En Escobar, Loma Verde, Maschwitz y El Cazador están germinando grupos de compras comunitarias de verduras y frutas orgánicas. Una alternativa alimentaria sana, nutritiva y económica, en la que todos ganan.

Sin escalas. Desde la huerta a los hogares de decenas de familias, sin intermediarios, pesticidas, ni precios inflados. La producción y venta de verduras y frutas agroecológicas es una tendencia que se instaló en los últimos años y pareciera haber llegado para quedarse. Sin ir más lejos, en varios barrios del partido de Escobar y localidades aledañas cada vez más vecinos acceden a esta opción alimentaria sana, nutritiva y económica.

De la mano de la concientización acerca del cuidado del medioambiente y el consumo sustentable, la variedad y demanda de productos naturales y sin conservantes ha crecido notablemente.

Aquellos que tienen la posibilidad de contar con un terreno y tiempo disponible pueden emplearlo en darle forma a su propia huerta y comer lo que genera. No obstante, hay muchos hogares donde no se pueden producir las verduras y frutas. Para esos casos hay una amplia lista de opciones, por lo general accesibles en lo económico y muy interesantes en cuanto a lo que se puede consumir.

Una de ellas es la de la Red Integral, Zonal, Movilizada y Organizada por la Agroecología (RIZOMA), un grupo gestionado por vecinos cuyo fin es acercar las verduras agroecológicas producidas por trabajadores independientes a las mesas de los hogares familiares. Una especie de círculo virtuoso, en el que se le da sustento a los pequeños productores y los consumidores obtienen productos mucho más sanos que los que se pueden conseguir en cualquier comercio.

Este sistema funciona de manera similar a una compra comunitaria y es conocido como “nodo”. Por lo general, los vecinos contactan al encargado más cercano con el pedido que van a realizar, este funciona como nexo y le pasa la información a quien se ocupe de ir a buscar los bolsones, que pueden ser de 5 ó 7 kilos.

Una vez que llegan, los compradores se acercan a retirar las verduras frescas por un precio mucho más bajo que el de los comercios tradicionales. Además, se suelen vender otros productos como pan, lácteos, dulces y yerba.

RIZOMA cuenta con cuatro nodos en el distrito: en Belén de Escobar, en el barrio El Cazador, en Loma Verde y en Ingeniero Maschwitz. Todos cumplen con la misma lógica y acercan a la comunidad las verduras agroecológicas producidas en la Colonia 20 de Abril, que está en Jáuregui, Luján. Un lugar que pertenece a la Unión de Trabajadores de la Tierra, una agrupación de pequeños productores que ganó bastante notoriedad al formar parte de los “verdurazos” -le regalaban sus productos a la gente- en la plaza del Congreso.

“Empezamos en 2017 con el primer nodo. Al principio yo era consumidora de varios productos de la economía social y esto iba de la mano de nuestros principios y la forma de trabajo: comercio justo, consumo responsable y agroecología”, explica Silvia, la encargada del nodo de distribución de Maschwitz y una de las precursoras de esta modalidad, a DIA 32.

“Con el tiempo fuimos sumando varios productos. Muchos consumidores traen sus producciones, que intercambiamos y también ofrecemos en el nodo”, agrega.

Actualmente, cada quince días se están vendiendo bolsones de 5 kilos de verduras y su valor es de $320. En su interior puede haber productos tan variados como cebolla de verdeo, rúcula, calabaza, puerro, morrón, pepino, zapallitos, remolacha y repollo, entre otros.

Los productos disponibles van cambiando con respecto a la época del año y presentan notables ventajas con respecto a los que se cosechan de manera masiva: “La diferencia más grande es que no se usan agroquímicos. La otra es el respeto por la biodiversidad, por eso el bolsón viene ya con variedades de estación”, argumenta Silvia.

La llegada de la pandemia de coronavirus a la Argentina modificó los procesos de muchísimas actividades. Los nodos de verduras agroecológicas no están exentos, al punto que tuvieron que cambiar y adecuarse a esta nueva situación. No obstante, siguen funcionando.

Los consumidores tienen que acercarse con barbijo, mantener la distancia social con respecto a otras personas y seleccionar las verduras que compraron -dispuestas en una mesa- para guardarlas y retirarlas. “Nos tenemos que manejar con mucho cuidado. Por eso la idea es que haya un nodo en cada barrio y que cada uno se acerque al que le queda más cerca”, plantea la emprendedora.

Jarawi es el encargado del nodo de El Cazador, que creó hace un año tras enterarse de esta modalidad en una feria de productos agroecológicos realizada en Pilar. “Son verduras frescas, orgánicas y de estación. Por eso, en invierno nunca vas a encontrar verduras de verano”, sostiene.

Otro punto interesante de esta propuesta es que gran parte de lo que se recauda es para los trabajadores de la quinta de Jáuregui. Así, ya pudieron realizar varias refacciones y mejorar su calidad de vida, a la par de contribuir con su labor a un consumo responsable con la naturaleza.

“Es otra forma de ver la naturaleza, no como un recurso a explotar para beneficio propio sino como un elemento fundamental que debe cuidarse y generar lo necesario para lograr la soberanía alimentaria”, retoma Silvia.

Al menos 200 familias de Escobar y localidades aledañas ya eligen los productos de los nodos de verduras agroecológicas cada quince días. El medioambiente se los agradece.

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