El testimonio de un ex combatiente de Malvinas, hoy radicado en Matheu, que iba en el barco hundido ilegalmente por un submarino inglés. “Nos dieron con todo para dar el mensaje de que nos iban a reventar”, analiza.

Por MARCOS B. FEDERMAN
mfederman@dia32.com.ar

La guerra de Malvinas fue el mayor desastre militar y político en el que nuestro país estuvo involucrado. Y el hundimiento del crucero General Belgrano es uno de los grandes símbolos de aquella tragedia. Fuera de la zona de disputa, la poderosa embarcación fue atacada ilegalmente por el submarino nuclear Conqueror, en un crimen que le valió la vida a 323 argentinos.

En la tripulación del Belgrano viajaban cuatro jóvenes escobarenses. Dos de ellos murieron: Jorge Sosa (21) y Orlando Dechiara (20), en tanto que otros dos sobrevivieron: Carlos Ramón Barrios, de Ingeniero Maschwitz, y José Romero, de Garín. A causa de una repentina enfermedad, Barrios falleció en 2009, a los 51 años.

Otro sobreviviente del 2 de mayo de 1982 es Omar Salvador Morán, quien llevaba cinco años de carrera en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), tenía 22 y era padre cuando se desató el conflicto. Sus dos hermanos también estuvieron en el archipiélago del Atlántico Sur. Los tres regresaron vivos, pero marcados para siempre y viendo desde adentro las peores miserias de los militares que comandaron la expedición.

Hace poco que Omar se radicó en Matheu y forma parte del Centro de Veteranos de Guerra de Escobar, donde recibe cálidamente a DIA 32 para reflotar sus recuerdos y compartir sus opiniones, treinta años después.

Visto a la distancia, ¿qué pensás de que hayamos ido a la guerra contra Inglaterra?

Los milicos que manejaban el país eran unos tarados. Si ellos mismos fueron antes de la guerra a comprarles dos fragatas a los ingleses… Ahí vieron el poder bélico que tenían ellos. Pero eran unos tarados y tenían ambición de poder.

¿Pensás que creían que iban a ganar?

No… por más que nosotros aguantáramos la batalla de Malvinas… ponele que aguantáramos esa primera etapa, ellos son guerreros y sabíamos que iban a mandar más buques y más militares hasta reventarnos. ¡Si nosotros no estábamos preparados ni para una tormenta! Los ingleses estaban decididos a darnos palo y hacha para que los argentinos nos dejáramos de romper las pelotas. Era una guerra entre una laucha y un gato.

¿Cuándo supiste que ibas a ir hacia Malvinas?

El día previo nosotros sabíamos que íbamos a salir, pero no adónde. Ahí nos enteramos que Infantería había tomado Malvinas. Zarpamos desde Puerto Belgrano hasta Ushuaia, y de ahí hacia la zona de Malvinas. Íbamos con buques escolta. En el Bouchard iba mi hermano Eric. Yo cubría puestos de combate en la torre 2, que era la artillería principal del crucero. Eran balas de 6 pulgadas.

¿Cómo viviste el hundimiento?

Eran las cuatro de la tarde y estábamos con dos conscriptos en cubierta escuchando el partido de Boca y Estudiantes con una radio portátil. En ese momento llegó el torpedo y la explosión. Nosotros vimos la explosión y cómo se cayó la proa. En el momento del impacto estábamos en el pecho de paloma, que es como el viejo lobo de mar llama a la zona abajo del puente de comando. Ahí estaban las defensas antiaéreas.

¿A cuántos metros estaban del impacto?

Estábamos ahí nomás, a 15 ó 20 metros, y corrimos a abrir una puerta para rescatar los heridos. Se escuchaba mucho griterío abajo. Todo pasó rápido. Nosotros salimos ilesos, sacamos los heridos y fuimos a buscar una balsa porque se estaba hundiendo el barco, se escoraba. Bajamos la balsa y entramos los que pudimos. Éramos unos 33. Llenamos esa balsa y nos empezamos a alejar del barco.

Una segunda balsa estaba enganchada con una soga a la nuestra, porque así no se desparraman las balsas en el mar. Pero ante el hundimiento del crucero cortamos la soga y nos alejamos. La segunda balsa cortó la soga que los ataba a cubierta y, en lugar de alejarse, chocaron contra el casco del crucero y se empezaron a deslizar… Hasta que en un momento le cayó encima la cadena del ancla y se hundió con el crucero. Calculamos que ahí perdimos a 25 compañeros.

¿Cómo estaban en tu balsa?

En nuestra balsa éramos muchos. Teníamos a un cabo herido y a dos muertos por la hipotermia. Estuvimos como 60 horas hasta que nos rescataron.

¿Por qué crees que hundieron el Belgrano?

Para darnos una lección. Nos dieron con todo para dar el mensaje de que nos iban a reventar.

¿Qué fue lo más duro?

Cuando fuimos a reconocer los cadáveres. La peor parte era llevar los fallecidos a las familias. Primero se llevaron los cuerpos al continente y ahí a reconocerlos. Imaginate que después de 2 años de compañeros nos conocíamos todo. El barco era como un vestuario y sabíamos hasta las marcas que tenían en los cuerpos, tatuajes, cicatrices… sabíamos quién era quién. Y cuando te cruzás con familiares quedás herido, porque uno conocía a esas personas. Habíamos comido juntos, charlado de la vida…

¿Y la vuelta cómo fue?

Y… la posguerra fue mala. Especialmente por lo que nos hicieron a los sobrevivientes del crucero. Nos concentraron en Campo Sarmiento, para preparar nuestro destino. Nos dirían hacia dónde íbamos a ir. ¿Y qué hizo el famoso y ‘héroe’ capitán del crucero, el señor (Héctor) Bonzo? Abandonó la dotación, la dejó a merced de la gente de Campo Sarmiento. ¿Y qué hizo el teniente Pachoretti, que quedó a cargo de nosotros? Agarró a todos y nos sacó al campito a ejecutar movimientos vivos, o como se dice en la calle, a cagarnos a bailes. Eso fueron vejámenes de guerra, fue de cerdo miserable, de mal superior. No hay calificativo para decir lo que pasamos en el barco y lo que nos esperó. Y para peor… sorpresa: al que no quería ejecutar los movimientos vivos los mandaba al calabozo, después de todo lo que habíamos pasado, y sabiendo que había compañeros nuestros heridos a 400 metros en el hospital Naval.

¿Vos te negaste a hacer los movimientos vivos?

Sí, claro. ¡Andá a cagar! Peor que estar ahí bailando no había. Prefiero estar en el calabozo tranquilo. Si alguna vez me lo cruzo a Pachoretti quisiera que tenga los huevos para decirme si fue decisión suya o quién le dio la orden. Eso fue de represor y de garca. Porque peor que ser represor con la propia tropa, no hay.

¿Esas agresiones eran aisladas o algo generalizado?

Era algo generalizado. Peor trataban al que estaba en carrera. Por más oficial que seas, no tenés derecho a basurear a un ser humano. Los sobrevivientes pasaron el infierno. No importa si eras soldado, oficial o teniente, no hay derecho.

¿Por qué crees que reprimían a su propia tropa?

Porque eran ignorantes. En vez de sacar profesionales, creían que el soldado o el subalterno eran esclavos. Si vos tenés hambre, o tu hijo tiene hambre, vas a conseguir comida como sea. Antes tenían a los soldados afanando cordero por el hambre. Era por la mentalidad de antes. Hoy ya no pasa. Tengo compañeros que me contaron que cuando venían en el barco-hospital de la Armada, después de la rendición, había tipos que pretendían que les lustren las botas. Tenían la mentalidad de 1810.

Ahora la mentalidad cambió por la democracia. Cambió porque a esos tipos les dijeron: ustedes son profesionales. Los preparamos para que defiendan a la patria, no para que le caguen la vida a los pibes como hicieron con nosotros. Todavía no puedo creer que, en las islas, hayan estaqueado a mis compañeros por afanarse un cordero. Eran pibes que se jugaban la vida y los tenían con hambre.

¿Hay algo más que sientas que no tuvo la atención o reconocimiento que se merece?

Algo que no se cuenta nunca del crucero y de la guerra fueron los menores de edad que se mandaron a Malvinas. Son tan garcas los militares que mandaron muchos menores, niños. Ahí violaron todos los tratados internacionales.

¿Y de dónde los mandaban?

De las escuelas de mecánica los mandaban a los barcos y de ahí a la guerra. En el crucero Belgrano murieron muchos menores de edad. Yo estoy pidiendo listas y averiguando datos oficiales. Los padres firmaban que los hijos podían recibir instrucción militar, la Armada se hacía cargo de la seguridad física y psicológica de los chicos. Pero no podían ir a la guerra. Yo conocí a varios… sin ir más lejos, el presidente de Veteranos de Escobar, Juan Florentín, era menor de edad cuando estuvo en la guerra. Y uno de mis hermanos también, cumplió los 18 en altamar.

¿Qué pensás de cómo el gobierno está llevando adelante ahora la causa Malvinas?

Creo que hay un trasfondo económico para los dos gobiernos. Evidentemente no podemos ir a una guerra ni recuperar las Malvinas si no podemos o no queremos restaurar un buen sistema de ferrocarril. Si nuestra presidenta tiene habilidad e inteligencia política, quizás logre beneficios económicos por los derechos de petróleo, pesca y otras cuestiones. Pero por el camino militar no las vamos a recuperar nunca.

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