La renovación generacional del rock local se está haciendo escuchar: Los Ñoquis proponen diversión para todos con el lanzamiento de su nuevo disco. Intentamos dialogar de manera coherente con los músicos y afortunadamente no lo logramos.

Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra

¿Cómo fue la génesis de la banda?

Skay: Gapo (Gaspar) estaba en una banda de pibes más grandes, en 2010. Ellos ya hacían cosas de grandes como beber alcohol y fumar “orégano”. Gapo en ese tiempo tenía solamente 13 años, entonces la mamá estaba en  desacuerdo con este proyecto y lo convenció de dejar la banda. Al día siguiente, en la escuela, muy obediente, se juntó con un colega llamado Nacho y consiguieron dos más, Rodrigo y José, todos del mismo curso, y se formó Los Ñoquis, que en ese momento se llamó Los ñoquis de papa.

Gapo: En los primeros ensayos comenzamos haciendo temas de Charly García como Cerca de la revolución y Chipi chipi, hasta que a los pocos ensayos empezamos a componer temas propios.

¿Tuvieron en claro desde esos principios cuál sería su dirección musical?

José: En este momento nos tiramos más por la música  funk, sobre todo en el nuevo CD, ¿Funka o no funka?. Las influencias que pueden notarse en el disco son de Sly and the family Stone, Kool and the gang, The Meters, los Rolling Stones, por supuesto, y Electric Light Orchestra.

Rodrigo: También escuchamos bandas nuevas del género como Tapones de punta y Los militantes del clímax, las dos de Buenos Aires.

¿Cómo es el trabajo compositivo en relación a las letras de las canciones?

Gapo: Las letras las invento a partir de una armonía ya armada. Ahí me fijo que la letra y que la melodía encajen en el nuevo tema musical. Las veo como parte de la música en sí, un conjunto. Algunas son una boludez y otras intento que tengan un sentido.

Son una banda muy joven, ¿cómo podrían describir la movida musical actual en Escobar?

Gapo: Mucho no conocemos, te puedo decir en Maschwitz, que es donde vivimos. Nos gusta mucho una banda llamada Anselma, que hace una música bastante movidita y pega con nosotros. También Los cadetes de energía, que hacen funk. Hay muchas más que están buenísimas, de todos los géneros. No nos cerramos en el funk.

En poco tiempo editaron dos discos, ¿cómo fue la experiencia en los estudios de grabación?

Nacho: Dos años después de empezar con la banda grabamos nuestro primer disco: La comida es rock. Lo grabamos en el cuarto de Skay, que en ese momento era solamente el productor musical. El bajista era Ciro Levy, un amigo que ahora está viajando por América latina. Nos llevó un día de grabación, es un disco de primeras tomas, al toque. El disco tiene seis temas propios y dos covers, uno de los Stones (Hey negrita) y el otro de Blur (Country House). Dos años después grabamos nuestro segundo disco, que es totalmente distinto al primero. Se ven más las influencias funkies. Este nos llevó dos noches de grabación y una semana de mezcla. Lo grabamos en El Cubo. Y la verdad que… ¡aguante grabar!

¿Qué planifican a la hora de proyectar el futuro de Los Ñoquis?

Skay: Queremos tocar, grabar, componer y que la gente se cope con lo que hacemos. Sería genial que suenen Los Ñoquis en una fiesta bailable, que empiecen a haber más fiestas de estilos como disco, funk. Que las hay, ¡pero que haya más!

Si los lectores deciden acudir a alguno de sus shows, ¿qué les recomiendan?

Gapo: Estamos notando que cada vez que vamos a ver a una banda o nosotros mismos estamos tocando, ya se perdió la costumbre de pedir “otra”. El famoso cantito “otra, otra” quedó en el olvido o ya dejó de ser el clásico y unos pocos se animan a cantarlo. Entonces queremos dejarle el último mensaje a la gente, que se siga pidiendo “otra”, porque los músicos preparamos esa “otra canción” y nos las terminamos metiendo en el upite.

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