Fue anunciado en 2008 y debía estar en marcha en 2011. Diez años después, en plena segunda ola de la pandemia, la imponente construcción sigue inconclusa, a pesar de la imperiosa necesidad de camas de internación. Una historia de promesas incumplidas.

Quizás como nunca antes en la historia, la pandemia de coronavirus dejó al descubierto las limitaciones del sistema de salud argentino. A pesar de la inversión a las apuradas y contrarreloj, la elevada demanda de camas de terapia intensiva durante esta segunda ola de contagios colapsó la capacidad de internación tanto del sector público como privado. Por eso esta nueva etapa de confinamiento, que intenta descomprimir la situación antes de que llegue a un extremo peor.

El partido de Escobar, en línea con lo que sucede en toda el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), está en un estado de tensión máxima. Entre el hospital provincial Enrique Erill, el hospital municipal Néstor Kirchner -ex sanatorio San Carlos-, la Unidad de Diagnóstico Precoz de Garín y la Clínica Privada Escobar totalizan 51 plazas de cuidados intensivos. Todas están ocupadas.

Dentro de este contexto, resulta inevitable mirar hacia Garín y preguntarse qué pasa con el Hospital del Bicentenario, que fue anunciado en 2008 por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, empezó a construirse recién tres años después y, una década más tarde, todavía sigue a medio terminar. Cómo puede ser que a tanto tiempo de aquella promesa, y ante un panorama tan acuciante como el que se está viviendo, no haya sido posible terminarlo y ponerlo en marcha.

El nuevo hospital contaría con 112 camas para internación general, 12 para cuidados intermedios y 8 para terapia intensiva, según lo previsto en el proyecto.

El plazo de ejecución de la obra era de seis meses y su costo sería financiado íntegramente a través de PAMI, mientras que del equipamiento y los gastos de funcionamiento se haría cargo el Ministerio de Salud bonaerense. Si todo salía bien y se cumplían los tiempos previstos, debía estar en funcionamiento en 2011.

Pero los años pasaron, cambiaron los gobiernos y hoy lo único que hay es un enorme esqueleto que podría haber sido de gran ayuda en el peor momento sanitario del último siglo. Un elefante blanco que muestra una de las peores caras de la política, donde la palabra no tiene valor y el Estado resulta incapaz de construir un hospital en más de una década, a pesar de necesitarlo como nunca.

Línea de tiempo

El 17 de octubre de 2008, en un acto por el Día de la Lealtad peronista llevado a cabo en la Universidad Nacional de La Matanza, Cristina Fernández de Kirchner anunció el plan de construcción de siete Hospitales del Bicentenario, todos de alta complejidad. Seis estarían en la provincia de Buenos Aires y uno de ellos en Garín; el restante en Paraná, Entre Ríos.

La noticia fue recibida con euforia por la comunidad y la dirigencia política escobarense, ya que implicaba un fortalecimiento del sistema sanitario local acorde a su crecimiento poblacional. De esta forma, además, se lograría darle un respiro al ya entonces exigido hospital Erill, que hasta ese momento era el único establecimiento público con capacidad de internación. Y también era una suerte de reivindicación de Garín, una localidad muchas veces postergada ante la cabecera de distrito, a pesar de tener más habitantes.

Casi un año después del anuncio presidencial, el 19 de junio de 2009, se celebró la firma del acta acuerdo para la construcción del hospital. La postal de aquel acto, realizado en la Asociación Fomento Unión Garín, es una cabal muestra de lo cambiante que es la política: el intendente era Sandro Guzmán, en ese momento alineado al Frente para la Victoria; el ministro de Salud provincial era Claudio Zin, actual columnista opositor al gobierno; la ministra de Salud de la Nación era Graciela Ocaña, hoy diputada nacional de Juntos por el Cambio y crítica furibunda del kirchnerismo; y el secretario de Obras Públicas de la Nación era José López, el de los bolsos, detenido en 2016 y condenado en 2019 a seis años de prisión por enriquecimiento ilícito.

RECUERDO. Ocaña, Guzmán y López, tras la firma del convenio, en junio de 2009.

Después de varias idas y vueltas, las obras comenzaron a mediados de 2011. Antes, el Municipio compró un predio ubicado sobre la calle Almirante Brown, entre Rodríguez Peña y Quinteros, que donó al PAMI para la construcción del hospital. El edificio tendría dos plantas y una superficie total de 17.000 metros cuadrados.

El presupuesto inicial del proyecto fue de $242 millones y la licitación fue adjudicada en 2010 a la empresa Eleprint, que había participado en la construcción del techo del Estadio Único de La Plata y años después se vería involucrada en la denominada “Causa de los Cuadernos”.

A pesar de la demora, lo cierto es que los trabajos empezaron y todo hacía parecer que ya no habría marcha atrás. De hecho, envalentonado por su reelección, en diciembre de 2011 Guzmán arremetió contra el canal TN por un informe sobre el no inicio de la obra. “Así como hace cinco meses estuvieron en Garín mintiéndonos a todos, diciendo que no se iba a hacer ningún hospital, que ahora vengan para desmentir todas las pavadas y las críticas que decían en momentos electorales”, disparó en el discurso que dio al asumir su segundo mandato.

En ese período, la construcción avanzó. No al tiempo que se había estipulado, pero al menos se levantó la estructura y los vecinos pudieron esperanzarse con que el anhelo del hospital se haría realidad.

Sin embargo, en 2013 la empresa constructora paralizó la obra por falta de pago. Casualmente o no, el freno coincidió con el salto de Guzmán al entonces opositor Frente Renovador.

PARA LA FOTO. Guzmán, autoridades y vecinos recorrieron la obra en abril de 2015.

En agosto de 2015, en medio de la campaña electoral, el entonces ministro de Salud provincial, Alejandro Collia, aseguró que el hospital estaría terminado “en ocho meses”. Pero el kirchnerismo perdió los comicios de ese año y las declaraciones del funcionario fueron otra promesa que se llevó el viento.

En esa misma campaña electoral, la finalización del hospital del Bicentenario fue un tema central en las plataformas de gobierno tanto de Ariel Sujarchuk como de su principal adversario, Leandro Costa. Sin embargo, el proyecto fue poco a poco quedando a la deriva y en el olvido.

“La obra está finalizada en un 90% y están todos los equipos comprados. La razón por la que el gobierno nacional no lo termina es porque no quiere pagar el costo de los salarios. Es un tema que hablamos con la gobernadora (María Eugenia Vidal) y ella también quiere que se termine”, expresó Sujarchuk en diciembre de 2016 en declaraciones a El Día de Escobar.

Desde entonces, solo se sabe que el presupuesto inicial de $242 millones en 2011 se elevó a $916 millones en 2019, según la información difundida por el PAMI a través de su boletín oficial. En ese lapso, la contratista Eleprint solicitó 11 readecuaciones de precios que le fueron aprobadas con un incremento de 278%. En el mismo período, la inflación calculada por el INDEC fue de 193%.

En su primera intervención en el Congreso de la Nación, en diciembre de 2017, la diputada Laura Russo logró que se incorpore en el Presupuesto una insignificante partida anual de $5 millones para el hospital del Bicentenario. “Hoy es un elefante blanco, una cáscara vacía en estado de abandono y en franco deterioro”, afirmó la legisladora y por entonces esposa del intendente Sujarchuk. Además, expuso: “Nada más saludable que un gobierno termine una obra que inició el gobierno anterior”.

Actualmente, la empresa estaría percibiendo cerca de un millón de pesos mensuales para el mantenimiento de las instalaciones y cuidar el predio de una posible usurpación.

A principios del año pasado, el actual viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, prometió reactivar la construcción del hospital de Garín. Pero después llegó la pandemia y el proyecto, paradójicamente, quedó cajoneado.

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El problema del arroyo

La necesidad de culminar la canalización del arroyo Bedoya, que cruza parte del terreno donde está el futuro hospital y provoca serios problemas de inundación ante cada lluvia intensa, es primordial para terminar el proyecto.

Los trabajos de readecuación hidráulica sobre el arroyo iban a empezar en 2015 y estaban proyectados para el año pasado, pero el avance fue menor al esperado.

Según información del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, hasta el momento se ejecutó el 40% de la obra. Incluso, fue una de las iniciativas anunciadas por el titular de esa cartera, Gabriel Katopodis, en mayo del año pasado, cuando se dio a conocer un plan de relanzamiento de obras en el AMBA.

Desde el Ejecutivo local confirmaron que el entubamiento del arroyo está llevándose a cabo. “La Municipalidad comenzó a ejecutar la obra. Es una inversión de $400 millones necesaria para la puesta en funcionamiento del edificio que se adeudaba de gestiones municipales anteriores”, confirmaron ante la consulta de DIA 32. No obstante, los plazos estipulados son una incógnita.

Pasó una década desde el puntapié inicial de su construcción y el sanatorio garinense aún no ve la luz. En el transcurso de estos diez años se dijeron muchas cosas, se lanzaron infinidad de promesas al aire y se tiraron cientos de números. Literalmente, se podría hacer una novela con todo lo que ocurrió desde 2008 hasta la actualidad.

La única certeza, acaso, es que el hospital del Bicentenario no podrá funcionar hasta que no se termine la obra del Bedoya. Y si ya pasaron diez años desde la fecha en que esto debía ocurrir, tranquilamente se puede pensar en que pasen otros diez años más.

Ni siquiera la peor pandemia del último siglo sirvió para que este ambicioso e imprescindible proyecto se concretara. Pasaron los gobiernos, cambiaron los funcionarios y se sucedieron las fuerzas políticas en el poder a nivel nacional y provincial, pero el esqueleto del edificio sigue ahí, inerte e inútil.

Durante la campaña electoral de 2015, a Sujarchuk se le ocurrió crear el “Museo del Abandono” para criticar la mala gestión de su antecesor. Hoy, muy a su pesar, tiene una monumental pieza de exposición para aportar a esa triste galería.

SOLO TRES FUNCIONAN

Qué pasó con los otros hospitales del Bicentenario

De los siete hospitales anunciados en 2008 por Cristina Fernández de Kirchner, solo cinco funcionan y apenas dos están terminados por completo. Los de Esteban Echeverría e Ituzaingó fueron inaugurados a mediados del año pasado para hacerle frente a la pandemia, mientras que el de Paraná abrió hace cuatro años, pero aún no está del todo terminado.

Por su parte, los dos de La Matanza -Laferrere y Rafael Castillo- ofrecen algunos servicios, pero las obras aún no están al 100%. De hecho, el presidente Alberto Fernández anunció que los finalizaría.

Del séptimo hospital prometido no se sabe nada. Es el que se proyectaba en General Rodríguez. La obra nunca se licitó.

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