ebtrada el ensueño desde un dron a media altura
Tiene 45 hectáreas, está sobre la calle La Pista y se llama El Ensueño. Deudas millonarias, terrenos embargados, obras paralizadas y propietarios sin acceso a servicios básicos como la luz y el agua. Un polvorín a punto de explotar.

En un entorno con las características típicas de Ingeniero Maschwitz, El Ensueño es un barrio privado que empezó a desarrollarse hace quince años sobre la calle La Pista. Rodeado por una añosa arboleda y otras urbanizaciones similares, con acceso asfaltado, cerca del Arroyo Escobar y del puente La Arenera, su lanzamiento no tardó en encontrar interesados.

Para quienes buscaban un contacto más cercano con la naturaleza y alejarse del ruido urbano, el barrio desarrollado por el fiduciario DEFPIS SRL apareció como una promesa de bienestar y tranquilidad, con una superficie de 45 hectáreas, 413 lotes, un espejo de agua, canchas de fútbol y tenis, piscina y club house.

Actualmente está habitado por unas cien familias; casi todas viven allí. Además, hay medio centenar de construcciones en ejecución y varias por iniciarse. Pero la comodidad y serenidad que muchos compradores buscaban no resultó tal; más bien lo contrario. Por momentos, incluso, se parece a una pesadilla.

Obras suspendidas, deudas millonarias ante organismos públicos, falta de servicios básicos y una administración poco clara son solo algunos de los problemas que denuncian un grupo de vecinos del barrio, quienes en los últimos años empezaron a reunirse para fortalecer sus reclamos y tratar de encontrar soluciones.

Panoramica el ensueño
DESDE EL AIRE. El barrio El Ensueño tiene una superficie de 45 hectáreas y está dividido en 413 lotes.

Expectativa versus realidad

Marcos Maschwitz tiene 48 años, es ingeniero y vivía en San Isidro. En diciembre de 2020 compró un lote en El Ensueño, construyó su casa y hace seis meses la está habitando.

Sobrino bisnieto del célebre ingeniero Carlos Maschwitz, a quien debe su nombre la localidad, cuenta que estaba buscando un terreno en Escobar para mudar a la zona su proyecto de vida cuando pasó por la puerta del emprendimiento. Observó el barrio, los accesos y se decidió a comprar. Pero no pasó mucho tiempo hasta que empezó a notar procedimientos que le generaban dudas.

“Lo primero que sucedió fue cuando empecé a pagar los gastos de conservación y mantenimiento. Me llamó la atención que la cuenta de depósito no era la misma de la empresa que figuraba como el fideicomiso”, le comenta a DIA 32.

Desde ese momento se sumaron otras situaciones que le parecían irregulares, como solicitar la mensura de su terreno para empezar la obra y tener que insistir para obtener una factura; o pedir la luz de obra y no recibir una respuesta.

RELAX VIRTUAL. Descanso, naturaleza, pileta: las promesas del render de la cuestionada urbanización.

Preguntas sin respuesta

Al día de hoy continúa imposibilitado de acceder a su propio medidor. Vive con una conexión irregular, a pesar de que Edenor puede realizar la instalación y él tiene voluntad de pagarla. Como falta la firma de la fiduciaria ante la empresa eléctrica, no puede avanzar en el trámite.

Poco después de empezar a construir, Maschwitz se enteró de que se realizaría una asamblea, que “teóricamente era oficial del fideicomiso”, donde se responderían las dudas de los vecinos. Entonces preparó una serie de preguntas sobre el master plan, la situación financiera, la económica, el avance de la obra y los responsables.

La convocatoria no fue lo que esperaba: “Cuando llegó el día de la asamblea no había ningún representante oficial del fideicomiso. Salí de la reunión con la impresión de que algo no funcionaba”.

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Junto a otros vecinos, envió cartas documento para solicitar la información que les corresponde saber por reglamento. Como no logró que le contesten, decidió dejar de pagar hasta que se esclarezca la situación.

En agosto de 2022, un grupo de vecinos autoconvocados organizó una asamblea en la que votaron a favor de crear una administración propia y remover a la que estaba: Administración Fiduciaria Finca Esmeralda de Los Olivos SAS, creada en 2019 por los mismos socios de DEFPIS SRL.

“Al principio el fiduciario aceptó esta decisión, pero cuando empezamos a avanzar con los trámites, como tener luz y agua, nos encontramos con que el fideicomiso tiene el CUIT vencido, no tiene personería, no está en las actas, los terrenos están embargados por la provincia de Buenos Aires y hay una deuda municipal millonaria”, expone Maschwitz.

Entre la espada y la pared

Regina Solari es otra propietaria afectada. Tiene 28 años y en 2022 compró un terreno junto a su pareja con la idea de construir su casa y mudarse desde Capital a un lugar soñado, seguro y ordenado. La ilusión duró poco: a meses de haber adquirido el lote, asistieron a la asamblea vecinal y se enteraron de lo que pasaba.

“Al comprar el terreno volcamos todos los sueños y todo lo que teníamos, apostando 100% a este proyecto”, le cuenta a esta revista. Cuando supieron que la habilitación de obras desde el Municipio estaba bloqueada, quedaron desairados y entendieron que tenían que poner en pausa todo lo que habían pensado.

“La deuda que figura en ARBA y en la Municipalidad es toda plata que se puso desde los vecinos y que nunca se llevó ni al desarrollo del barrio ni a pagar las cosas que se tenían que pagar. Se robaron lo que pusimos y el barrio está en deuda con todos los entes. Nosotros, como vecinos, hemos tenido la intención de resolverlo, pero el problema es que el fiduciario tiene que poner una firma para eso, lo que implica aceptar que no lo hizo. Entonces, estamos encerrados entre la espada y la pared” sostiene, amargamente.

DESARROLLO TRUNCO. Decenas de obras frenadas o sin iniciarse por falta de autorización municipal.

La otra campana

Carmelo Mobrici es el fiduciario de El Ensueño y aceptó hablar con DIA 32 para dar su versión y responder a los cuestionamientos de los vecinos, punto por punto.

Acerca de en qué estado se encuentra el avance del master plan, afirma que “el barrio tiene la primera etapa de luz completa, la segunda falta ponerla en marcha y también a gran parte de la tercera etapa”.

“Las obras se suspendieron debido a los acontecimientos que han pasado. La empresa que estaba trabajando sintió presiones por algunos vecinos, que es lo que estamos litigando. Entonces, para no crear más problemas, decidimos esperar a que la justicia decida para terminar las obras. Y se van a terminar todas, que no quepa duda”, asegura.

“El fideicomiso tiene el CUIT vencido, no tiene personería, no está en las actas, los terrenos están embargados por la provincia y hay una deuda municipal millonaria”, denuncia uno de los vecinos.

Sobre las acusaciones por impuestos y tasas adeudadas, el administrador dice que a los vecinos “jamás se les cobró ARBA ni impuesto inmobiliario, porque no se puede pagar fraccionado y el dinero de las expensas no alcanzaba para pagar las cuotas de ARBA y el inmobiliario. O sea, nunca se ha pagado, pero nunca se les ha cobrado. Salvo a algunos, que durante un tiempo corto han pagado y hay que retribuirles ese dinero. Seguramente cuando se recomponga la administración, esa es una de las cosas que vamos a hacer”.

Algo similar plantea sobre la tasa municipal: “También la deberían pagar los vecinos y no se ha pagado”.

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¿Todo en regla?

Otro de los tantos puntos en discusión es el estado del expediente para la habilitación de las obras. “Nosotros hemos ido al Municipio. Con el agrimensor nos pusimos a disposición para armar toda la carpeta y en eso estábamos, por eso volvieron a tomar los permisos”.

“En los últimos dos meses, cuando se armó este problema, suspendí todo, porque tampoco pueden ir al Municipio veinte personas distintas y prefiero que un juzgado diga, se acate y, de una vez por todas, todos tratemos de tirar para el mismo lado”, sostiene Mobrici.

“En cuanto a la administración, los vecinos propusieron una y la tomé. Lo único que pedí es que me tengan al tanto de todo. Habíamos quedado en un trato de que por tres meses iban a hacer una administración en común con la que se iba, para que no queden papeles sueltos, y a los quince días echaron a todo el mundo. De hecho, no le pagaron a nadie y me cortaron el teléfono. Ahí sentí que íbamos a caer de vuelta en otro pozo, por eso decidí sacarlos y poner una nueva administración, la cual nunca aceptaron ni se fueron”, acusa el fiduciario.

“Todos queremos que esto se solucione pronto. El barrio es un gran proyecto y la gente merece tener lo que adquirió”, afirma del fiduciario, Carmelo Mobrici.

Contrariando la versión de los vecinos, también afirma que “las obras comenzaron y nunca pararon. Quizás fueron más lentas. La última etapa se había dado a una comisión de vecinos y el fideicomiso había entregado para ello treinta lotes, después se entregaron otros tantos más. Las obras no llegaron a terminarse, pero nunca se han parado”.

Otro motivo de controversias es el dinero de las expensas, que Mobrici jura que no se destinó a obras. “Al contrario, hay una deuda millonaria de expensas de más de cien millones de pesos. Además, las expensas se cobran una vez gastadas, o sea que esos cien millones de pesos alguien los puso. Por ahí, por eso no fueron las obras al ritmo que hubieran querido, porque había una falta de pago de expensas grande y no se pueden absorber las obras y las expensas. Todos queremos que esto se solucione pronto. El barrio es un gran proyecto y la gente merece tener lo que adquirió”, concluye.

ZONA DE COUNTRIES. Al lado de El Ensueño, sobre la calle La Pista, está el barrio privado Santa Isabel.

Entre medio de las partes

El Municipio no es ajeno al conflicto entre los vecinos y los desarrolladores de El Ensueño. Los damnificados remarcan que los funcionarios han mostrado predisposición para que se pueda regularizar la situación del barrio. De hecho, se logró la habilitación de nuevas obras, pero coinciden en que los problemas que afrontan exceden la competencia local.

La secretaria de Planificación e Infraestructura, Verónica Sabena, comenta a DIA 32 que “hay presentado un expediente y el desarrollador tiene que completar algunos pasos administrativos que están pendientes”.

“Nosotros estamos acompañando. Nos hemos reunido con la administración y con el consejo de vecinos para acompañarlos y lograr que el barrio regularice su situación”, explica.

Mientras tanto, lo que para decenas de familias y parejas parecía ser la concreción de un deseo se volvió una lucha por asegurar lo básico, como sucede a menudo del otro lado del cerco. El Ensueño, para ellos, está siendo una pesadilla de la que no logran despertarse.

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