Tiene millones de seguidores en las redes sociales, pero su historial acumula una larga lista de polémicas y su figura ya genera un rechazo masivo. Su último escándalo fue organizar una fiesta clandestina en un country de Maschwitz.

Mi sueño es jugar un Mundial”, decía un infantil Diego Maradona entrevistado por la TV cuando apenas tenía 10 años. Ese anhelo de quien, a posteriori, llegaría a ser el mejor futbolista de la historia fue el mismo que tuvieron millones de chicos de diferentes generaciones. Otros, en tanto, tenían el poster de su estrella musical favorita y soñaban con lucirse ante una multitud en diferentes escenarios. También hubo algunos, más osados, que imaginaban ganarse la vida pisando la luna con un traje de astronauta.

Hoy esa realidad ya no es la misma. Para muchos niños y niñas sus referentes ya no están en imágenes pegadas en las paredes de sus dormitorios sino dentro de sus computadoras y en sus teléfonos celulares. Los influencers son la sensación de la última década y los héroes de los nativo-digitales.

Estas celebridades del siglo XXI, según la Real Academia Española (RAE), tienen la “capacidad para influir sobre otras personas” y deambulan por todas las plataformas posibles, como Twitter, Instagram y TikTok. Allí muestran su día a día, publicitan productos y acumulan millones de seguidores. Sin embargo, el principal nicho está en YouTube.

En la plataforma de videos online más popular del mundo hay gemas como las Historias Innecesarias, una serie de mini documentales producidas por un joven chaqueño llamado Damián Kuc; otro ejemplo son los audiovisuales del canal Te lo Resumo Así Nomás, que le dan una vuelta de tuerca a series y películas con mucha originalidad y gracia. Por otra parte, los amantes de la gastronomía amateur no podrán negar haber sacado alguna receta de Paulina Cocina.

La plataforma, perteneciente a Google, también tiene ejemplos negativos: humoristas que apelan a chistes discriminatorios y retrógrados, gente que agrede e, incluso, pseudo periodistas que lanzan operaciones de prensa que no resisten ningún análisis serio.

No obstante, ninguno de estos personajes supera a Yao Cabrera (23), un youtuber uruguayo que se ganó un rechazo prácticamente unánime. No lo quieren los adultos, no lo quieren sus compatriotas ni tampoco sus vecinos del country San Marco, en Ingeniero Maschwitz, que no ven la hora de que arme las valijas y se mande a mudar.

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La oveja negra

Marcos Ernesto Cabrera nació el 18 de febrero de 1997 en Montevideo, la capital de Uruguay. Creció en el seno de una familia de origen humilde y muchos coinciden al contar que su primer amor fue el fútbol. De hecho, integró las divisiones inferiores de Wanderers, uno de los equipos que compite en la primera división, a la sombra de Peñarol y Nacional. Sin embargo, su fama llegó por otro camino.

Con escasos recursos, tanto en lo artístico como en lo monetario, en 2015 empezó a incursionar en la producción de videos con bromas callejeras junto a sus amigos, que supieron marcar tendencia en YouTube. Cientos de chicos y chicas pasaban horas viendo a Yao y su troupe haciendo payasadas en un supermercado o filmando retos absurdos, como tomar un licuado de sobras de comida.

El éxito fue rotundo, sobre todo en el público infantil, principal consumidor de este tipo de contenidos. Tanto, que Cabrera se hizo acreedor de una fama inusitada para una persona de su edad y mudó sus travesuras a Buenos Aires, donde paulatinamente fue construyendo un imperio virtual.

Las humoradas infantiles le dieron lugar a clips musicales, presentaciones en teatros -llegó a llenar un Luna Park-, un reality show y hasta la venta de merchandising oficial.

Sin embargo, en el medio del camino pareciera haber perdido su esencia (si es que alguna vez la tuvo) en las profundidades del río de La Plata para terminar mutando en un personaje banal y dañino. Los escándalos fueron el pan de cada día durante los últimos años del influencer al mando de grupos como DosBros, Viral o, más recientemente, WIFI Team.

La piedra fundacional de esta estrategia fue un video en el que supuestamente escrachaba a un traficante de droga y este lo apuñalaba. Una burda e indisimulada puesta en escena, a la que definió como “un experimento social”.

A partir de allí formalizó su matrimonio con las polémicas: hostigó a personas que viven en situación de calle, fingió ser detenido infinidad de veces, robó canciones escritas por otros artistas, se “autosecuestró” y le pidió a sus fans que lo ayudaran siguiendo determinadas cuentas para ser liberado.

Pero todo eso es lo más leve, porque Cabrera también fue filmado acosando a una fan menor de edad junto a tres de sus secuaces, una youtuber mexicana lo acusó públicamente de abuso y tuvo una causa por corrupción de menores. Al cierre de esta edición también se conoció una denuncia por supuesta trata de personas.

Solo basta con echar un vistazo a alguno de sus canales para darse cuenta el producto tóxico que ofrece: la mayoría de sus videos tienen títulos con clickbait -anuncian algo que no sucede-, fomentan la violencia, promocionan sorteos de dudosa credibilidad y muestran una realidad tan ficticia como peligrosa. La discriminación, la sexualización y la transfobia también forman parte del combo.

Al bucear en su canal -una tarea poco saludable- se puede ver un video que se titula Yao Cabrera fue detenido luego de golpear a Duki. Nada más lejos de la realidad: en la filmación nunca se lo menciona al cantante de trap, ni se hace alusión a una pelea. Absolutamente nada.

Por otra parte, muchísimos chicos que lo tienen como ídolo ven diariamente contenidos titulados como Encuentro a mi ex novia en la cama con otro o Me descubren en la ducha con mi novia, con contenidos y palabras que no son aptos para ellos. “¿Vos querés ver como Cande besa a otra chica? Dale like a este video”, alienta en uno de ellos con absoluta impunidad.

Este tipo de conductas son las que lo llevan a ser repudiado constantemente en las redes sociales. “Cuando dicen que soy el youtuber más odiado me da gracia, porque es publicidad positiva. Yo muestro una realidad que no es, y ese personaje algunos se lo comen y otros no, pero les entretiene”, se justificó en una entrevista televisiva.

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El último exceso

Además de tener el rechazo de gran parte de la sociedad -basta observar cuando es tendencia en Twitter, donde es repudiado por multitudes-, Yao Cabrera también genera rispideces con sus vecinos de San Marco, para quienes su presencia se tornó insoportable. A tal punto llegó el hartazgo por las constantes faltas de respeto e inconductas del youtuber y sus amigos, que en julio juntaron firmas para que sea echado del barrio, aunque aún permanece allí.

“Este chico ya fue denunciado y nuestra indignación es que no podemos hacer nada para que finalmente él y sus amigos vayan a realizar su trabajo a otro lugar”, había expresado en aquel entonces una propietaria del country.

En octubre, la novela sumó un capítulo más. Cabrera y su troupe organizaron el sábado 10 una fiesta clandestina para 200 personas haciendo caso omiso de la prohibición que rige para las reuniones privadas por la pandemia de coronavirus. La noticia, rápidamente, explotó en las redes y fue replicada por medios de todo el país.

Sin embargo, la “jodita” no le salió gratis: agentes de la Dirección de Inspección General del Municipio y personal policial se hicieron presentes en el barrio, clausuraron la propiedad que alquila y le impusieron una multa de $700.000. Además, las autoridades municipales informaron que lo denunciarían penalmente.

Lejos de admitir su responsabilidad y agachar la cabeza, horas después del evento el youtuber utilizó una de sus cuentas de Instagram -le cerraron varias por subir contenido inapropiado- para victimizarse. Además de apuntar contra el intendente Ariel Sujarchuk (ver recuadro) y denunciar que no le dejaban entrar comida, criticó a sus vecinos, filtró los números telefónicos de varios de ellos y filmó viviendas linderas a su Mansión WiFi.

Recién un par de días después, a través de una entrevista con Crónica TV, bajó un cambio y reconoció su error. “Ellos quieren estar tranquilos y nosotros somos todo lo contrario a eso”, reconoció. En el mismo reportaje, aseguró que les pidió disculpas “puerta por puerta” y les llevo una caja de alfajores como ofrenda de paz.

No parece muy probable que exista una golosina en el mundo para solucionar este conflicto. La fiesta clandestina y la posterior reacción -furibunda, irresponsable y sin sentido- fueron la gota que rebalsó el vaso. Los vecinos no lo quieren ver ni en figuritas, el gobierno municipal lo denuncia y la administración de San Marco no debe estar muy contenta con la mala prensa que otorga su presencia.

En la actualidad, Uruguay se transformó en el destino fetiche para los que quieren emigrar. No obstante, los lazos entre ambos países existen desde tiempos inmemoriales.

Referentes charrúas de diferentes disciplinas dejaron su huella y se ganaron el cariño eterno del pueblo argentino: Enzo Francescoli, Sebastián Abreu, Berugo Carámbula, China Zorrilla, Fernando Peña, Natalia Oreiro, Jaime Ross, Jorge Drexler, No te va Gustar y La Vela Puerca son sólo algunos de ellos. Incluso, hasta el ex presidente José “Pepe” Mujica genera admiración de este lado del charco.

Le importe o no, Yao Cabrera nunca va a poder integrar esa nómina. Hoy, su nombre está en la lista de personas no gratas.

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BANDERA BLANCA

“No soy un criminal, me equivoqué y pido disculpas”

Después de haber desafiado públicamente al Intendente, el youtuber Yao Cabrera dio marcha atrás y se retractó por su comportamiento. “Fue mi culpa, estoy arrepentido”, afirmó.

Días después de que le clausuraran su casa por haber organizado una fiesta clandestina para 200 personas, Yao Cabrera bajó un cambio y mostró algo de arrepentimiento. En línea con lo que había expresado en sus redes sociales, el joven youtuber reconoció haberse equivocado al organizar el evento y pidió disculpas en una entrevista con la señal Crónica TV.

“Fue mi culpa, estoy arrepentido y con un montón de problemas”, afirmó desde su Mansión WiFi, en el barrio San Marcos. Suena muy descabellado, pero el motivo de la celebración era levantarle a uno de sus amigos, que había chocado con su Chevrolet Camaro, según contó: “Queríamos sorprenderlo, pero cometimos un error muy grande”, dijo.

«Estamos en cuarentena, hay mucha gente que se está muriendo y el mundo está en crisis. El problema es que nosotros tenemos tres casas en este barrio, en las que viven 15 personas. Cada uno, invitando una persona, ya suman 100 «, se justificó, entre risas.

Sin embargo, a las pocas horas del evento se había victimizado y apuntó contra el intendente Ariel Sujarchuk. De hecho, mandó a sus seguidores a que “exploten” sus redes sociales con mensajes. Una estrategia que suele formar parte de su modus operandi cuando algo no es como le gusta.

“Me encuentro muy enojado, la casa está completamente clausurada y el Intendente no nos deja entrar comida”, disparó a través de una historia de Instagram en la que arrobó al jefe comunal. “Vayan todos a invadir sus redes y díganle que no sea injusto con nosotros”, arengó a sus fieles seguidores, que le estallaron el celular a Sujarchuk.

El intendente no le dejó pasar a Cabrera su desafiante y provocativa actitud. Molesto, anunció que lo demandaría penalmente por acoso virtual y lo calificó como “un personaje inescrupuloso, impune y mentiroso”. La pelea le trajo ciertos dividendos: su nombre fue motivo de elogio en las redes sociales por haberle hecho frente al denostado influencer montevideano. Incluso, lo entrevistaron en varios medios nacionales.

En el medio del conflicto, el abogado del youtuber, Alejandro Cipolla, también se sumó a la polémica y cargó contra Sujarchuk. El letrado -conocido por asesorar a Alex Caniggia, Natacha Jaitt y Morena Rial, entre otras celebridades- anunció que lo denunciarían por calumnias e injurias. “Antes de dar una declaración, debe asesorarse con su abogado”, manifestó, citando una nota del portal Infobae.

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