A poco de que se cumplan 37 años del inicio de la última y más sangrienta dictadura militar argentina, el director general de Derechos Humanos del Municipio habló con DIA 32 y reveló que llegó a simpatizar con el victimario de su hermano.

Por JORGE L. BONFANTI

Oscar Antonio Tomanelli (49) tuvo una infancia difícil. Cuando tenía 10 años perdió a su padre, y a los 12 se quedó sin su hermano, José Enrique (22), secuestrado y salvajemente asesinado -además de balearlo, quemaron su cuerpo para no dejar rastros- en los comienzos de la última dictadura militar.

Pero a esas y a otras adversidades de la vida supo reponerse. Y desde hace seis meses está al frente del área municipal a la que dedicó toda su vida militante, los derechos humanos.

Con su designación, ¿el gobierno municipal se terminó de “despattizar”?

Totalmente. El Intendente nos apoyó mucho en el juicio contra Patti. Pero para entender esta cuestión hay que analizar profundamente que en Escobar todos sabían que Patti era un policía duro, pero no se conocía, salvo en círculos reducidos, su accionar como represor y genocida durante la dictadura. Cuando él llegó a Escobar, con 18 años, se llevó a todo el mundo por delante. Hasta el comisario le tenía miedo.

A modo de autocrítica te cuento que hasta yo, sabiendo que era el asesino de mi hermano, me sentí seducido por su propuesta política, porque en Escobar nunca se había hecho nada, no había progreso, no había posibilidades de hacer política. Yo no terminé dentro de su línea política porque en ese momento no me animé a entrar a la unidad básica.

Mucha gente que no había vivido la dictadura creyó en Patti. El intendente Guzmán tendría 10 años en el ‘76, yo tenía 12. La mayoría se fue enterando de los detalles del accionar de Patti en el juicio donde lo condenaron a perpetua.

Tengo entendido que Sandro se quería abrir de Patti ya en 2005, pero Aníbal Fernández le pidió que se quede para frenar la posible postulación de Patti a intendente, porque si no todavía lo teníamos por acá. Por eso el intendente fue tan bien recibido por el kirchnerismo cuando retornó al peronismo.

¿Cuándo tuvo la certeza de que Patti había estado involucrado en el crimen de su hermano?

Siempre, porque mi mamá me contaba que mi hermano le decía que Patti lo amenazaba. Es más, nosotros éramos caseros de una quinta de verduras y a fines del ‘75, comienzos del ’76, hubo un allanamiento por parte del Ejército buscando a un escritor cordobés que estaba de visita en el lugar. Debe haber sido denunciado por algún vecino. Y al frente de los soldados vino Patti, dando las órdenes. Lo vi yo.

En el ‘96, cuando recuperé el cuerpo de mi hermano, se acabó el síndrome de Estocolmo y se cerró la posibilidad de militar en su fuerza.

¿Qué pensó, qué sintió cuando condenaron a Patti?

Un vacío. ¿La verdad? un hueco enorme. Tantos años buscando la verdad, la justicia… Aunque en realidad Patti no terminó en cana por mi hermano, porque esa causa, como no tengo abogado querellante, va muy lenta. Cayó por los compañeros de mi hermano.

¿Hubo mucho “buchoneo” en la época de la dictadura?

Patti sabía todo, conocía a todo el mundo. Escobar era chiquito. Patti sabía quién era peronista, quién radical, quién “zurdo”. Cuando empezó el genocidio él sabía a quiénes iba a agarrar. En algunos casos por venganza personal, como el caso de José Franczek Kant, que era peronista de derecha, nada que ver con la guerrilla, pero le tenía bronca porque más de una vez lo había “fajado”.

Volviendo a su nombramiento, ¿cuáles son los lineamientos que le dio el Intendente?

Vamos a trabajar con los familiares de los desaparecidos implementando y haciendo que les lleguen todas las leyes reparatorias que benefician a las familias de víctimas del terrorismo de Estado. Especialmente nos vamos a dedicar a los que, cuando eran chicos, fueron testigos de secuestros, y en algunos casos hasta de torturas, y proseguiremos realizando extracciones de sangre para cotejar con el banco de datos genéticos. Por otro lado, vamos a continuar con la investigación de los casos registrados en Escobar, porque no todo termina con Patti preso, hubo otros que participaron.

¿Y con el tema del supuesto cementerio clandestino de Maquinista Savio?

Participamos de la inspección que realizó la jueza Vence. La Municipalidad se comprometió a preservar el lugar y a aportar maquinaria para realizar las tareas por parte del equipo de antropólogos forenses, de acuerdo a informaciones previas, ya que todavía no hay nada oficial.

Es posible que exista un lugar donde se realizaban entierros clandestinos de secuestrados en Campo de Mayo, donde desaparecieron casi 4.000 personas. Lo complicado es que el lugar fue modificado, y según los especialistas hay que excavar a 8 metros de profundidad.

¿Cuántos cuerpos hay pertenecientes a N.N. aún sin identificar en el cementerio de Escobar?

De los cuatro encontrados por mi testimonio ante el juez Lorenzo, se identificaron tres: mi hermano, Gastón Gonçalvez y el periodista Tilo Wenner. Aún no logramos identificar al cuerpo perteneciente a una mujer, ya que aquí no mataban solo a vecinos, también hubo víctimas de Del Viso, Pablo Nogués y hasta de otras provincias, y había movimiento de presos entre Campana y Escobar, Zárate y Escobar. Hay familias que no quieren saber nada con aclarar las cosas y nos cuesta mucho llegar a ellas.

Hay otros once cuerpos que tampoco fueron identificados. El juez Lorenzo dispuso que no se tocara más el osario donde fueron depositados. Acá puede haber desaparecidos y víctimas de la Triple A.

Todo esto tiene que ver con las víctimas de la dictadura y esa etapa, pero ¿qué se piensa hacer con los Derechos Humanos de hoy?

En eso se viene trabajando muy bien desde mucho antes de que yo sea designado. Mi área depende de la Secretaría de Desarrollo Social, a cargo de Gabriela Garrone, que atiende diariamente casos que tienen que ver con la protección de los Derechos Humanos. El doctor Franco viene trabajando los casos de violencia familiar y niñez. También se trabaja en adicciones, tanto en prevención como en tratamiento. Hay una oficina de empleo, que lo consideramos un derecho humano. Se trabaja el tema de ancianidad, vivienda, pensiones, medicamentos, tratamientos complicados con internaciones, casos de violencia contra detenidos en comisarías. Se está trabajando muy bien en el conjunto del área.

¿Cómo recibieron la noticia de su designación en la militancia?

Más o menos. Están los que dicen que no es el lugar adecuado para un familiar y militante como yo, y también están los que sienten celos, no entienden que soy político desde antes de hacer política…

¿Tiene pensado crecer en política?

Nadie que haga política te va a negar sus ambiciones. Yo, por ahora, estoy con Daniel Tossio…

¿Cómo por ahora? ¿Tiene fecha de vencimiento esa relación?

Sí, el armado de listas de 2013. Me gustaría ser candidato a concejal. No porque me considere mejor que nadie, sé que hay muchos compañeros más capacitados que yo, pero me gustaría ser un concejal como hubiera sido mi hermano. Un concejal del barro, de la calle. Tocar todos los días varios timbres para ver qué se necesita, cuáles son las necesidades de los vecinos. La política tiene que estar pensada para mejorar la vida de la gente, ni como negocio ni como hobby. Yo quisiera ser el concejal que mi hermano no pudo ser.

Una vida de busca

Además de militante y funcionario, “Toni” es también comerciante ya que tiene una pizzería en el barrio del cementerio. Pero casi toda su vida trabajó como vendedor ambulante y asegura que gracias a ese oficio puede mantener a sus ocho hijos.

Usted no es alguien que vive de la política. Fuera de la militancia, ¿a qué se dedicó?

A los 10 años murió mi viejo. Mamá sufría de asma y no podía hacer esfuerzos. Mi hermano ya era perseguido por la Triple A y no podía aportar a la familia. Entonces agarré una bicicletita y salí a vender casa por casa la verdura que se producía en la quinta donde éramos cuidadores.

Después vendí helados por la calle y en la terminal. Empecé a vender en los trenes locales, en los eléctricos, y terminé en los de larga distancia. Me iba a San Pedro, a Rosario, alguna vez a Santiago a Tucumán.

También vendí diarios: la noticia del hallazgo del cuerpo de mi hermano la leí en la Crónica que yo vendí. Durante mucho tiempo vendí artículos de “busca” durmiendo en los trenes. Aprendí el buen “chamuyo” de vendedor de otros más grandes.

La Policía me llevaba preso porque yo laburaba y no afanaba, me mandaban al reformatorio, me cagaban a palos, me sacaban la mercadería y la plata. Pero al reformatorio me llevaba siempre el mismo tipo, yo le daba lástima, entonces me daba la plata para volverme a mi casa en el Chevallier. Yo vivía en el campo todavía.

A los 19 años tuve mi primera hija. Ahora tengo siete y un varón, todos tienen donde vivir, todos tienen un futuro, y todo eso lo hice como “busca”. Pero no tengo mucha vocación por acaparar, soy de vivir el día. No me dio suerte cuando hice algo distinto.

El terrible asesinato de su hermano

El jueves 19 de abril de 2012, la Cámara Federal confirmó que un cadáver enterrado como NN en el cementerio municipal de Escobar correspondía al militante peronista José Enrique Tomanelli.

El hermano del actual funcionario tuvo una muerte horrible. A fines de marzo de 1976, en los albores de la dictadura militar, fue secuestrado en Campana, donde trabajaba, y durante varios días permaneció cautivo en un camión celular estacionado detrás de la comisaría 1ra de Escobar.

Su cuerpo y el de otras tres personas aparecieron el 2 de abril baleados y quemados entre cubiertas de autos para borrar rastros, en la entrada de El Cazador. Se sospecha que el entonces policía Luis Patti fue su victimario. José Tomanelli había nacido en Venezuela, tenía 22 años y militaba en la Juventud Peronista.

¿Qué hacía su hermano cuando lo secuestraron?

Militaba en la Juventud Peronista y le tiraba más la ayuda social, trabajar con los pibes pobres. No creo que haya sido miliciano montonero. Todos los años organizaba viajes a Bariloche con chicos que nunca habían tenido vacaciones -una vez yo también fui- y para los Días del Niño juntaba platita con su propio esfuerzo para que a nadie le falte un regalo y la chocolatada. Eso yo lo hice durante 15 años, con los pibes del barrio del cementerio, en homenaje a mi hermano.

¿Con quiénes militaba?

Con Gonçalvez, al que nosotros conocíamos como el “Rengo” José, con Orlando Ubiedo, Huguito Jaime y Ricardo González, con quien trabajó en la imprenta de Tilo Wenner.

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