Pese a su discapacidad física, hace triatlón y sobresale en la natación. Tiene 16 años, viene de competir con los mejores del mundo en USA y va por nuevos objetivos.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Por una mala formación congénita, Amílcar nació sin el hueso de la tibia ni la rodilla izquierda, sólo con el fémur y el peroné. Igual, al año y medio empezó a caminar con una prótesis. A los 4 años lo operaron para alinearle el peroné con el fémur. A los 6 años quiso probar el gusto de patear una pelota y comenzó a jugar fútbol en el Social y Deportivo Matheu. Para ese club participó en los torneos infantiles de Liga y se adaptó sin ningún problema. Así se inició en el mundo deportivo. Hasta que más adelante cambió la redonda de cuero por una disciplina con más adrenalina y exigencia física: el triatlón.

“Comencé cuando mi papá vio en la tele un chico discapacitado que se llama Leandro Román, a él le falta una pierna y practica triatlón. Mi papá empezó a entrenar y yo también quise. Tenía 10 u 11 años. Ahí empecé a acompañarlo a las carreras y me encantó. Mi primer tria fue en La Paz, Entre Ríos. Allá es una verdadera fiesta. Y así me fui metiendo”, repasa el joven sobre sus inicios.

“Un día, en Pilar, había una carrera de aguas abiertas. Fui con Gaby Raff (triatleta escobarense de elite) y cuando salí del agua me contactó un chico de la Fundación Guillermo Marro. Me comentó del equipo de natación especial que tiene formado River y que no había chicos discapacitados que naden. Fui a probarme y quedé. En la natación sé que puedo intentar llegar alto. El triatlón es totalmente distinto, aunque también es muy lindo”, señala.

En las aguas del norte

Amílcar acaba de volver de Estados Unidos y luce el pelo rapado a cero, producto del “bautismo” al que sus compañeros lo sometieron por haber tenido su primer viaje internacional. Desde el 5 al 10 de abril compitió en Minesotta, en el Open de Natación Paralímpico, representando a River Plate junto a otros cuatro compatriotas, todos más grandes que él. Dentro del grupo estuvo Guillermo Marro, medallista olímpico en varias ocasiones.

El joven escobarense clasificó para los 50 metros libres y los 100 metros espalda. En ambas pruebas logró pasar las mangas clasificatorias con buenos tiempos y terminó octavo en las finales. “En la de 100 metros espalda, mientras iba nadando, veo que se quiebra el record mundial. Los de adelante ya habían terminado y a mí todavía me faltaba como media pileta. Dije ‘uh, qué bueno, estuve en la carrera donde se quebró un record mundial’, estuvo bueno verla”, cuenta Amílcar. Su tiempo en esa carrera fue de 1 minuto y 26 segundos, mientras que el estadounidense ganador empleó un minuto clavado.

Prosigue Amílcar su relato: “Los 50 libre fueron complicados, ellos nadaban muy rápido y uno de atrás miraba cómo iba la carrera. Ves que ellos se van “matando” adelante y algún día a uno le gustaría estar ahí, en la batalla. Pero todavía me falta”, reconoce con la mente puesta en el futuro y pensando en positivo. Una característica propia de un chico que no se dejó vencer por los avatares de la vida y que no para de ponerse nuevas metas.

“Mis próximos objetivos son un torneo infanto-juvenil en Mar del Plata, los Open en el CeNARD, Mar del Plata e Independiente. En todos voy a estar participando. Sigo entrenando con todo”, afirma el ganador de las medallas de oro de los últimos tres años en los Juegos Deportivos Bonaerenses.

Mientras cursa sus estudios secundarios en el Colegio San Luis de Escobar, Amílcar reparte su tiempo entre los entrenamientos en River, donde va hasta los sábados a la mañana para ganar técnica, su familia y sus amigos. Hace la vida de cualquier adolescente, o más activa todavía, y mira siempre hacia delante. Disfruta lo que tiene y no pierde su frescura. Vive sin ningún tipo de complejos, como debe ser.

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