga Leonina, los elefantes marinos del sur se caracterizan por la trompa que los asemeja a los mamíferos que habitan en la sabana africana y por tener una marcada diferencia entre ambos sexos. Mientras que los machos pueden llegar a pesar 4 toneladas y medir más de cuatro metros y medio, las hembras no superan los 900 kilos y los 3,5 metros de largo.

Se alimentan principalmente de cefalópodos -pulpos y calamares, entre otros- y peces; pueden moverse en la tierra, aunque lo hacen más lentamente que en el agua, y aún no están en peligro de extinción, pero sí han disminuido considerablemente.

Como todas las especies de las costas bonaerenses, está amenazado debido a la actividad pesquera -suelen engancharse con las redes-, los derrames de petróleo y el cambio en el medio ambiente que modifica las corrientes y las mareas influyendo en su comportamiento, lo que se acentúa en ejemplares jóvenes e inexpertos.

El momento de la liberación ocurrió el viernes 3 en Punta Rasa, San Clemente del Tuyú, a orillas del mar. Fue un trabajo en equipo del que participaron Mundo Marino, Defensa Civil de Tigre y el Municipio de San Fernando, bajo la tutela del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible.

“Como el animal se encontraba en perfecto estado, lo más lógico fue trasladarlo de inmediato a ese punto marítimo, ya que es el más cercano para que pueda regresar a su ruta migratoria y reencontrarse con su colonia”, explicó el responsable de Bienestar Animal de Temaikèn, Cristian Gillet.

A veces el regreso de algunos animales a su lugar natural cuesta, pero este no fue el caso. “El elefante marino salió inmediatamente de la caja e ingresó al mar, sin mirar hacia atrás, un comportamiento deseable para este tipo de situaciones”, destacó el especialista.

Para todo ser que habita en la Tierra, sea humano o animal, no existe mejor lugar que su propio hogar.

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