El exponencial crecimiento de suicidios y consultas psiquiátricas pone en jaque al sistema público y enciende todas las alarmas. Qué se hace en Escobar ante este complejo fenómeno global.

Una joven internada por problemas psiquiátricos que se escapa de su habitación y se arroja desde lo más alto del hospital Erill. Una mujer de 64 años que se tira desde el sexto piso de una torre en el barrio 24 de Febrero. Un jubilado de 80 años se dispara en su casa. La recurrente escena de alguien arrojándose desde un puente peatonal de la autopista o sobre las vías ante el paso de un tren. Una chica de 20 años que se ahorca en un centro de rehabilitación en Ingeniero Maschwitz. Personas de edades diversas que, con distintos métodos, atentan contra sus vidas en la soledad de sus domicilios. En Escobar, los casos de suicidio dejaron de ser excepcionales para convertirse en una noticia que se repite con inquietante frecuencia

Solo en lo que va del año, los medios locales reportaron no menos de una docena de casos, un número que ya se acerca a los más de quince publicados en 2024. Revisando archivos digitales, la conclusión es clara: nunca hubo tantos hechos de esta naturaleza como ahora, una tendencia que comenzó en 2022 y sigue en alza.

El suicidio representa la forma más dolorosa y extrema de los trastornos de salud mental. Lejos de ser un fenómeno local, se trata de una problemática global que se intensificó con la pandemia de Covid-19 y que continúa en aumento. Aun así, pocas veces ocupa un lugar central en las prioridades estatales o en la cobertura de los grandes medios.

En el partido de Escobar, la situación se refleja en instituciones públicas y privadas que buscan dar respuesta a una demanda creciente, aunque con recursos limitados y muchas veces insuficientes.

Enfermeras en plena pandemia de covid 19
Bisagra. La crisis de salud mental creció de manera exponencial tras la pandemia de Covid.

Contexto global y nacional

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la salud mental es uno de los grandes desafíos del siglo XXI: una de cada ocho personas en el planeta atraviesa algún trastorno. Por eso, recomienda que los Estados destinen una parte significativa de su presupuesto sanitario a esta área como política pública.

En la Argentina, la ley 26.657 fija que el 10% del gasto en salud debe dirigirse a salud mental, pero nunca se logró tal meta y los fondos proyectados para 2025 serán la menor inversión: no alcanzarán ni una quinta parte de lo establecido.

La pandemia de Covid-19 acentuó el problema. El aislamiento, la pérdida de vínculos sociales, la incertidumbre económica y las muertes dejaron huellas profundas. Las consultas por ansiedad y depresión se dispararon, mientras que los consumos problemáticos se expandieron en un contexto de creciente vulnerabilidad.

Los datos posteriores confirman que el malestar no solo persiste, sino que se agrava, especialmente entre los jóvenes. Según el Observatorio de Psicología Social Aplicada (UBA), el 8,7% de la población presenta riesgo de padecer un trastorno mental y más de la mitad (51%) atraviesa una crisis vital y/o económica. Sin embargo, solo el 26% recibe tratamiento, y entre quienes no lo hacen, más de la mitad admite necesitarlo.

Policías sostienen a un joven que intenta arrojarse de un puente peatonal
Rescate. Policías sostienen a una persona que intenta arrojarse de un puente peatonal.

El mismo estudio revela que los jóvenes registran los niveles más altos de riesgo suicida y que los sectores de menores recursos concentran los mayores índices de ansiedad y depresión. En el grupo de 15 a 19 años, la Sociedad Argentina de Pediatría informó en 2019 una tasa de suicidio de 12,7 cada 100.000 habitantes, cifra que se agravó tras la pandemia. A su vez, un informe de FUND.ar señala que en 2023 apenas el 0,4% del presupuesto de salud mental se destinó a adolescentes, mientras que las internaciones de niños, niñas y jóvenes por motivos de salud mental pasaron del 9% en 2023 al 13% en 2024.

Pese a la magnitud del problema, la inversión nacional sigue siendo insuficiente. Según un informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), en 2024 representó apenas 1,82% del presupuesto de salud y en 2025 se reducirá al 1,6%, muy lejos del 10% previsto por ley.

Impronta territorial

El partido de Escobar apostó por construir una política de salud mental comunitaria con fuerte anclaje territorial, sin estigmas y con enfoque de derechos. El Hospital de Salud Mental y Adicciones Papa Francisco, inaugurado en 2017, está ubicado junto hogar de ancianas Eva Perón, en la misma manzana del Jardín Japonés. Desde entonces se consolidó como núcleo de una red local que integra prevención, asistencia y acompañamiento comunitario.

Hoy supera las 6.000 prestaciones mensuales y cuenta con más de 50 profesionales. El equipo está conformado por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, operadores, talleristas y personal administrativo, que atienden desde casos de adicciones hasta patologías severas y crónicas. Además, cuenta con un área infanto-juvenil en expansión.

Hospital Municipal de Salud Mental
Dispositivo. El Hospital de Salud Mental y Adicciones de Escobar se creó en el año 2017.

“La institución fue creciendo a todo nivel: creció la demanda, crecieron los equipos y se amplió la gestión para sostenerla”, explica a DIA 32 su directora, Victoria Larrosa, quien subraya que se trata de una política 100% municipal.

El hospital de día para adicciones recibe entre 40 y 50 pacientes diarios en un esquema intensivo de 8 a 18 horas. El tratamiento combina terapias psicológicas y psiquiátricas, controles médicos, acompañamiento familiar, creación de redes de apoyo y talleres de huerta y arte terapia. No se requieren derivaciones ni trámites: “Una persona puede acercarse y decir ‘tengo un problema de consumo’, y desde esa primera escucha ya se la incluye en un dispositivo de tratamiento”, detalla Larrosa.

El hospital de tarde acompaña a unas 60 personas con patologías graves, como esquizofrenia, depresión severa o bipolaridad. Además de la atención clínica, se ofrecen espacios de socialización como “Social Club” y talleres de yoga, arte terapia, teatro o canto, que funcionan como dispositivos terapéuticos.

En el área Infanto-Juvenil se organizan dispositivos específicos según las etapas del desarrollo, que aborda patologías orgánicas como trastornos del desarrollo como TEA o retraso madurativo, y también psicosis, depresión, ansiedad o conductas autolíticas, además de abordar casos derivados de situaciones de abuso y violencia.

Organiza grupos terapéuticos por edades: de 4 a 6, de 7 a 9 y de 10 a 12 años. Para adolescentes se brindan talleres de atención plena, gestión emocional, fortalecimiento de recursos personales y funciones cognitivas a través del juego. “Trabajamos con criterios de grupalidad muy específicos, con dinámicas muy afinadas que favorecen tanto el tratamiento individual como el trabajo en grupo”, explica la funcionaria.

Uno de los rasgos distintivos del modelo escobarense es su despliegue territorial. A través del programa “Salud mental en tu barrio”, los equipos recorren semanalmente las localidades del distrito, brindando admisiones y seguimiento. Además, en el centro funciona una línea de urgencias y prevención del suicidio: 11-7107-9958, disponible las 24 horas, que recibe unas 500 llamadas mensuales y permite activar derivaciones inmediatas mediante un protocolo de triage.

Victoria Larrosa, directora del Hospital de Salud Mental y Adicciones Papa Francisco
Directora. Victoria Larrosa está al frente del Hospital de Salud Mental y Adicciones.

“Todos podemos atravesar situaciones de sufrimiento psíquico, y es fundamental entender que en salud mental todo tiene tratamiento, incluso las patologías crónicas. Muchas personas saben que necesitarán acompañamiento de por vida, pero eso no les impide llevar adelante una vida plena, con vínculos, proyectos y deseos”, reflexiona Larrosa frente a una necesidad en ascenso.

Aun con su tarea de campo, el sistema local enfrenta limitaciones. En adicciones graves, cuando es necesaria la internación se recurre a comunidades terapéuticas de convenio de Sedronar. Otro de los grandes obstáculos sigue siendo el acceso a la medicación: la reducción del presupuesto nacional impacta en la provisión de psicofármacos y obliga muchas veces al municipio a cubrir esos vacíos.

“El sistema que gestionamos en el municipio está pensado para generar adhesión, no para castigar el abandono. Las recaídas no son un fracaso, forman parte del proceso. La idea es que el tratamiento sea un lugar al que siempre se pueda volver”, explican desde la institución.

La red municipal no funciona de manera aislada: articula con otras áreas del Estado local como Deportes, Género y Niñez para abordar la salud mental desde una perspectiva integral que contemple las múltiples dimensiones del problema.

  • Jornada abierta en el hospital de Salud Mental y Adicciones Papa Francisco
  • Jornada abierta en el hospital de Salud Mental y Adicciones Papa Francisco, con la presencia de familiares

El sostén provincial

En el entramado sanitario, el hospital Enrique Erill, de gestión provincial, ocupa un lugar clave: allí se derivan las urgencias más críticas y las internaciones prolongadas, convirtiéndose en el principal aliado del municipio frente a situaciones que desbordan la atención ambulatoria.

Además de las atenciones en urgencias de todo tipo, el hospital provincial recibe cerca de 4.500 consultas mensuales vinculadas a problemáticas de salud mental y consumos.

El servicio está integrado por más de 30 profesionales, entre psicólogos, psiquiatras, acompañantes terapéuticos y residentes. En línea con la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, que asigna a los hospitales generales la función prioritaria de atender urgencias y emergencias en esta área, el equipo del Erill trabaja bajo un modelo de “cuidados progresivos”. La mirada es integral, ya que cada paciente es abordado en el marco de su recorrido hospitalario, desde una internación en pediatría hasta cuidados paliativos.

“La vida de las personas es dinámica, y el hospital también debe serlo. Desde un nacimiento hasta un final de vida, buscamos garantizar acompañamiento, escucha y contención, adaptando los dispositivos a cada situación”, explica Josefina Moreyra, jefa del Servicio de Salud Mental del hospital Erill.

Josefina Moreyra, jefa del Servicio de Salud Mental del hospital Erill, junto a colaboradoras
Equipo. Josefina Moreyra (centro) es la jefa del Servicio de Salud Mental del hospital Erill.

El área cuenta con dos salas de internación adaptadas, circuitos de atención en guardia, pediatría, neonatología, gineco-obtetricia y rehabilitación, además de un trabajo permanente con Servicios Sociales. Una de sus funciones clave es la articulación con el Papa Francisco: cuando un paciente se descompensa, el hospital lo recibe y, tras el alta, se genera un “puente” para retomar el tratamiento ambulatorio en el dispositivo municipal.

Uno de los datos más preocupantes que aporta el equipo es el récord de internaciones pediátricas por motivos de salud mental en 2024, superando incluso a los ingresos por cuadros respiratorios. “Tuvimos más internaciones por salud mental que por bronquiolitis, algo inédito. Las principales causas fueron ideación suicida, cutting (cortes y autolesiones), crisis de ansiedad profunda y descompensaciones en jóvenes neurodivergentes”, señala Moreyra.

Dado este escenario, se trabaja en la conformación de un área de neurodesarrollo ante el aumento de diagnósticos de autismo severo sin lenguaje, y en la articulación con escuelas, gabinetes y el Servicio Local de Niñez.

La atención enfrenta limitaciones. El acceso a la medicación depende muchas veces de la burocracia de las obras sociales y de los plazos del programa provincial PURPSI (Plan de Uso Racional de Psicofármacos), que cubre a personas sin obra social pero no siempre garantiza la continuidad del tratamiento.

En 2024 se dio un récord de internaciones pediátricas por motivos de salud mental en 2024. “Tuvimos más internaciones por salud mental que por bronquiolitis, algo inédito”.

Las autoridades locales también remarcan la ausencia de dispositivos intermedios, como casas de convivencia o centros de medio camino, fundamentales para acompañar externaciones y procesos de rehabilitación. La falta de estos recursos prolonga internaciones innecesarias. “La internación es un paréntesis. La vida se reconstruye afuera, no entre cuatro paredes”, advierten.

“Buscamos que la vida de las personas tenga sentido y sea soportable. La salud mental no se trata solo de diagnósticos, sino de reconstruir la dignidad y los vínculos. Para eso trabajamos como soporte de quienes han perdido todas sus garantías”, resume Moreyra.

Rol. El hospital Erill recibe las urgencias más críticas y las internaciones prolongadas,

Sostener derechos

La articulación entre el hospital Erill, el Papa Francisco, los servicios municipales, las escuelas y las familias da forma a una red dinámica y cooperativa que sostiene derechos en tiempos de ajuste y desfinanciamiento nacional.

El aumento de las atenciones en el partido de Escobar es el reflejo de un fenómeno más amplio: la salud mental dejó de ser una demanda marginal para convertirse en una de las principales urgencias sanitarias. Dentro de esa curva ascendente, los suicidios y las conductas autolíticas en jóvenes son las más preocupantes.

Pese a la falta de apoyo de niveles superiores, Escobar muestra que con decisión política es posible sostener una red de contención y que la salud mental no es un lujo ni un tema secundario, sino un derecho humano básico. Con la convicción de que cuidar la salud mental es también cuidar la dignidad, los vínculos y la vida cotidiana de toda una comunidad.

Las autoridades locales también remarcan la ausencia de dispositivos intermedios, como casas de convivencia o centros de medio camino, fundamentales para acompañar externaciones y procesos de rehabilitación.

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