Desde sonidistas e iluminadores hasta docentes, luthiers y centros culturales han tenido que reinventarse para sobrevivir a la pandemia. Pese a la angustia y la ansiedad, afloró la inventiva y empiezan a verse buenas señales.

La industria musical alberga a miles de trabajadores, además de los músicos. Técnicos de sonido, iluminadores, técnicos de grabación, docentes, luthieres, programadores de espacios culturales y vendedores de merchandising son algunos de ellos. Mientras las recomendaciones giran en torno a consumir a los artistas de manera virtual, el “detrás de escena” sufre las consecuencias de una crisis sin precedentes.

En el partido de Escobar son muchos los afectados laboralmente por la pandemia. Sin embargo, se las ingenian para tratar de seguir adelante con algunas estrategias.

“Veníamos trabajando muy fuerte en el verano con la Secretaría de Cultura. Después nos cayó este tsunami con forma de Covid-19 y nuestro trabajo pasó a cero. Los que estamos en la técnica de espectáculos fuimos los primeros en parar y seremos los últimos en volver. Se nos complicó absolutamente todo”, afirma “Quique” Aballay, de qlub Producciones, su empresa de sonido e iluminación.

Lo mismo sostiene David Magnarelli, técnico en sonido y productor técnico: “A mí y a miles de compañeros de todo el país nos ha pegado de lleno. Todos los trabajadores estamos en stand by hasta nuevo aviso. Con mucha ansiedad, muchos caminando por las paredes, muchos con problemas económicos, muchos con problemas habitacionales. Día a día se agrava la situación”.

Gabriel Gardel, que tiene en Belén de Escobar la tienda de indumentaria & merchandising Gardela Rock, también sufre los efectos del coronavirus: “Nadie estaba preparado para algo así. Tuvimos el local cerrado muchos días. Mientras, vendimos por internet. Cuidamos la salud, pero tenemos la necesidad de trabajar, es nuestra única fuente de ingreso”.

De la misma manera repercutió en las escuelas de música y centros culturales. “Este parate nos complicó muchísimo. En marzo queríamos abrir el telón y, de repente, se nos cayó la persiana. Somos los primeros que cerramos y vamos a ser los últimos en salir. Hay angustia, hay mucha gente que vive el día a día en nuestro rubro”, cuenta Adrián Amatucci, de Espacio Sumun, que está en Ingeniero Maschwitz.

El instituto Arte Musas, de Belén de Escobar, logró reconvertirse virtualmente. “Desde que surgió la cuarentena, lógicamente no pudimos tener más las puertas abiertas al público. Entonces empezamos a diseñar las clases online con los profesores y a reorganizar toda la actividad”, señala Romina Vergani.

También actividades afines como los estudios de grabación, la luthería y la asistencia de músicos dejaron desestabilizados a los trabajadores escobarenses. “La pandemia nos agarró bastante de sorpresa, nadie esperaba que fuese tan grave. El primer mes tuve cerrado el taller para cuidarnos. Después, a medida que fueron dando los permisos para circular, empecé a tomar trabajos nuevamente”, cuenta Pablo Villalba, luthier, reparador de instrumentos y creador de las guitarras Taxus.

“Me afectó en parte en mi trabajo. Sigo con el taller de mantenimiento, calibración y reparación y puesta a punto de bajos y guitarras. Tomamos todos los recaudos y toda la prevención para con el cliente y para con nosotros”, describe Juan Piztacho, stage, bass doctor y encargado del mantenimiento y la reparación de instrumentos en MusicaMusica Web.

“La pandemia nos afecta, obviamente. No estamos grabando. Muchos músicos están incursionando en el home studio para lograr una calidad aceptable en las casas. Nos mandan los audios y en el estudio seguimos con el trabajo de mezcla y de mastering. También damos un curso online de mezcla”, comenta Hernán Blanco, del estudio de grabación El Cubo, de Ingeniero Maschwitz.

Adaptarse y reinventarse

Pese a la delicada situación que se vive, el optimismo, la versatilidad y las posibles soluciones son constantes en cada uno de estos trabajadores, que tuvieron que adaptarse y reinventarse para sobrellevar la cuarentena.

“La pandemia nos obliga a buscar nuevas maneras de seguir laburando. Esto me sacó de mi lugar de confort, me movió la estantería, se me cayeron un montón de cosas y las volví a acomodar”, señala Blanco.

Por su parte, Magnarelli analiza que “el espectáculo tendrá que reinventarse, ver de qué manera podrá llegar a su público y ser redituable. Productores que antes eran totalmente individualistas, hoy por hoy se están juntando. Gente que antes no se hubiese sentado a tomar un café con la otra persona, o sí, pero no a desnudar la realidad de su empresa, hoy lo está haciendo para ver cómo salir de esto entre todos. Nadie se va a salvar solo”.

“Lo que muchos hacemos es trabajar en los depósitos reacondicionando los equipos y capacitarnos de manera online, aprovechando este tiempo. Hay colegas que están buscando otro tipo de ingresos, como hacer fletes, trabajos de electricidad o arreglo de computadoras. Todas las empresas estamos dando por perdido el año. Estábamos para romperla en 2020, pero vino el Covid y nos rompió a nosotros”, apunta Aballay.

Amatucci cuenta su experiencia personal y la de Sumun: “Empezamos a reinventarnos a partir de lo que hacíamos. En mi caso, trabajando desde el hogar con streaming para artistas, llevando sus vivos a través de las redes sociales, generando tutoriales y asistencia remota. Desde el espacio cultural apalancamos todos los proyectos de artistas, facilitadores y docentes, ofreciéndoles nuestras herramientas para que remotamente puedan seguir sus clases. Creamos un ciclo llamado ‘Construyendo Lazos’ para visibilizar al artista que está en su hogar y no tiene los recursos para seguir en contacto con su público”.

“Mi rubro está bastante al final de toda la cadena. Si bien la cultura es uno de los puntos más importantes de la sociedad, me parece que es el último que se va a liberar. Trabajo con muchos músicos profesionales que viven de eso, de la música, de su instrumento. Al no haber shows y eventos se complica”, plantea Villalba.

“Sabemos que la reactivación de esto llevará mucho tiempo. Seguramente empiecen con los eventos al aire libre, con recaudos de distanciamiento. Lo veo como una posibilidad no tan lejana. De mi parte trato de ayudar y cuidar el entorno, en especial a aquellos que no tienen ingresos”, recalca Piztacho.

Vergani, en tanto, vive con orgullo y emoción la adaptación de Arte Musas: “Usamos Zoom, WhatsApp, Meet y distintos medios, fue todo un desafío. Las clases funcionan, la gente está contenta y los alumnos aprenden. Recibimos mensajes de los papás diciendo que les alegramos el día a sus hijos. Con todo lo que representa no poder salir, llegar con la música a sus casas es muy gratificante”.

Organización, supervivencia, creatividad, reinventarse. El nuevo glosario que se filtra entre los pentagramas. Por suerte, la canción siempre es la misma.

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