
Un entretenimiento que la mayoría practica en una reunión con amigos, dentro de algún quincho o en un bar temático, como un simple pasatiempo, para Jesús Salate (42) significa un modo de vida. En junio se convertirá en uno de los dos argentinos que, por primera vez en la historia, participarán de un Mundial de Dardos a nivel profesional. Algo que para él es tocar el cielo con las manos.
Oriundo del barrio Villa Angélica de Garín, cursó sus estudios secundarios en el Colegio Belgrano -hasta 3º año-, después pasó al Colegio Estrada y terminó en el Nacional de Garín. De adolescente jugaba al fútbol: hizo las inferiores en Deportivo Armenio y a los 18 años se mudó con su padre a Málaga, en España, con la expectativa de probar una chance en ese país, que después no llegó a cristalizarse.
Al año volvió a su ciudad natal y trabajó como administrativo en un hipermercado. Pero extrañaba a su familia, que se había quedado en Málaga, y decidió regresar a Europa, donde sigue viviendo hace 21 años y encontró su lugar en el mundo.
“Ahí comencé a jugar a los dardos, aunque me parecía una tontería. Acostumbrado a practicar fútbol, no terminaba ni una partida del juego. Con mi cuñado pusimos un bar y me empezó a picar el bichito de querer ganarle, de competitivo que soy”, le cuenta a DÍA 32, desde su casa en Málaga, con un acento bien español.

“Cuando comencé a jugar a los dardos me parecía una tontería. Acostumbrado a practicar fútbol, no terminaba ni una partida del juego”.
Mucho más que un juego…
Poco a poco, Jesús Salate fue a entusiasmándose en ese arte de hacer centro en el blanco. Cada vez tiraba mejor y su puntería se iba afinando. “Un amigo me dijo que había torneos por dinero, empecé a ganar y me iba bien. Viajé a jugar a Las Vegas (Estados Unidos), Holanda, Inglaterra, Portugal, por toda España… Gracias a los dardos conocí muchos lugares, subí de nivel y en los últimos años me centré para llegar a jugar un Mundial y a enfrentarme con profesionales”, señala el garinense, contando su crecimiento en este juego, donde ya es un verdadero experto.
“En poco tiempo marqué diferencia con otros compañeros, la gente me decía que era bueno. Desde ahí, los mejores me eligieron para jugar por equipos, y uno de ellos, Francisco Ruiz, me propuso jugar en pareja con él. Nos hicimos socios, íbamos por España y jugábamos en equipo, en pareja e individual. Toda la ganancia era a medias. Entrenaba mucho y así me hice un nombre en este mundo”.
Su excursión a Las Vegas, cuna del juego y las apuestas, se dio por haber ganado un torneo local. Clasificó junto a Ruiz, con quien salió campeón a nivel amateur. Ambos siguieron ganando campeonatos y ganando dinero, pero él necesitaba más motivación. Por eso dejó de jugar un tiempo, aunque hace seis años volvió con el firme objetivo de ser profesional. “Ahí el dinero que se mueve es muchísimo, se puede vivir tranquilamente de esto”, señala.
Para llegar al profesionalismo se necesita jugar un Mundial y una serie de circuitos internacionales, donde intervienen 120 jugadores. A medida que van ganando torneos, van saliendo 20 de ellos y entrando nuevos. Por eso cada año hay pruebas y se van otorgando lugares para el circuito profesional.
“Van miles a tratar de conseguir la tarjeta PS, que te acredita a los torneos profesionales. Yo estoy intentando ir a competir para empezar a escalar. Si en el Mundial hago un buen papel, puedo ganar dinero y clasificar a otro. Dedicándome solo a los dardos durante un año, podría conseguir la tarjeta. Si eres bueno, te mantienes; si no, quedas afuera”, explica, con precisión, sobre cómo se maneja este ambiente.
Dentro de sus torneos más preciados está el de España 2019, donde ganó en individuales, en pareja y por equipos. Otro logro fue llegar a una semifinal con un jugador profesional portugués, donde luego cayó en la final para acceder al Mundial pasado.
“En parejas tengo varios torneos buenos, con Francisco Ruiz, Jaime Nuñez. Ahora, junto a Víctor Guillín ganamos el más importante de mi vida, que sirvió para jugar un Mundial profesional, como al que voy a ir”, comenta, entusiasmado.
“Ojalá esta entrevista sirva para que la actividad se fomente en el partido de Escobar, que haya gente interesada”.

Mundialista en Alemania
Este torneo tan importante al que se refiere Jesús Salate se desarrolló en Panamá el 26 de abril. La dupla argentina se consagró campeona tras vencer en la final a los costarricenses por 7 a 2. Antes, en las semifinales, superaron a Guayana 6 a 2.
Eso les permitirá a Salate y Guillín clasificar al Mundial en Alemania, que se disputará el próximo 12 de junio. Nunca habían participado juntos, como dupla, y lograron que Argentina sea representada por primera vez en un evento semejante. Un logro histórico.
Los dardos que se utilizan para estos eventos son de punta de acero y el sistema de juego es con una puntuación de 501. No se tira al centro del blanco, sino que se va descontando a partir de esa cifra a medida que se va tirando a cada franja numérica. Así hasta llegar a cero; el que primero lo hace, gana. Para terminar la partida hay que acertarle a un número par.

El dardista garinense trabaja como técnico instalador de fibra óptica en Málaga. Cada tres o cuatro años se toma un avión para regresar a su país y visitar a sus familiares en Garín, Matheu y Cardales. Siempre que puede vuelve, especialmente para eventos puntuales como bodas o ciertas fiestas de cumpleaños.
“Ojalá esta entrevista sirva para que la actividad se fomente en el partido de Escobar, que haya gente interesada. Es un juego muy popular y no se necesita una infraestructura para empezar a jugar. Pueden salir muy buenos talentos, no hay una edad. Hay profesionales de 60 años que están en la elite. Ojalá se conozca un poco más”, concluye Jesús Salate, un verdadero embajador garinense en la Madre Tierra.