El cambio climático y la alteración de los suelos por parte de las grandes y nuevas urbanizaciones privadas podrían empeorar la situación en épocas de fuertes lluvias. La tragedia de La Plata, el caso de Nordelta en Tigre y lo que podría pasar con Puertos.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Con la repentina subida del agua, el destino de miles de personas cambió en horas. Miedo, desesperación, desamparo y muerte. Años de trabajo flotando en la fría madrugada. Cuando las aguas bajaron, sólo quedó desolación, muchos interrogantes y pocas respuestas. ¿Cuáles fueron las causas de semejante desastre? ¿Podría pasar lo mismo que el 2 y 3 de abril, o incluso peor, en otro lugar? ¿Escobar corre el riesgo de inundarse como La Plata? ¿Debemos temer cada vez que llueva y no dormir por las noches para que no nos sorprenda el agua al cuello?

A un mes de la tragedia ocurrida en la capital provincial, los funcionarios siguen excusándose en la teoría del “extraño fenómeno climatológico”: gran cantidad de agua caída en poco tiempo. Según el Servicio Meteorológico Nacional, en la ciudad de las diagonales cayeron 180 milímetros en 24 horas. En cambio, la Universidad de La Plata midió más de 300. Aunque parezca una incongruencia, es posible que el volumen de lluvia varíe notablemente entre distancias cortas, con la particularidad de que la mayor parte de ese caudal se desplomó en pocas horas.

Si bien los meteorólogos afirman que fue algo “extremadamente raro”, no descartan que pueda volver a ocurrir. A estas alteraciones, probablemente producidas por el cambio climático, se le suma la desidia de quienes no se preocuparon por hacer las obras hidráulicas y de saneamiento correspondientes ni limpiar los canales de escurrimiento.

Sin embargo, la mayor acusación cae de lleno en el taponamiento que produce el avance desmedido del sector inmobiliario, que no pierde oportunidad de ocupar cuanto metro cuadrado libre encuentra para rellenarlo con cemento y levantar torres y barrios privados, dejando a salvo a algunos y arruinándoles la vida a otros.

Desastre anunciado

El intendente Pablo Bruera había sido advertido en varias ocasiones de que la ciudad tendría problemas en los desagües. Que debía realizar obras y controlar el crecimiento demográfico. En diciembre de 2007, ni bien asumió, recibió un informe del Departamento de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de La Plata que ubicó el problema más grave en la cuenca del arroyo El Gato, un curso de agua que forma parte del río Santiago y atraviesa San Carlos, Ringuelet y Tolosa, los barrios más afectados por la inundación. Ese trabajo señalaba la necesidad de ensanchar el arroyo en un tramo y de impedir que más gente siguiera instalándose en su peligrosa orilla.

Pero el intendente nunca emprendió las obras. Por el contrario, los números que maneja el Colegio de Arquitectos indican que en los últimos dos años se construyeron 800 mil metros cuadrados gracias a un Código de Ordenamiento Urbano que Bruera impulsó en 2009, habilitando la construcción de más y más torres en la zona céntrica. Jamás se pensó en los sistemas de absorción ni en que pudieran producirse desbordes cloacales, como pasó en esta última inundación, que dejó un saldo de al menos 51 muertos.

Un ejemplo cercano

Según estudios realizados por organizaciones no gubernamentales, el porcentaje de tierra ocupada por los barrios privados en el partido de Tigre sería del 60%, aunque las estimaciones oficiales aseguran que no supera el 40. Nordelta y Villanueva se llevan las mayores porciones, pero también hay otros mega emprendimientos inmobiliarios con exclusivas salidas al río.

Esto no sería un problema si construyeran esas gigantescas urbanizaciones sobre tierras naturalmente altas, pero el negocio consiste en comprar terrenos bajos muy baratos y rellenarlos de forma exagerada, dejando a los que viven en las zonas aledañas en una especie de palangana.

Son modelos constructivos que se resuelven terraplenando y rellenando valles de inundación. Los levantan haciendo caso omiso de las leyes provinciales 6.253 y 6.254, que argumentan la necesidad de conservar esas zonas para escurrimiento de aguas y para mitigación de inundaciones.

Por lo tanto, quienes terminan pagando los platos rotos son quienes quedan fuera de esos sistemas.

Nahuel Fredes es vecino de Villa Garrote y cuenta que con la tormenta del 2 de abril el barrio se vio muy afectado: “Tuvimos 50 centímetros de agua dentro de las casas y muchas calles anegadas. Nosotros estamos acostumbrados, pero con el avance de los barrios cerrados o privados, la situación es cada vez peor. Si hubiera caído la misma cantidad de agua que en La Plata, hubiéramos muerto ahogados”, afirma.

Quienes viven en Las Tunas pasan por una situación similar y desde hace años luchan y piden por obras que los salven de inundarse. “En la última tormenta el barrio quedó literalmente bajo el agua. Nosotros estamos cercados por los barrios privados La Comarca y Talar del Lago II, cada vez que llueve es increíble ver cómo toda el agua baja a Las Tunas”, cuenta Lucas Sánchez.

Pero estos no son los únicos barrios afectados en el distrito gobernado por Sergio Massa. Rincón de Milberg tampoco sale ileso en épocas de tormentas y ha quedado varias veces bajo el agua. Incluso han denunciado que varias urbanizaciones privadas abren compuertas para desagotar el agua en las calles adyacentes.

Desde todos los sectores coinciden en que los culpables son los countries y los municipios que autorizan esas obras sin poner demasiados miramientos. El daño no sólo lo causan los terraplenes que levantan, “también hacen colapsar los sistemas de cloacas, la red eléctrica, de agua y de gas. Instalan a miles de familias a vivir en un lugar, pero no acompañan ese crecimiento demográfico con obras”, expone Fredes.

Tigre ya tiene casi 15 años de experiencia, Escobar cuenta con la ventaja de poder nutrirse de esa enseñanza para no permitir que la llegada de la ciudad-pueblo Puertos del Lago -hermana de Nordelta-, entre muchos otros emprendimientos, cause trastornos a los vecinos que llevan años viviendo en el lugar.

Maschwitz: zona de peligro

“No se trata sólo de Puertos del Lago: es la sumatoria de Puertos del Lago, más El Cantón, más San Matías, más El Naudir, más El Cazal, más lo que hay más arriba que es San Sebastián, en Pilar, que ya hizo inundar la ciudad de Luján. Es un combo”, sostiene el escobarense Héctor Magnani, quien integra la comisión asesora del Comité de Cuenca del Río Luján.

El ambientalista explica que “estos emprendimientos tienen lo que se llama acción sinérgica y acumulativa. Si se desarrollara uno solo, quizás no sería tan grave, pero uno al lado del otro en superficies que eran inundables y que absorberían los excedentes de agua, van a provocar que Dique Luján, Benavídez y Maschwitz, queden bajo el agua. De hecho ya se inunda y mucho el barrio San Luis”.

Magnani afirma que el problema no se soluciona haciendo obras sino prohibiendo la construcción de estas urbanizaciones autónomas, al menos en valles de inundación y zonas de humedales, porque “en esa ilegalidad están inmersas la complicidad, la corrupción, la impunidad y un montón de otras hierbas. Ni siquiera presentan estudios de impacto ambiental ni participan en audiencias públicas”.

Además, advierte que la localidad que más riesgos corre de inundarse es Ingeniero Maschwitz. “Al estar instalada entre dos cursos de agua, el arroyo Escobar y el Garín, y como es una zona baja, más que Belén de Escobar, la primera que se va a inundar es Maschwitz, que no es otra cosa que una continuación de Dique Luján. Si llueve lo que llovió en La Plata, se inunda todo. Lo que podría salvarla un poco es que no tiene demasiadas calles asfaltadas y que su superficie todavía absorbe. No digo que no asfalten, pero si lo hacen anulando la superficie de absorción, que es donde se están construyendo las megaurbanizaciones satélites, ahí está la problemática. Toda el agua que venga desde el oeste, de Garín, Del Viso y Savio, terminará yendo a la zona del río. Si eso se tapona, el agua quedará atrapa en la localidad”.

El ambientalista también pide no bajar la guardia ante el levantamiento del parque industrial de Loma Verde, “que está en una zona de inundación del río y recibe el mismo modelo constructivo que los emprendimientos urbanísticos”.

Humedales: ¿Existen o no?

Desde la empresa Consultatio aseguraron a DIA 32 que los escobarenses no deben preocuparse por la radicación de Puertos del Lago, a pesar de la experiencia de Nordelta en Tigre. “El antiguo humedal que ocupaba parcialmente el predio fue destruido por la red de drenajes y albardones hace más de 60 años”, afirmaron los voceros de la compañía que preside Eduardo Costantini.

“Como figura en las planchetas del Instituto Geográfico Militar, las tierras contaron estos últimos tiempos con el aval para la explotación forestal y ganadera. El semiabandono que luego sufrieran tuvo implicancias negativas en el drenaje, quedando un elevado gradiente de sales en los horizontes edáficos superficiales. En resumen, el humedal como tal, ya no existía desde antes del proyecto y por eso fue aprobado por el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS)”, argumentaron.

Además, aseguraron que la lluvia que caiga en Puertos del Lago va a infiltrarse en sus propios jardines y en sus áreas verdes, mientras que el resto va a ir al sistema de lagos interiores, que ocuparán unas 300 hectáreas.

“El agua excedente se descargará directamente en el río Luján, que a la altura de Puertos del Lago se comporta como un apéndice del Paraná de las Palmas y cuya capacidad hace que este excedente no presente ningún problema, como surge de los estudios hidráulicos que motivaron la emisión del Certificado de Aptitud Hidráulica emitido por la Autoridad del Agua (ADA)”.

Para este informe, DIA 32 también consultó al Municipio qué medidas se adoptarán para evitar que el partido de Escobar sufra las consecuencias de las inesperadas y fuertes lluvias de este tiempo. Pero una semana de insistencia no alcanzó para conseguir respuestas formales, más allá de la consabida limpieza del arroyo El Tajamar que se inició en enero y que procura impedir anegamientos en el casco céntrico.

Mientras tanto, los barrios privados siguen copando tierras a paso firme y los edificios en altura proliferan al mismo ritmo en la ciudad, a pesar de una prohibición vigente desde 2006. ¿Cundirá el ejemplo de La Plata o habrá que experimentar la tragedia en carne propia para tomar conciencia?

La histórica inundación del ‘59

En abril de 1959, temporales, crecidas y sudestadas asociadas hicieron que el nivel del agua de la zona del Paraná llegara hasta el pie de la barranca de El Cazador, dejando sumergida la zona de las islas y del bañado. El episodio fue llamado “la marea”.

“Fue algo nunca visto. Yo era chico pero me acuerdo de la cantidad de camalotes, víboras, arañas y hasta ciervos. Fue un fenómeno que duró varios días e inundó las casas más humildes, que no estaban en altura”, recuerda el historiador local Alfredo Melidore.

“Cuando se empezó a lotear y construir El Náutico, los que habíamos visto esa inundación del ‘59, no podíamos creer que ahí estuvieran haciendo casas. ¿Qué pasaría con ellas si algún día la naturaleza volviera a repetir lo mismo?”. Melidore también recuerda que por esos días los viajes en tren a Campana eran “como estar navegando”.

Por su parte, el ambientalista Héctor Magnani aclara que a raíz de esa inundación se dictó la ley 6.253, en 1960, que recalca la importancia de tener en cuenta los registros de inundaciones extraordinarias a la hora de construir. “Pero como los que toman decisiones miden los últimos cinco años, donde no venían habiendo temporales importantes, se agarraron de eso para autorizar. Estas zonas jamás deberían haber sido intervenidas”, advierte.

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