Con continuidad, despliegue y dos goles claves para la permanencia en Primera, el joven volante ofensivo encontró su lugar en el equipo de Victoria. “Sueño con ser campeón con Tigre”, afirma.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Kevin fue el único de los cinco hijos de Fabián Itabel que siguió sus pasos. ¡Y eso que estuvo a punto de dejar el fútbol cuando jugaba en la séptima de River! Sus ausencias reiteradas a los entrenamientos lo hicieron perder lugar, quedó relegado y pidió el pase. “Estaba en la adolescencia, quería salir y no era responsable”, recuerda hoy, con 20 años, mucho más comprometido que en aquellos tiempos de rebeldía.

La historia de Kevin con la pelota se inició a los 5 años. Su padre -flamante DT de Chacarita- tenía escuelas de fútbol en Matheu y Tigre y lo llevaba para que aprenda a jugar. “Siempre fue fanático del fútbol y de la dirección técnica. Me ponía en todas las categorías, jugaba siempre. Era bastante hincha pelotas”, cuenta entre risas a DIA 32, café mediante, en una fría y lluviosa mañana escobarense.

Años más tarde la escuelita jugó amistosos ante una filial de River Plate. “Ganamos 5 a 0 y yo hice cuatro goles. El DT le preguntó a mi viejo quién era yo y le ofreció llevarme. A la semana estaba entrenando en Villa Martelli, con Lanzini y Kranevitter”. En el club de Nuñez jugó tres años en infantiles y otros tantos en inferiores.

Corría 2008 y Kevin no tenía club. Jugaba recreativamente en Independiente de Escobar, compartiendo cancha con los hermanos Zuculini y otros amigos en común. Uno de ellos le propuso probarse en Tigre y él aceptó, aunque sin demasiada expectativa: “Hice un año en séptima, al DT lo suben a Reserva y me lleva. Hice la pretemporada, pero el entrenador de primera era Caruso Lombardi y no quiere a los pibes. Decía que éramos muy chiquitos, enanos y sin fuerza, así que nos bajó de vuelta a inferiores”, detalla, recordando etapas no tan gratas de sus comienzos.

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El ansiado debut

Tras pasar un año jugando en la quinta división, a Kevin se le volvieron a abrir las puertas del primer equipo: su nuevo entrenador, el “Vasco” Arruabarrena, lo promovió al plantel de primera junto a otros cuatro chicos. Ese verano hizo la pretemporada con los grandes y debutó, teniendo 17 años, el 25 de enero de 2011. Fue en los últimos diez minutos de un partido postergado ante Independiente, en Avellaneda. “Fue una sensación hermosa, estaba toda mi familia en la tribuna. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza, como cuando tomaba el tren para ir a entrenar y no tenía plata”, relata.

Ya con Pipo Gorosito como nuevo entrenador, Kevin empieza a ganar confianza y a cuidarse para no dejar más su lugar en el plantel profesional. Así, al año siguiente tuvo la oportunidad de volver a mostrarse y debutar en la red, ante Vélez, en su primer partido como titular. “Estaba mi viejo mirándome y le dediqué el gol”, recuerda. La alegría fue doble, porque esa noche el equipo de Victoria ganó 2 a 1.

Después se lesionó y estuvo afuera por dos meses. Encima hubo otro cambio de entrenador: asumió Diego Cagna y no lo tuvo en sus planes. “No le gustaba mi forma de juego y tuve que esperar a que se vaya para poder jugar”, confiesa.

Presente exitoso

Finalmente, en el segundo tramo del Torneo Final que consagró campeón a River, el “media punta” -como le gusta definirse- se ganó un lugar en el equipo de Fabián Alegre, a base de buen juego, fina pegada y mucho aporte ofensivo.

Jugó como titular ocho partidos seguidos -de la fecha 12º a la 19º- y marcó dos goles, ante Belgrano y Estudiantes, que ayudaron a dejar a Tigre en Primera. “En este torneo me afirmé, haciendo mucho esfuerzo me llegó la oportunidad otra vez. Vino el gol ante Belgrano, de volea, y ante Estudiantes hice el más importante y el más lindo, por cómo la bajé. Estoy en mi mejor momento y sueño con ser campeón con Tigre”, asegura.

La carrera de un futbolista va más allá de los 90 minutos de cada fecha. Al respecto, Kevin afirma que “hay que encontrar el camino, cuidarse y comer bien. El que cumple eso y tiene un poco de condiciones hace la diferencia”.

Otro escobarense que la “rompe” en el fútbol grande de Argentina, como Ariel Rojas y los hermanos Zuculini. “Siento orgullo de representar a Matheu y Escobar, siempre ando por acá. Franco jugó en Europa, Bruno se está por ir, Rojas fue campeón con River, y yo espero seguir el camino de ellos”, anhela Kevin, el león de Matheu.

La influencia paterna

Al tener un padre con una larga trayectoria como futbolista -jugó en Chacarita, Ferro, Boca Juniors y Rosario Central, entre otros-, Kevin supo asimilar conceptos y ciertos secretos a la hora de la definición.

“Siempre trato de conseguir los videos con sus goles, le hizo uno a Gatti de tiro libre desde 40 metros, jugando para Chacarita. Y yo tengo la ventaja de que él vivió lo que yo vivo ahora y siempre que hablamos el tema es el fútbol, no hay otra cosa”, comenta.

“En el gol ante Estudiantes me acordé de él porque venía errando muchos goles y justo antes de ese partido me mandó un mensaje que decía “Buscá más el gol y tomáte un segundo más para pensar’. Hice eso, dejé pasar a Desábato, la paré y le pegué de zurda”, sostiene Kevin, que cuenta con tres conquistas en una docena de partidos en Primera.

Anécdota: 22 a 0 contra Messi y compañía

En 2011 Kevin fue sparring del equipo argentino que jugó la Copa América en nuestro país. Y de esa etapa le sobran anécdotas. “¡Jugué ante cada monstruo! Un día tuvimos que hacer un 7 contra 7 en un cuadrado chiquito. En el otro equipo estaban Messi, Agüero, Di María, Tévez, Gago, Banega e Higuaín. El equipo que hacía 10 toques seguidos valía como un gol: perdimos 22 a 0. ¡Hicieron 220 pases sin que la agarremos nosotros! Era correr y mirar la pelota, una cosa de locos…Tienen una precisión perfecta”, afirma el joven matheuense. ¿Su máximo referente? El Kun Agüero: “Siempre lo admiré y hasta un día me invitó a comer. Es un crack y un pibe bárbaro”.

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