La familia Magnani tiene una larga tradición en el rubro, que comenzó hace siete décadas y ya abarca a tres generaciones. “El reconocimiento de la gente es impresionante”, afirman padre e hijo.

La primera florería que tuvo Belén de Escobar abrió en 1955, se llamaba La Rosa y estaba en Tapia de Cruz 815. Su dueño era Antonio Magnani. Casi tres décadas después, en 1983, Daniel Magnani (62) -más conocido como “Mingo”- tomó la posta de su padre y puso el puesto de flores que está en la plazoleta de Tapia y Colón, en pleno corazón de la ciudad. Lo llamó Verde es Vida. Pero en 1990, al nacer su hija, lo rebautizó por Flores Noelia.

“Nació mi hermana y al otro día mi viejo hizo los papeles para cambiarle el nombre al puesto, por ella. Es por la canción de Nino Bravo, que tanto le gusta a él”, le cuenta a DIA 32 Gastón Magnani (41), la cara visible de la florería, que el pasado viernes 16 festejó su 30º aniversario.

Como tantos otros, el rubro de los floristas se vio muy perjudicado por la pandemia de Covid-19 y la cuarentena. “Arrancamos bien con San Valentín y el Día de la Mujer, dijimos que este era nuestro año, pero después se nos vino el mundo abajo, como a todos. En una época donde florecían los nardos, los lisianthus, las rosas, los productores tuvieron que tirar todo porque no se podía vender”, señala el menor de los Magnani.

A modo de reinvención, empezó a hacer entregas a domicilio de cactus, suculentas, plantas aromáticas y cítricos. Así fue subsistiendo, hasta que el Municipio le permitió abrir para el Día del Amigo y de a poco volver al trabajo, tras cuatro meses en punto muerto.

“La gente nos ayudó mucho, así pudimos seguir adelante. Muchos empezaron a hacer huertas en su casa y nos compraron plantines”, agradece Gastón, fanático de Racing, Sportivo Escobar y el rock and roll.

Daniel, su padre y mentor del puesto, sigue yendo semanalmente al mercado de flores y abasteciendo también a su local de la calle Hipólito Yrigoyen. Rosas importadas, ramos y flores exóticas son mercadería habitual para él, siempre trayendo lo mejor para Escobar.

“Cuando mi padre se enfermó y cerró La Rosa, yo seguí el legado como ahora lo continúa Gastón. Entré al mercado a los 13 años, abrí mi puesto y hacía los dos trabajos juntos. Mis hijos aprendieron de chicos”, remarca “Mingo”, con la satisfacción de llevar adelante un oficio que es una marca registrada para su familia.

De los cuatro hijos del matrimonio de Angélica Romero y Daniel Magnani, es Gastón el que se pone la florería al hombro, pero los otros también colaboran y trabajan ocasionalmente en fechas especiales.

“Sebastián es un artista haciendo flores, un crack, pero lo de él es la música, da clases de saxo. Gonzalo tiene otro emprendimiento, pero ayuda en la caja, y mi hija es profesora de danza. Le quedó todo a Gastón, que es el vendedor y le encanta esto”, resume el padre, un personaje escobarense y un apasionado a la hora de buscar flores. “Tenemos todo, el color de rosa que busques: blanca, amarilla, violeta, conseguimos todas”, asegura.

Flores Noelia tiene clientes en todo el país: hace envíos de ramos a distintas provincias, con la calidad intacta. “Todo el esfuerzo de estos años se ve ahora, y no hablo de plata sino de la clientela que tenemos. El reconocimiento y el respeto que nos tienen es impresionante”, afirma “Mingo”, orgulloso.

Ambos coinciden en la importancia del legado familiar. “La idea es que el puesto conserve siempre nuestro apellido, alguno lo va a seguir”, acotan, entre un colorido increíble de las flores más bellas de la ciudad.

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