Recibió un premio de la Fundación Fortabat y uno de sus cuadros será exhibido en Barcelona. “Siempre estoy en la búsqueda, aprendiendo”, afirma este joven pintor y dibujante escobarense, que se inició en el arte cuando tenía 10 años.

Observar los cuadros que pinta Nahuel Ferreira (31) es admirar cómo una persona, con un simple pincel y una paleta de colores, puede plasmar sobre un lienzo una obra de arte tan real que pareciera estar a punto de cobrar vida en cuestión de segundos. En sus dibujos no hay un solo detalle que falte, con una combinación de tonos impecable.

Hijo de Estela Carriño y Gustavo Ferreira, Nahuel vive en Belén de Escobar y tiene cuatro hermanos, uno de ellos gemelo (Milton). Nadie de su entorno se dedicó a la pintura, aunque admite que su madre puede haber influido porque “a ella siempre le gustó la pintura”. Su especial interés por el lápiz y el papel se vio reflejada a muy temprana edad.

“Al principio me gustaba mucho más dibujar que pintar, mis padres dicen que de muy chico estaba todo el tiempo dibujando. A los 10 años empecé con el profesor Miguel Conti. Ver sus obras me inspiró a seguir. Ahora vive en México, le va muy bien allá, es un artista muy groso”, le cuenta a DIA 32, que lo visitó en su atelier mientras terminaba de ultimar detalles de una réplica de La tormenta en el mar de Galilea, de Rembrandt, para un cliente.

En una pared de su taller conserva encuadrado el primer dibujo que hizo con aquel profesor, hace 21 años. Es una copia de una pintura de Miguel Angel. “El me marcó mucho, siempre lo recuerdo”, reconoce, destacando la formación que tuvo en su niñez. “Ver obras de los grandes maestros, como Leonardo, Miguel Ángel o Rafael, me fascina desde chico”, agrega.

Ya en la adolescencia vivió otro episodio que terminó de darle el empujoncito que necesitaba para saber que lo suyo, definitivamente, era ser artista plástico. “Hice el secundario en la Dante Alighieri y en Artística había que hacer unos dibujos. A la profesora le gustaron y me recomendó que vaya al taller de Juan Manuel Díaz Puerta. Yo tenía 15 años y tuve una formación interesante con él, es un genio”, detalla, notándose en su rostro la admiración que tiene por el gran pintor escobarense, hoy residente en Guatemala.

“A mí me parecía que la pintura era algo sacro, sagrado, y con él me lancé a pintar. Pensé que me faltaba para eso, pero con ‘Juanma’ aprendí el mundo de mezclar colores. Es una persona híper cálida. Estuve cinco años estudiando con él, conocí otros artistas y fue muy lindo”, recalca Nahuel, demostrando la influencia y el respaldo que tuvo de Díaz Puerta.

Estilos definidos

La rama preferida de Ferreira en la pintura es el arte figurativo realista: pintar cosas que se pueden observar, que existen. Personas, animales, paisajes, objetos… nada abstracto. “No híper realismo, que son cosas distintas. La diferencia está en el lenguaje, en cómo se compone, en cómo se utiliza la luz” detalla, haciendo alusión a cuestiones muy técnicas, pero diferenciando un estilo de otro.

“También hago retratos, me encantan, es lo que más me gusta dibujar”, afirma, mientras muestra uno de Gustavo Cerati, hecho en 2014, que parece una fotografía. Con una definición sorprendente, dibujado en lápiz.

Alejandro Rosemberg fue otro de sus maestros, con quien tomó clases durante muchos años en Capital. “Perfeccioné una técnica clásica con él. Aprendí a pintar al óleo y encontré las herramientas que necesitaba para poder decir lo que quería. Todo el tiempo estoy en la búsqueda, aprendiendo, nunca me quedo quieto”, sostiene, convencido.

En su atelier, sobre la calle Almafuerte, también da clases. Hay varios cuadros, bastidores con trabajos de alumnos, cajas de lápices, oleos, hojas en blanco y un escritorio colmado de libros con obras de arte, biografías de pintores y afines.

Para asistir a su taller no hay límites de edad: el pupilo más chiquito tiene 9 años y el mayor 65. “Con los más chicos vemos cómo trabajar con crayones, fibras, lápices de grafito, carbonilla y témperas”, explica. Las clases son su principal fuente de ingresos; la otra es pintar cuadros a pedido de sus clientes.

Ferreira hizo algunas exposiciones, tanto en Escobar como en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con una muy buena crítica y aceptación del exigente público pictórico.

“En julio de 2019 hice una muestra en el Seminari. Estuvo muy linda. Expuse casi todo lo que tenía, 25 obras. A la gente le encantó. Muchos no me conocían y otros no habían visto en vivo los trabajos, sí por Facebook. En Capital expuse en la Fundación Fortabat, en Puerto Madero, donde gané el premio Artista Joven con la obra Novus Narcissus III, que ahora está en España”, cuenta, orgulloso.

Soy muy perfeccionista, pero llega un punto donde el cuadro dio todo de sí”.

Su obra maestra

Acerca del cuadro premiado en la Fundación Fortabat y que ahora se encuentra en Europa, es una obra que está muy bien aspectada y que pareciera haber nacido con una estrella, porque lo hizo brillar y ganar notoriedad internacional.

“Es parte de una serie de tres, donde trato de reflejar de una manera muy sutil la sociedad moderna y el uso de la tecnología. Si uno mira la obra ve a un chico tirado en la cama, dormido con auriculares y un celular en la mano”, explica.

Esa pintura está ahora en Barcelona, compitiendo en un salón de obras figurativas. Fue preseleccionada vía online y próximamente el jurado físico deberá definir qué cuadros podrán aspirar a los premios. La exposición será en el último trimestre del año y hay tres niveles de coronación: primer premio, premio adquisición (la Fundación compra la obra a un valor pre pautado) y mención. “El solo hecho de haber sido preseleccionado en España es un logro enorme para mí, pero quiero ganar, por supuesto”, confiesa.

Esa serie de Narcissus no le dio más que satisfacciones a este talentoso artista escobarense. El primero de los cuadros ganó el premio adquisición de la Honorable Cámara de Diputados de la provincia. El segundo quedó seleccionado para ser expuesto en un salón internacional de Estados Unidos, donde lo presentó digitalmente en alta definición y él pasó a ser parte del catálogo del salón ARC. Un coleccionista de Argentina adquirió esa pieza.

“Una vez que tengo la obra en la cabeza, hago una sesión de fotos para reflejar la escena. Puse al chico, la cama, la computadora, la guitarra, la tele, y después le saqué fotos. De ahí dibujé y pinté la imagen en el lienzo, que mide 1,50 x 1 metro, es óleo sobre tela. El último trabajo me llevó unas 40 horas netas”, explica, indicando cada paso de su original creación. Y acota: “Soy muy perfeccionista, pero llega un punto donde el cuadro dio todo de sí”.

Dice que su mayor sueño como artista sería, a mediano plazo, trabajar para una galería de afuera. “Ellos exponen y las obras se venden, el convenio es 50 y 50. Estoy en contacto con una de California y sé que en algún momento se dará. Afuera hay un mercado más acorde a lo que hago, con artistas que tienen una calidad que te pone en la elite: sería como jugar la Champions League”, afirma, con modestia y mucho para decir a través de sus hermosas pinturas.

Narcissus 1
Narcissus 2
Narcissus 3!
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