En su humilde taller de la calle Sarmiento, Carmelo Fardini creó el primer monoplaza eléctrico de carrera del país. Y ya puso manos al segundo. Jubilado y amante de los fierros, sueña con fabricarlos en serie y participar de la Formula E.

El 13 de septiembre de 2014 será recordado para siempre como la fecha que marcó un antes y un después en la historia del automovilismo: en Beijing, la capital de China, se corrió el primer Grand Prix de la Formula E, la categoría de competición de monoplazas eléctricos, creada con la intención de servir como laboratorio de investigación, desarrollo y promoción de este tipo de vehículos. Ese mismo año, con objetivos similares pero millones de recursos menos, un antiguo mecánico de Garín dio vida al primer coche de carrera totalmente eléctrico del país.

En su taller de la calle Sarmiento, donde hace veinte años empezó a gestar, por simple “pasión”, el primero de sus inventos, Carmelo Fardini (78) recibe a DIA 32. “Algo hay que hacer… A algunos les gusta ir a pescar, a otros ir a la cancha y a mí me gustan los fierros: cuando hay trabajo, hago la changa; cuando no, mi pasatiempo es este”, explica, rodeado de motores y herramientas.

La otra razón que esgrime sobre su dedicación -implícitamente- lo pinta de cuerpo entero, aún más: “Prefiero una carretilla criolla antes que una Ferrari en la puerta de mi casa. ¿Por qué tenemos que comprar todo afuera, cuando acá hay ingenieros muy buenos y podríamos hacer un producto made in Argentina? Sería un honor para nuestro país”, reflexiona, mientras piensa en voz alta “qué lindo sería hacer un buen desarrollo y fabricarlos acá; o que los coches Fiat 600 que corren en la categoría ALMA puedan utilizar estos motores eléctricos”.

Por lo pronto, producto de una inventiva y empeño envidiables, el “Tano” pudo estrenar hace un lustro su primer auto de carrera eléctrico. “Siempre consulté a las personas que saben más que yo. Hay ingenieros que me dieron la idea de poner el alternador en la rueda; otros que me hicieron algunos cálculos; y hay un libro de 1921 que leí y me perfeccionó la cosa. Y bueno, después de tantas pruebas, llegué a esta conclusión”, expresa, con tanto orgullo como humildad.

Su invención le demandó quince largos años. “Yo soy jubilado con la mínima, así que plata no tengo y por eso me llevó tanto tiempo. Acá no hay torno ni nada. Las piezas importantes las trabajé con un martillo y una morsa, y las chapas las doblaba en el cordón de la vereda”, detalla sobre el duro proceso de fabricación del “Pucará”, como bautizó al monoplaza, en honor al famoso avión de guerra argentino, en una muestra más del amor que le tiene al país que lo adoptó en 1955, cuando llegó con su familia desde Nápoles.

El pintoresco vehículo presenta un chasis de un coche Fiat 600 y una carrocería hecha con “chatarra”. Funciona con un motor eléctrico, alimentado por dos baterías de 12 voltios cada una, y posee caja de cuarta. Tiene una autonomía de treinta minutos y una velocidad que supera los 60 kilómetros por hora, aunque ninguna de estas mediciones pudo ser verificada, ya que el coche jamás se probó en un lugar adecuado, según explica su creador.

Un proyecto superador

Si bien asegura que el “Pucará” superó todas sus expectativas, Fardini no se conforma y ahora va por más: desde principios de año se encuentra trabajando en su segundo monoplaza eléctrico. Se trata del “Pampa”, que llevará cuatro baterías y promete ser cuatro veces más potente que su antecesor. “Entre otras cosas, porque será mucho más liviano y aerodinámico”, adelanta. Su meta es que pueda desarrollar una velocidad de 130 kilómetros por hora.

De marchar todo sobre ruedas, el nuevo monoplaza estaría terminado a fin de año. Mientras tanto, el mecánico garinense exterioriza su deseo de compartir su nueva invención con particulares y corporaciones que quieran ser parte de un proyecto superador. “El coche no se vende, pero sí quiero que alguien con conducta y pasión tome la posta, porque ya tengo bastantes años y no sé cuánto más voy a vivir. Yo estoy tratando de sentar las bases para algo futuro. No tengo ambición de dinero, tengo ambición de desarrollo”, confiesa el viejo mecánico, con un tono que emociona.

Fanático de la escudería Ferrari y padre de tres mujeres -una fallecida-, se ilusiona con ver a sus rodados girando en algún tiempo en los circuitos más importantes del mundo. “Podemos hacer un coche tan potente, que podemos competir con los europeos en la Formula E. Lo único que hace falta es voluntad y perseverancia, porque el resto lo tenemos todo”, concluye Fardini, con los ojos iluminados y lleno de sueños.

VEHÍCULOS VERDES

Una tendencia en alza

Propiciada y estimulada por los tratados internacionales de protección al medio ambiente, la producción y compra de autos eléctricos -no emiten gases contaminantes, entre otras ventajas- aumentó considerablemente en la última década. En diciembre de 2018 se registraron en el mundo 5,3 millones de vehículos “verdes” en circulación, contando los eléctricos puros y los híbridos -utilizan un motor eléctrico y un motor de combustión interna-. Aunque muy suavemente, esta tendencia internacional también se empieza a sentir en la Argentina. Por caso, desde junio de 2018 funciona en el partido de Morón la primera fábrica de autos eléctricos de Sudamérica: Sero Electric. Asimismo, desde mayo las líneas de colectivos 12, 34, 39 y 59, que prestan servicio entre la Capital Federal y el Conurbano, comenzaron a realizar una prueba experimental con ómnibus eléctricos. Aún falta muchísimo para ingresar a este nuevo mundo, pero los vehículos verdes ya están entre nosotros.

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