Luego de casi tres años de arduo trabajo, la contadora garinense publicó su primera novela: “Mulata, hechicera, bailarina”. Una historia que va y viene entre el siglo XIX y el XXI, protagonizada por tres mujeres con realidades muy distintas pero vivencias similares.

Durante unas vacaciones familiares, Claudia Giudici (49) descubrió la historia que la inspiraría para escribir su primera novela: paseaba junto a su esposo y sus dos hijos por Ilhabela, Brasil, cuando un guía les propuso visitar un lugar poco turístico. Una casona de 1697, sobre un morro y playa propia, que esconde la leyenda de una mujer relacionada a la hechicería en un contexto de piratas, contrabandistas y fantasmas. Así nació Mulata, hechicera, bailarina.

Fueron dos años y medio de escribir capítulos en un cuaderno. Generalmente en el jardín de su casa, en Garín, donde vive desde 2001. Avanzaba con la historia los fines de semana o en los ratos libres que le dejaba su profesión de contadora. Lo hacía como hobbie, sin intención de publicar un libro. Con la exactitud que caracteriza a quiénes trabajan con números, trazaba líneas de tiempo para que todo en la trama fuera muy prolijo, ya que parte de la novela transcurre en el siglo XIX y otra en la actualidad.

La llegada de la pandemia hizo que se replanteara las cosas. “Busqué a una profesional, una correctora especialista en derechos de autor, para que me ayudara a corregirlo. Pensé que me iba a decir que estaba bien pero que me lo guardara para mí. Pero sucedió todo lo contrario, me incentivó, me ayudó, le gustó que fuera una novela de aventura romántica, ágil y con mucha más acción que descripciones. Fueron cuatro meses de corrección intensos”, le cuenta a DIA 32.

Los personajes principales son tres mujeres: Tiaret, una mulata que trabaja en el café más refinado de Ilhabela, punto de encuentro de la elite naútica; Ana, una bailarina del Teatro Colón; y Rebecca, la hechicera, que escapó de Portugal hacia Brasil en el siglo XIX y que, casada con un hacendado brasileño, vive al límite de lo prohibido.

-¿De qué manera conseguiste publicar el libro en plena pandemia?
-Acá estaba todo cerrado, nadie te respondía. Y la verdad es que para un autor que publica su primera novela no hay muchas opciones. Así que busqué en España y encontré a Caligrama, el sello de autopublicación de Penguin Randon House. Como la historia la escribía un poco como satisfacción propia, no me molestó tener que auto editarla. Lo que más me interesó es que me ofrecían la venta mundial a través de Amazon. Y también editan el libro en papel a pedido. La publiqué hace un año y la venta fue mejor de lo que esperaba. Principalmente me interesaba que los lectores me hicieran las devoluciones, que calificaran el libro, y lo hicieron muy bien. Eso es lo más valioso para mí.  En Argentina está a la venta en varias librerías como Estación Libro, Suerte Maldita y Prosa Editores.

-¿Cómo es que una contadora se convierte en escritora?
-Soy una persona de escuchar más que de hablar. Soy muy tímida y expresarme oralmente me cuesta bastante. Creo que la escritura llegó a mi vida un poco por eso, es mi forma de decir lo que quiero sin tener que hablar. Empecé con poesía, pero siempre quise encontrar alguna historia que me movilizara para escribir un poco más, un cuento, una novela.

-¿A qué tipo de público está orientado el libro?
-A todo el mundo que tenga su corazón de niño. Es una novela blanca, donde no hay escenas subidas de tono ni violencia.

-¿Cómo fue el proceso de creación de los personajes?
-Como no quería escribir una historia que se ubicara enteramente dos siglos atrás, utilicé dos personajes actuales, Tiaret y Ana. Son dos chicas de veintipico, una vive en Ilhabela hoy y la otra en Buenos Aires. Permanentemente se van cruzando las historias. El personaje de la mulata creció escuchando la leyenda de sus allegados. Tiene su grupo de amigos, sus proyectos, se enamora, pero toda su historia está muy relacionada con la de la hechicera, porque todo confluye en el mismo lugar.

Rebeca, la hechicera, es la que más armada tenía, porque era remitirme a los hechos y ficcionarlo. Es la villana, pero uno termina queriendo que no la atrapen. Varias cosas que cuento en la historia son reales, aunque seguramente el contexto no lo sea. Lo de los piratas y el contrabando, como que a la protagonista la relacionaron con algún tipo de hechicería, es real. El personaje de Tiaret es el que necesité para unir el siglo XIX con la actualidad, trabaja en la isla con el turismo y con los cruceros que llegan a la isla. Por último, Ana es una bailarina profesional que sueña con prosperar en su carrera y cuya historia termina enlazándose con las otras dos.  

-¿De qué forma te documentaste y ubicaste históricamente?
-Cuando conocí esta historia quedé fascinada. Comencé a investigar, mi libro está ficcionado, es todo lo que me imaginé que podría haber sido. La primera vez que viajé no pude averiguar mucho porque eran unas vacaciones familares. Pero la segunda vez fui con una entrevista pactada con la encargada de la casona donde ocurrió todo. Me contó muchas cosas y me hizo un tour por la residencia. Esa fue la entrevista más importante que hice, además de investigaciones en la biblioteca local. Si bien a esa altura yo tenía la mitad del libro escrito, me sirvió para reforzar y conocer más detalles. Fue importante juntar información para redondear.

-¿Estás trabajando en algún otro proyecto? 
-Estoy trabajando en la saga de la hechicera, de Rebeca, espero que en marzo ya esté disponible el libro. Ahora hago la de Rebeca y después la de Tiaret y Ana. Al final será una trilogía contada en tres libros.

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