
Hay artistas que se presentan como cantantes o compositores. Juano Siembra prefiere definirse como trovador: alguien que crea, canta y comparte canciones como puente entre su sensibilidad y la de los demás. Desde Loma Verde, donde reside desde hace dos décadas, este músico y poeta de 59 años sostiene una obra atravesada por la memoria, la amistad, el amor, la infancia y el paisaje.
“Mi relación con la música viene desde la infancia, aunque no vengo de familias de músicos. Pero algo había en mí que desde chico ya me despertó interés”, recuerda. A los 12 años les pidió a sus padres que le compraran una guitarra “porque quería aprender a tocar” y comenzó a tomar clases con un profesor, aunque ya antes, con apenas seis o siete, se pasaba las tardes cantando bajo una higuera en el patio de su casa.
Ese impulso inicial pronto lo llevó a cantar en los actos escolares y a convertirse en “el chico que cantaba”. Con los años fue encontrando un camino personal, marcado por la palabra poética y la música de raíz. “Me defino como cantautor, un hacedor de canciones. Lo que más hago son canciones y defenderlas, cantarlas, compartirlas de la manera más decorosa posible, más digna”.
Si bien parte de la música folclórica, su horizonte creativo se abre hacia la canción popular y latinoamericana, sin rechazar otros géneros. “Me identifico con la música de raíz folclórica, pero me gusta la música en todo su espectro, desde lo clásico hasta lo electrónico. Me gusta la música que está bien hecha, más allá del género musical”, afirma.

Su obra está atravesada por influencias que van de Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez y Víctor Heredia hasta Alfredo Zitarrosa, Chico Buarque y Jaime Roos. Pero, sobre todo, se construye desde la necesidad íntima de decir algo a través de la música: “Lo que intento es expresar belleza y mantenernos sensibles a los buenos sentimientos, a los afectos, a todo lo que tenga que ver con hacernos mejores seres humanos en un entorno donde tiene que haber cierta armonía con los demás seres vivos de este planeta”.
El universo y las canciones del trovador lomaverdense se nutren e inspiran en temáticas tan variadas como la infancia, los seres queridos, la amistad, el paisaje, el amor y el desamor, la vida y la muerte.
Juano es autor de un vasto repertorio, que plasmó en varios registros discográficos: Legado de amor, Pueblo Interior y Cinco veces digo Luna. Este último nació casi como un juego, a partir de la reiterada presencia de la luna en sus letras. “Un amigo me hizo la observación de que yo tenía muchas canciones que mencionaban a la Luna, desde distintos enfoques o lugares. A partir de eso me acerqué a Federico Pecchia y con él le dimos forma a ese trabajo”, relata.
El vínculo con Pecchia, músico y productor de Garín, se mantiene hasta hoy. Juntos siguen moldeando nuevas producciones. En 2024 grabó dos EP: Infancia, con tres canciones inspiradas en su niñez en Entre Ríos, y Río, con cuatro piezas que dialogan con ese paisaje líquido que también lo marcó. Ambos están disponibles en Spotify y YouTube.

Escenarios y encuentros
El trovador de Loma Verde no solo canta en estudios o teatros: también se presenta en espacios culturales y bares del circuito local. En 2024 compartió el ciclo Abrazo Cancionero junto al guitarrista y cantante maschwitzense Carlos María Seta, y se dio el lujo de subir al escenario del teatro Seminari acompañado por la Orquesta de Cámara de Escobar. “Fue una gran experiencia, inolvidable”, confiesa.
En los últimos tiempos también se presentó en lugares como La Kalimba (Belén de Escobar), La Mora Lola (Loma Verde) y el Museo Bar (Maschwitz), entre otros, reforzando la idea de que la canción puede y debe circular en todos los espacios donde haya oídos dispuestos a escuchar.

Una vida en canciones
Docente jubilado de Educación Física, Juan José Quittet -su nombre real- siempre encontró un equilibrio entre su trabajo formal y su vocación musical. A los 20 años ya escribía sus primeras letras, inspirado por referentes del canto social y poético. Desde entonces, nunca dejó de crear.
“Lo que intento a través de las canciones es sensibilizar con determinadas cuestiones de la vida. Expresar belleza”, reflexiona. Esa convicción lo guía en cada escenario, sea un bar de Escobar o una sala colmada. Su misión es conmover.
Su vida en Loma Verde también influyó decisivamente en sus composiciones. Radicado en la localidad desde el año 2003, Juano reconoce en el entorno natural una musa permanente. “Hacer música desde Loma Verde es algo muy agradable. En los últimos 20 años, que son los que llevo viviendo acá, he creado buena parte de mi obra. Es una fuente de inspiración”, asegura.
La memoria de su Entre Ríos natal y el abundante verde de su actual hogar confluyen en sus canciones, que hablan tanto de la tierra como de los vínculos humanos. “Pueblo Interior fue el trabajo de un año, una necesidad mía de plasmar en formato audio mis creaciones, que se fueron acumulando a través del tiempo y que yo tenía la necesidad de juntarlas y armar un trabajo discográfico que quedase como registro de mi paso por esta tierra”, explica.
“Hacer música desde Loma Verde es algo muy agradable. En los últimos 20 años, que son los que llevo viviendo acá, he creado buena parte de mi obra. Es una fuente de inspiración”.
Hoy, con casi seis décadas de vida y una carrera que se sostiene en la independencia, Juano Siembra reafirma su lugar en la canción. Un espacio construido con sensibilidad, constancia y amor por la música como lenguaje universal.
Trovador por definición, lomaverdense por elección, su obra es testimonio de que aún en tiempos de ruido y vértigo, la canción sigue siendo un refugio donde habitar y reconocerse.

EL PERIPLO DE JUANO
De Entre Ríos a Loma Verde
Juan José Quittet llegó a Loma Verde casi por azar, siguiendo la huella familiar. Nació en Gualeguaychú y pasó parte de su infancia en Villa Paranacito, Entre Ríos. Tras la gran inundación de 1986, un tío se instaló en Escobar con un aserradero. Desde entonces, Juano, que ya se había radicado en la provincia de Buenos Aires, empezó a visitarlo seguido.
“Ahí empecé a conocer Loma Verde. Con el tiempo, cuando formé mi familia, con mi mujer decidimos hacer nuestra casa propia. Vivíamos en la zona de San Isidro, así que salimos para alejarnos de la intensidad de la ciudad y buscar también un espacio más natural”, relata.
En 2000 comenzaron a levantar su casa y en 2003 se instalaron definitivamente. “Hasta el día de hoy, y si Dios quiere muchos años más, seguiremos en Loma Verde”, asegura.