Tiene 18 años, estuvo en dos mundiales y fue campeón sudamericano de wushu, un arte marcial chino que maneja a la perfección. Estudia kinesiología y cuando deje de competir quiere ser entrenador.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Verlo en acción durante un entrenamiento es asombroso. Su elasticidad, técnica y movimientos, propios de un felino, llaman la atención de quienes se detienen a observarlo mientras hace sus saltos y rutinas en el gimnasio del complejo Bolagama Center.

El escobarense Federico Díaz (18) está viviendo un año deportivo muy intenso. En julio estuvo en el Mundial Junior de Brasilia (Brasil), donde 300 competidores se dieron cita para medirse con la elite del wushu. Participó en tres categorías: puño (salió 25°), espada (9°) y palo (16°).

“No llegué al podio en ninguna, pero era un amateur entre profesionales. Fue muy importante porque se trató de mi primer Mundial, fue cumplir el sueño de mi vida”, le cuenta a DIA 32 al finalizar uno de sus entrenamientos semanales.

Quince días después volvió a subirse a un avión, pero esta vez para ir mucho más lejos. Macao, China, fue su nuevo destino, donde se llevaba a cabo el Mundial Universitario de wushu. Allí fue uno de los dos argentinos que se presentaron entre 100 atletas, y se ubicó en el 11° puesto de su categoría, sacando un 8 como puntaje tras su performance.

Federico estudia kinesiología en la UBA y pudo viajar al gigante asiático gracias al aporte de la Federación Deportiva de Universidades Argentinas (FEDUA), que ayuda a los alumnos que practican un deporte en forma regular.

El wushu es un arte marcial de China. Su significado es arte de guerra y un competidor puede practicar formas o lucha, como en el taekwondo. Díaz hace solo la parte de formas, en sus diversas modalidades: con y sin armas.

Lo que evalúa un jurado es la técnica y la calidad de los movimientos. “Lo que más suma es la actitud, hay que hacer de cuenta que estás peleando. Cada postura o pirueta debe ser perfecta y bien posicionada”, explica, con pasión por su deporte.

A los 7 años empezó a incursionar en el mundo del wushu -desconocido para muchos, pero en franco ascenso de adeptos-, después de pasar horas viendo series y películas de artes marciales en su casa y pidiéndole a su padre que lo lleve a practicar algo así.

“Primero hice taekwondo y no me convenció. Conocí a Gustavo y me gustó el wushu, no lo cambio más. Aunque a veces juego al fútbol con amigos”, confiesa, con la frescura de su edad pero muy maduro a la hora de expresarse y mostrando un respeto admirable.

Su entrenador, Gustavo Mazars, se deshace en elogios: “A veces no tengo que decirle nada, él solo se pone a entrenar. Incentiva a sus compañeros y sabe lo que tiene que hacer. Además, es un chico excelente, con mucha responsabilidad”.

El año pasado fue campeón sudamericano en Montevideo (Uruguay). Y el nuevo desafío de su carrera será en noviembre, cuando se haga en Capital el Torneo Panamericano. “Voy a ir con la expectativa alta, porque ya sabemos cómo entrenar para eso y enfocarnos en los objetivos. Sirvió la experiencia de los mundiales y espero hacer un buen papel”, señala el joven, que competirá en el nivel junior.

De la misma escuela Jing Qi Shen de Bolagama también participarán Román Andújar (12) y Priscila Ivalo (15), así que Escobar tendrá tres representantes.

Federico tiene en claro que quiere continuar en el wushu por mucho tiempo e incluso seguir ligado una vez que no compita más. “Quiero ir a torneos hasta que pueda y más adelante seguir como profesor para formar atletas y que les guste este deporte. No solo la competencia sino el respeto y la amistad que se da en cada torneo”, asegura, enfatizando los valores más allá de la competencia. Un buen ejemplo de constancia y dedicación.

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