
Belén de Escobar tiene un paisaje arquitectónico muy heterogéneo. Con viviendas típicas, chalets, inmuebles que aún mantienen su aspecto colonial, edificios de diversas alturas y casaquintas llenas de verde. Todo formando parte de una fisonomía de pueblo, que con los años se transformó en una ciudad que enamora a sus habitantes, los de siempre y los nuevos.
Dentro de esa variada geografía de construcciones edilicias hay una que llama la atención y es tan original que seguramente sea muy difícil de encontrar en otras localidades del país. Está sobre la avenida San Martín al 700 y es más visible para quienes circulan hacia el centro de la ciudad, ya sea en vehículo o a pie. Arriba de un edificio de dos pisos, que cuenta con locales comerciales en su planta baja, emerge la curiosa e inconfundible silueta de un barco.
Con la proa de cara a la avenida, señorial, sobresale esta construcción, que tiene diez ojos de buey, uno al lado del otro, como si fueran las ventanas de una embarcación real. La estructura abarca todo el largo de la edificación y tiene, al menos, unos tres metros de alto. Todavía se ven pájaros revoloteando alrededor, principalmente al atardecer.
Todo ese inmueble fue construido en 1973 por Pedro Scenna y su hijo, Alberto, quienes en aquellos tiempos se dedicaban al cultivo y la venta de rosas, en un Escobar de antaño. El diseño lo hizo un arquitecto de la ciudad de Campana, a pedido de los propietarios del lugar, que fallecieron décadas atrás.
“Mis viejos se casaron dos años después de haber construido todo, en 1975. Ahí nací yo y también mis hermanos. Todo lo hicieron mi viejo y mi abuelo, desde el local hasta la vivienda”, le cuenta Juan Manuel Scenna (43) a DIA 32, reviviendo su niñez en esa casa, junto a su madre -Adriana Lalli- y sus hermanos Marcelo y Ezequiel.
“Nos fuimos de esa casa en el ´91. Cuando tenía yo 10 años más o menos”, comenta, repasando aquel tiempo, el ex tenista y profesor de tenis en Sportivo y otros predios, profesión que dejó al mudarse de Escobar, en 2016.

Un palomar con forma de barco
“En realidad el barco es un palomar, lo hicieron pura y exclusivamente para que las palomas vayan a comer, a posarse ahí. Se ve que en aquellos años el cemento estaba barato y ellos trabajaban muy bien con el cultivo de flores”, acota, “Juayta”, entre risas, tratando de entender el gasto realizado por su padre y su abuelo hace poco más de medio siglo.
El objetivo se cumplió, porque al poco tiempo de haber terminado esa construcción, las aves empezaron a llegar, usando el palomar como refugio, lugar de descanso y con comida asegurada. “La zona estaba llena de palomas y la forma del barco se dio como un homenaje a los inmigrantes italianos que llegaban por ese medio a nuestro país, como mis abuelos”, señala, explicando la razón de la temática.

La familia Scenna vivió ahí durante más de una década. Abajo habían construido un amplio local comercial, donde durante muchos años funcionó el supermercado “Los Rosales”, que el propio Alberto atendía junto a su familia. En el primer piso estaba la casa, el segundo en ese momento no lo habían terminado y en el tercero estaban la terraza y el llamativo palomar.
“Me acuerdo que en la terraza jugábamos al tenis con mis hermanos. Al lado, donde ahora hay unos locales, vivía mi abuelo, y al lado vive mi tía. Mi viejo después vendió todo a una familia conocida de Escobar y ellos, a su vez, le alquilaron el negocio a unos chinos, que abrieron otro supermercado”, repasa, con muy buena memoria.

“Juayta” está viviendo en el sur de Brasil desde 2016, dedicándose al alquiler de posadas para turistas en la localidad de Praia do Rosa, a 70 kilómetros de Florianópolis. Pero cada tanto regresa a Escobar y pasa por el lugar, de donde guarda los mejores recuerdos de su infancia. “Hace poco volví y vi que se remodeló todo, hicieron departamentos”, apunta, nostálgico, sobre el que fue su hogar en los ´80.
Esa es la simple y pintoresca historia de un lugar que seguramente llama la atención de muchos al pasar, pero del que pocos conocían su origen. El gusto por las palomas y un reconocimiento a los inmigrantes, de esa combinación nació la “casa barco”, que hace cinco décadas se destaca en una de las principales avenidas de la ciudad.