Dueño de un particular look, Claudio Hojdra no pasa inadvertido en ninguna parte. Fanático de “Pappo”, el blues y el heavy metal, dice que vive de noche y duerme de día. “Es difícil seguirme el ritmo”, confiesa.

Junto a su inseparable moto, su pantalón achupinado con cadenas, su ropa oscura y su melena negra azabache, Claudio Roberto Hojdra (54) no pasa inadvertido en ningún lado. Pero su actitud 100% rockera no es lo único que lo caracteriza. Con el tiempo, su admiración y cierto parecido con Norberto Napolitano le hicieron ganar el apodo de “Pappo”, por el que todos lo llaman. “Si me dicen Claudio, me ofendo”, avisa, más en serio que en broma, cuando se presenta a DIA 32.

Este fanático del legendario “Carpo” es de descendencia gitana y apellido checoslovaco, pero bien escobarense. De hecho, nació en la salita de primeros auxilios donde ahora está el Palacio Municipal. “Hice la primaria en la vieja Escuela Nº2, que estaba en la calle Moreno. Después no pude seguir estudiando y salí a trabajar”, cuenta, rebobinando su vida y revelando detalles de su infancia.

Por necesidades económicas debió aprender un oficio. Así fue que se especializó en maderas. Es lustrador de muebles a dos manos y trabajó un tiempo en el cementerio de Escobar, lustrando ataúdes. Después estuvo en confiterías de Capital, fue parquista y personal de mantenimiento en el municipio de Vicente López, donde sufrió un accidente que casi le cuesta la vida, a los 23 años.

“Estuve 15 días en coma porque me caí de una escalera y perdí el conocimiento. Después me agarró fobia y depresión. Ya vivía con mi mujer-hoy está separado- y ya tenía la nena”, cuenta “Pappo”, que tiene dos hijos -María Celeste y Claudio- y cuatro nietos: “Son lo más grande que hay”, sostiene, fascinado por los chiquilines.

Anda siempre arriba de su moto chopera, que desde hace diez años es su fiel compañera. Es una Motomel Custom de 250 cc, toda tuneada. “Es mi chica, me lleva y me trae, voy con ella a todos lados. Tuve autos también, muchos se acuerdan de un Taunus naranja que decía ‘Pappo’”, acota, orgulloso de sus fierros.

Admirador del «Carpo»

Aunque en su chaleco dice Pappo, igual que en el acrílico frontal de su moto, aclara que no quiere parecerse al malogrado músico de blues, a quien admira. “No lo imito, porque no tengo nada de él. Se vestía de otra manera y tenía un carácter difícil. Yo siempre me vestí así, de rockero heavy, me gustaba Riff”, explica.

A los 14 años se dio el gusto de conocer personalmente a su ídolo. “Fue en el año ´80, en Canal 7”, recuerda. Desde entonces, seguirlo se convirtió en una especie de mandamiento. Pícaro, cuenta que en muchos recitales se acercaba al staff del músico para ayudar a cargar equipos y así pasar gratis junto a los “plomos”.

El último recital al que asistió fue en el boliche Scombro, en 2004, sin saber que ya nunca más podría verlo tocar sus memorables blues.

El 25 de febrero de 2005 Norberto Napolitano murió en la ruta 5, cerca de Luján, tras caer con su moto y ser embestido por un camión. Ese día fue de tristeza absoluta para el escobarense. “Fue muy difícil para mí, porque era un ídolo, un maestro de la música”.

Aventurero nato

Hojdra vive solo, junto a sus mascotas: dos gatos y un perro. “Soy muy callejero, un tipo de la noche. Es muy difícil convivir conmigo, hasta a un amigo le cuesta seguirme. Duermo de día y vivo de noche, en casa soy una visita”, asegura.

“Salgo solo y voy encontrando conocidos por todos lados. Vuelvo 5 ó 6 de la mañana y me pongo a cocinar, como y después duermo. Tomo una medicación psiquiátrica que me hace dormir bastante”, explica, sincero y transparente.

En la actualidad no tiene una ocupación fija, vive de una pensión y cada tanto compra y vende motos o autos. “Lo que pinta hago, a veces tengo eventos, ayudo en recitales”, sostiene.

Aunque nunca tuvo una banda, cuenta que se defiende tocando la guitarra y el bajo, pero dejó los instrumentos hace años por problemas de oído. A nivel político, dice que está muy conforme con la intendencia de Ariel Sujarchuk: “Escobar antes era una mierda y ahora me gusta, cambió mucho”.

Dando el último sorbo de café y llegando al final de la entrevista, suelta una frase que sintetiza una filosofía forjada con tantos años de calle, tragos y experiencias vividas. “Ando bien con Dios y con el diablo, porque los dos me sirven. De joven tuve peleas, pero ahora arreglo todo hablando, pelear es una estupidez”, afirma el Pappo escobarense, un rockero de ley.

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