La institución cuenta con 400 socios activos y cuatro disciplinas deportivas. Su dirigencia evalúa alquilar la sede social, mudar todo al campo de deportes y hacer un microestadio. “Ojalá podamos cumplirlo”, confiesan, en voz alta.

No son tiempos fáciles para los clubes de barrio, que sufrieron muchas necesidades económicas durante la pandemia, aunque en la actualidad pareciera que recuperaron la fuerza necesaria para poder seguir adelante. A Boca del Tigre siempre todo le costó bastante, pero quienes lo manejan se las ingenian para que continúe creciendo.

La institución, fundada en 1927, es presidida desde hace años por Nicolás Ramos Chávez, a quien ahora acompaña como vicepresidente Alejandro Truppel, un economista que da una mano importante con las finanzas y en el período anterior era tesorero suplente.

Boca del Tigre tiene 400 socios activos que pagan $500 mensuales, más la cuota de la actividad deportiva que practiquen, y unos 300 vitalicios. Con esos ingresos la entidad no llega a cubrir los gastos mínimos y ni pensar en hacer obras.

Sus principales fuentes de recaudación son los alquileres de los locales que tiene en la planta baja de su sede, sobre la avenida Tapia de Cruz al 600, y en el campo de deportes que está en la avenida San Martín al 100. Aunque el dinero no abunda, la institución avanza.

“Hicimos el piso de parqué el año pasado, invertimos mucho. Con la cuota sola sería totalmente inviable y los subsidios del gobierno son chicos, sirven para comprar materiales. Para el parqué se necesitaban millones y logramos financiación por doce meses. Eso lo vamos pagando con los alquileres, por mes”, explica Truppel a DIA 32.

El directivo reconoce que “no es fácil llevar un club adelante”, pero con firmeza y compromiso logran que Boca siga creciendo y planteándose grandes metas hacia el futuro.

Entrada a sede social del Club Boca del Tigre en Tapia de Cruz
Sede social. Está sobre la avenida Tapia de Cruz, a media cuadra de la plaza central de Escobar.

Vóley, fútbol y básquet

Hay tres disciplinas que hoy son la base de la institución. “Donde tenemos más socios es en vóley, después fútbol y básquet. Tenemos patín artístico, pero está más tercerizado, ellos alquilan el salón de abajo”, cuenta Truppel.

El fútbol es la actividad pionera del club, que antaño convocaba a multitudes apasionadas. Actualmente Jorge Frías es quien está al mando de la escuelita y del predio deportivo. Los equipos juegan en la Liga Escobarense de Fútbol Infantil (LEFI) y cuentan con dos tiras completas de planteles en fútbol 7 y 11.

En básquet, tanto la primera división como las formativas juegan en la Liga de Zárate-Campana. Son alrededor de 60 chicos de 13 y 19 años. Además, se está armando la escuelita, con nenes de entre 6 y 12. La idea es que para 2024 las cuatro categorías jueguen en forma competitiva; hoy sólo lo hacen los equipos U19 y U17.

“A nivel deportivo este año jugamos en la B de la Liga, quedamos segundos y en los play-off perdimos en semifinales con Náutico Zárate. La idea era ascender, pero no pudimos. Tuvimos bajas importantes en el partido de vuelta”, lamenta el dirigente.

Al equipo de básquet lo dirige una entrenadora, Jacqueline Falcón, que asumió este año y tuvo muy buenos resultados a nivel competitivo.

En vóley hay cerca de 200 jugadoras, la coordinadora es la profesora Paula Gasme y los equipos participan de la Liga Metropolitana de Voleibol. Las chicas tienen su equipo de primera división, con buen presente.

Además, hay cinco planteles de inferiores, que van desde Sub 12 a Sub 21. Los entrenamientos son tres veces por semana y están a cargo de las profesoras Yanet Witeley y Milagros Russo.

Gimnasio y oficinas

En el primer piso de la sede social funciona un gimnasio con aparatos, donde también se pueden hacer otras actividades fitness. El lugar está alquilado desde hace años, pero pertenece a la institución azul y amarilla.

En el segundo piso están el gimnasio con el parqué nuevo, la secretaría y el salón principal, donde hay distribuidas mesas y sillas del bufete que funciona los días de partidos. Hasta hace unas semanas había un bodegón, pero quien tenía la concesión cambió de rumbo y el lugar volvió a quedar bajo la gestión del club.

Por ahora solo están ofreciendo minutas -pizzas, papas fritas, hamburguesas-, pero la comisión directiva quiere que esté abierto todos los días y tenga el mejor servicio posible.

cancha de parquet del Club Boca del Tigre
Espléndida. El club hizo una fuerte inversión para colocarle parquet a la cancha del segundo piso.

A largo plazo

“Nuestro sueño es mudar todo el club al campo de deportes y alquilar por 50 años el edificio de Tapia de Cruz. Agarrar esa plata y hacer un club en serio, con un microestadio. Ojalá lo podamos cumplir algún día, se estuvo por hacer con un supermercado, nos construía todo nuevo allá, pero no se dio”, declara Truppel, sobre las ideas que maneja la comisión para que el club tenga un sólo lugar, unificando sede y campo deportivo.

De concretarse se debería hacer una asamblea informativa y someter el proyecto a votación de los socios, pero por ahora no hay nada concreto.

Otra idea es quitar el techo de durlock que tiene el gimnasio de la planta baja, levantarlo y que se puedan jugar partidos ahí también. “No podemos poner parqué por el tema de patín, necesitan mosaico”, explica el vicepresidente.

directivos del Club Boca del Tigre
Dirigentes. Alejandro Truppel y Nicolás Ramos Chávez, vice y presidente del Club Boca del Tigre.

“Boca está creciendo mucho, pero está abajo de los demás clubes escobarenses. Los otros son más grandes, esa es la verdad. Siempre estamos remando de atrás”.

El alquiler del salón para eventos, como fiestas o cumpleaños, es una alternativa que se usaba mucho en los clubes, pero que ahora ya no es tan usual, por diferentes elecciones de la gente a la hora de contratar un lugar. Ese sería otro ingreso económico importante, que ayudaría en las finanzas de la institución.

“Boca está creciendo mucho, pero está abajo de los demás clubes escobarenses. Los otros son más grandes, esa es la verdad. Siempre estamos remando de atrás. En básquet, sino estás en la A es difícil, los chicos se van a Sportivo o a Independiente, que los tienen a tres cuadras. Queremos ser más competitivos para que se queden en nuestro club”, confiesa el directivo.

Otra realidad de los clubes sociales es la dificultad para sumar gente que se comprometa a la hora de poner el hombro. “Cuesta que los integrantes de la comisión vengan a las reuniones, somos pocos. Pensamos en hacer comidas, para que no sea solo venir a firmar un acta y listo. El presidente mete muchas horas en el club y trabaja bastante, pero todo cuesta mucho. Hay que colaborar entre todos, no sobra nada”, confiesa Truppel, marcando un déficit común a casi todas las instituciones.

Pese a complicaciones y adversidades, Boca del Tigre avanza y sigue siendo uno de los clubes pioneros del partido de Escobar.