Cómo funcionan los estudios jurídicos que estafan a víctimas de accidentes de tránsito. Sus conexiones con policías, bomberos, médicos y enfermeros. La campaña del Colegio de Abogados para desenmascarar a estas "aves negras" en Escobar.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

La escena se repite día tras día. La pesadilla comienza después del golpe; seco, contundente, ensordecedor. El aturdimiento, el miedo a no saber la gravedad de las heridas, la sangre que corre, el cuerpo que duele. Las ambulancias llegan rugiendo. Pérdida del conocimiento, un auto volcado, una moto tirada, cosas esparcidas por el pavimento. La corrida por llegar al hospital lo antes posible. Gritos y llantos, o puro silencio.

Todo ese caos es el perfecto caldo de cultivo para que empiecen a sobrevolar los “caranchos”. No son pájaros. Son hombres y mujeres que tienen en mente engrosar sus billeteras a costa de estafar a las víctimas de accidentes de tránsito con pequeñas-grandes fortunas.

Como su nombre lo indica, actúan como aves rapaces, esas que se comen la carroña con el pico y con las garras. Se alimentan de las personas desinformadas, de las que se encuentran en estado de shock o en situaciones de vulnerabilidad.

Son los muy cuestionados “representantes de la ley” a quienes Ricardo Darín interpretó en la película de Pablo Trapero. Filmada en 2010, Carancho muestra descarnadamente cómo es el modus operandi de estos inescrupulosos abogados. No, no era ficción.

Una organización bien aceitada

Los caranchos -también llamados correambulancias, aves negras o cuervos- reciben la información del accidente gracias a contactos que involucran a un amplio espectro de gremios: médicos, camilleros, choferes de ambulancias, enfermeros, policías, empleados de empresas fúnebres y hasta barrabravas. Son los “punteros” o “dateros” y pueden llegar a cobrar unos $500 por entregar los datos de algún herido o fallecido en un choque automovilístico. En qué hospital está internado, el nombre, la importancia de las heridas (cuanto más graves, mejor) y, fundamentalmente, un número de teléfono o de documento para comenzar a presionar.

“Convivimos con eso al límite todos los días. Es como si tuvieran un radar, en el momento en que llega un caso de accidente se hacen presentes al instante”, afirma a DIA 32 el director del hospital de Escobar, Carlos Ramos. “Sabemos que la voz de alerta la da gente de adentro, administrativos y sobre todo enfermeros que son los que están viendo el caso de cerca a la par con los médicos. Es muy difícil detectarlos porque lo hacen en forma solapada. Si bien sospechamos de algunos, para denunciarlos hay que documentarlo y ahí es dónde se hace muy difícil”, explica el médico.

La ley del más rápido

Las aves negras más cautas se infiltran en las salas de espera de los hospitales; las más arriesgadas y hambrientas se le animan hasta a las terapias intensivas. Hubo casos en lo que se atrevieron a entrar a la habitación del paciente, disfrazados de médicos con delantal blanco, o de curas.

Toda artimaña es válida con tal de llegar primeros. Saben que si se demoran, otro “colega” les ganará de mano. Actúan principalmente en hospitales públicos, porque quieren captar a las personas con niveles bajos de educación y de poder adquisitivo. Los que quizás, de otra manera, no sabrían cómo reclamar un solo peso. Un tema ético, sobre el que no se ahondará.

“Se dan situaciones en las que, por ejemplo, alguien necesita una prótesis que tarda un determinado tiempo en llegar. Entonces, estos abogados la compran, y se la dan al paciente a cambio de quedarse con el caso”, cuenta Ramos.

Incluso, hay quienes trabajan con empresas funerarias, y en caso de que el accidentado fallezca, ofrecen hacerse cargo de los gastos del velatorio diciendo que luego se los cobrarán al seguro. Pero para eso, tienen que firmar el poder…

Actúan con mucha estrategia. En un primer momento contienen y ayudan a las familias. Después, si te he visto, no me acuerdo. Engañan y enganchan a la gente en el lugar del accidente o en la comisaría, pero principalmente en el centro de salud, diciéndoles que tienen que activar la demanda dentro de las 48 ó 72 horas. Los asustan con que pasado ese tiempo chau, será casi imposible reclamarle una suculenta indemnización a la aseguradora.

“Una mentira despiadada, ya que para iniciar una demanda legal por un accidente de tránsito la ley determina un plazo de hasta dos años”, advierte el presidente del Colegio de Abogados de Zárate Campana, Marcelo Fioranelli. El objetivo, justamente, es que los damnificados puedan asesorarse en materia judicial sin estar en estado de angustia, shock o desesperación. Y en perfecto estado de salud.

Los caranchos buscan la firma que les otorgue un poder absoluto para actuar contra la empresa aseguradora sin necesidad de que la persona afectada participe de la negociación. De esta manera, los abogados le dicen a la víctima que con suerte cobrarán determinada cifra -muy baja, por cierto- y ellos se quedan con la mayor parte del botín sin que el accidentado se entere.

“A veces mandan emisarios y, en algunos casos, el accidentado nunca conoce ni la cara ni el nombre del abogado que lo representa”, agrega Fioranelli.

En la mayoría de las demandas, las compañías de seguros y los caranchos terminan firmando un acuerdo extrajudicial por un monto menor al que correspondería si pasaran por un juicio. Pero eso les conviene, porque se llenan los bolsillos más rápido y porque evitan que alguien los desenmascare.

En carne propia

Martín -quien por cuestiones de seguridad prefiere no dar su apellido- se gana la vida como motoquero. En febrero pasado fue embestido por un automóvil en la Panamericana y trasladado a un hospital zonal para ser atendido por diversas heridas. En los pasillos del sanatorio, un policía le entregó una tarjeta de un estudio jurídico.

Sin que él se pusiera en contacto con nadie, al otro día se presentó una abogada en su casa de Tigre asegurándole que tenía derecho a reclamar una importante indemnización. Desprevenido, Martín aceptó el ofrecimiento. Sus representantes legales cobraron unos cientos de miles, a él sólo le dieron 50 pesos para pagar un taxi.

Rosalía cuidaba a su hijo atropellado en el hospital. En menos de 48 horas recibió 14 llamadas de un estudio jurídico. Alguien les había dado su número de celular y todos los datos del accidente. Cuando tomó conciencia de que la situación era extraña, consultó con un médico. Tuvo suerte, porque fue él quien la advirtió de la existencia de los caranchos, algo sobre lo que ella no tenía ni la menor idea.

Casos como estos se repiten una y otra vez, día tras día, víctima tras víctima.

La mayoría cae

Según datos de la ONG Luchemos por la Vida, tan solo en la provincia de Buenos Aires, en 2013, murieron 2.457 personas en accidentes de tránsito. Los heridos son muchos, muchísimos más. Por lo que el negocio de embaucar a las víctimas es millonario. Los caranchos tienen infinidad de platos para picotear. Y Escobar, por supuesto, no es una isla de moralidad.

Por eso, desde el Colegio de Abogados de Zárate- Campana lanzaron una campaña Anti-Caranchos con el objetivo de informar a la población sobre el accionar de estas mafias. En esa línea, el lunes 30 se reunieron con autoridades y profesionales del Erill. Allí, además, colocaron afiches con información para detectar y desenmascarar a los caranchos.

“Lo principal es que las personas se asesoren con abogados de confianza o contacten al Colegio porque pueden terminar siendo estafados. Además, que duden de aquellos que ofrecen servicios de asesoramiento legal fuera del estudio jurídico, sea en hospitales, comisarías o hasta en el mismo lugar del accidente”, recomienda Fioranelli.

El presidente del órgano colegiado admite que en el departamento judicial hay varias aves negras identificadas, pero que ir contra ellas no tiene sentido porque son mafias. “Por denunciarlos, hace 15 años me quemaron el estudio jurídico y veinte abogados estuvimos de rehenes en el Colegio durante 3 horas”, afirma. Por eso, la estrategia para combatirlos es distinta: en vez de enfrentarlos, dejarlos ser, pero advirtiéndole a la comunidad que los caranchos existen. Y que son voraces.

MARCELO FIORANELLI, PRESIDENTE DEL COLEGIO DE ABOGADOS DE ZÁRATE-CAMPANA

“Por  estas prácticas hay varias causas contra profesionales”

¿De qué forma están articulando la campaña anti-caranchos?

Lo estamos trabajando a nivel provincial. Firmamos un convenio con los ministerios de Justicia, de Seguridad y de Salud para poder estar en los hospitales, ir a las comisarías y alertar a los encargados de esos lugares para que estas cosas no sucedan. Es algo que nos da bastante resultado. También hicimos un afiche que publicamos en los diarios y en la prensa.

Además de estafar a las víctimas, las “aves negras” le quitan el trabajo a quienes no actúan de esta manera…

Exactamente, por eso hablamos también de derivación ilegal de causas, porque cometen delitos con cuestiones de deslealtad hacia la competencia. No son muchos los abogados que hacen estas prácticas, pero sí son los que se quedan con la mayor cantidad de causas por accidentes de tránsito. Va en detrimento de la labor honesta de la mayoría de los abogados que existen en el departamento judicial, que esperan a sus clientes en sus estudios; no en el hospital o en la puerta de la comisaría.

¿Los caranchos sólo se encargan de correr tras los accidentes de tránsito o de otro tipo de siniestros también?

Los caranchos actúan mayormente en accidentes de tránsito, pero también están los “bolseros”, que son los que actúan en casos de accidentes de trabajo. Trabajan con los médicos, que son quienes los derivan al abogado.

¿La ley no puede hacer nada para detenerlos?

La realidad es que hay varias causas iniciadas en el departamento judicial hacia profesionales que ejercen este tipo de prácticas. Y en cuanto a los procesos judiciales que llevan a incriminar a estos abogados, por un lado debe comprobarse la estafa a las aseguradoras. Y por otro lado, ya puertas adentro de nuestra profesión, el Tribunal de Disciplina de nuestro Colegio interviene para estudiar si se trata de una falta al Código de Ética; algo que puede terminar en la quita de la matrícula profesional.

¿Se tiene una estimación de cuántos casos de accidentes quedan en manos de los caranchos?

Alrededor del 80%. Hay abogados que tienen enormes paquetes de accidentes. Son pocos, pero además de llevarse la gran mayoría de las causas por accidentes de tránsito, porque negocian con las compañías de seguro, encima nos hacen quedar como los «cuervos» de la película.

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