Las gestiones para que exista una parada ferroviaria comenzaron en 1940. Los vecinos costearon la realización de las obras y el primer servicio arribó en 1957. Pero la estación se inauguró en 1960 y fue terminada en 1968.

Lo que actualmente es la populosa localidad de Maquinista Savio no era ni un poblado en 1940. Apenas un puñado de casitas dispersas en medio de un campo desierto. Por eso, el tren que recorría el ramal Victoria-Capilla del Señor no se detenía en el kilómetro 48, entre las estaciones de Garín y Matheu. La empresa de ferrocarril consideraba injustificable realizar una inversión en una zona de tan baja densidad poblacional.

A pesar de esto, en aquel año, un grupo de vecinos del cuartel 9º de Pilar comenzó con las gestiones para contar con este servicio. Además de que uno de sus vagones transportaba diversos productos de granja como leche, huevos y aves, también llevaba un vagón de pasajeros que facilitaría el viaje a los pocos que debían ir hasta Buenos Aires. Los trámites no fueron fáciles, el sueño recién empezaría a concretarse casi veinte años después.

Con el correr del tiempo los campos se lotearon y se formaron los primeros barrios residenciales, en su mayoría con casonas y quintas de fin de semana. La población comenzó a crecer y con ella aumentaron las razones para que el tren tuviera su parada.

Era necesario que los niños en edad escolar contaran con un medio de comunicación hacia los centros urbanos para asistir a las escuelas; que quienes adquirían lotes comenzaran a pensar en construir sus viviendas permanentes sabiendo que viajarían rápido a las zonas fabriles y comerciales y, por último, era un punto estratégico de coordinación con colectivos y transporte de cargas por estar en el cruce de una ruta pavimentada -actual 26, antes 2014-, que se unía fácilmente con la 8 y la 9. 

Con esta renovada situación demográfica, los vecinos arremetieron nuevamente. Consiguieron 207 firmas de pobladores que propusieron hacerse cargo del costo de la obra, que sería supervisada por el ferrocarril Mitre. También se ofrecía ceder a la empresa un terreno de 50 x 700 metros costeando la vía.

Pero fue recién en 1957 cuando un convoy fue autorizado a parar allí por primera vez. Estaba solo destinado a las maestras que venían de Buenos Aires a dar clases en una casilla precaria, que luego se convertiría en la Escuela Nº24. Fue el primer logro y lo que más tarde permitió abrir el diálogo con las autoridades de Ferrocarriles Argentinos. Así, la obra fue aprobada en julio de 1959.

Los pobladores se comprometieron a colaborar con dinero, donando materiales o mano de obra. Por su parte, Juana Beliera, Celia Portillo Beliera de Olivieri y Juan Humberto Ismael Beliera cedieron el terreno.

El 19 de diciembre de 1960 la parada del kilómetro 48 quedó inaugurada, a pesar de que la obra no estaba concluida. Recién lo estuvo en 1968, luego de varios esfuerzos de los vecinos, que hasta organizaron rifas, kermeses, festivales y comidas para obtener fondos. Para orgullo de todos, no fue apeadero ni parada, fue estación. Pero hubo una desilusión: no pudieron bautizarla como querían.

Habían pensado en llamarla Beliera, por el apellido de los antiguos propietarios y donantes de las tierras, o Granadero Gelves, un mártir de la batalla de San Lorenzo nacido en esa tierra. Sin embargo, las autoridades ferroviarias decretaron que se llamaría Maquinista Savio, en homenaje a un conductor del ex Ferrocarril Central Argentino que batió el record de velocidad de Retiro a Rosario al mando de la locomotora “La Emperatriz”.

De esta manera, el nombre de Francisco Savio, un hombre de otras latitudes, quedó grabado para siempre no solo en la estación sino también en una de las seis localidades del partido de Escobar.

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