SONY DSC

Mucha gente angustiada acude al servicio de quienes dicen predecir el futuro o solucionar los problemas con solo dar vuelta algunas cartas del mazo. Pero en el mundo del tarot abundan chantas y ofertas de magia negra.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Difícilmente alguien admita que acude a quienes leen el pasado, el presente y el futuro a través de las cartas para que lo aconseje sobre cómo solucionar sus problemas. Sin embargo, muchas personas lo hacen. Acceder a una tarotista es muy fácil: basta con abrir un diario o con prestar atención a los volantes que pululan por el centro de Belén de Escobar para conseguir a alguien que ofrezca estos servicios, por los cuales la tarifa varía de $50 a $200. O con prender la tele, donde hasta es posible que una “bruja” lea la suerte de los televidentes en vivo y en directo. En la web, las opciones son infinitas y también hay varios 0800 dedicados al arte de la predicción.

El tarot es una forma de adivinación antiquísima, algunas versiones le atribuyen su origen a los egipcios. Dicen que en un principio era un libro con imágenes que los sacerdotes utilizaban como metodología para elegir jerarquías entre ellos. De ese libro se desprendieron los naipes y las distintas culturas empezaron a utilizar la baraja asignándoles significados a sus dibujos.

Otras interpretaciones señalan que su inicio se dio en Italia, pero data de tantos años que difícil sería saberlo con exactitud. Se calcula que hoy existen más de 70 variedades de tarots provenientes de diversos lugares.

Su práctica siempre estuvo ligada a lo oculto y sus adoradores solían ser considerados herejes. Pero si algo tiene de mágico es que supo perdurar a través de los siglos mediante transmisión oral o por escritos que enseñan a leer toda la información que esas cartas, ilustradas bellamente, son capaces de ofrecer.

“Para mí el tarot representa una herramienta sagrada para leer al otro, para vincularme con él y saber acerca de su realidad en el hoy”, expresa Hada María, quien de chica descubrió que tenía poderes y aprendió todo sobre el oficio de forma autodidacta. “Es como un espejo que me representa un diagnóstico. Cuando el consultante llega, lo primero que hago es conectarme con la fuente, que es Dios -yo soy muy creyente-, y luego hago una lectura general”, cuenta a DIA 32 la mujer, que vivió muchos años en Ingeniero Maschwitz y ahora atiende en Pilar, pero aún conserva a muchos de sus viejos clientes.

Según la tarotista, lo primero que convocan las cartas es la problemática por la cual el consultante se acerca a ella. Independientemente de que la persona sea conversadora y cuente todo de antemano, que resguarde información o sea completamente escéptica. “Cuando empiezo a ver suceden cosas. Yo las tomo como regalos de Dios, porque me puedo vincular con situaciones de la infancia, afectivas o laborales. Eso provoca que la persona pueda mirarse, algo que hoy es tan difícil”.

“Mi forma de introducirme en el otro es espiritual y psicológica, y así logramos llegar a terrenos muy profundos. Al final de la sesión, si la persona confía y está dispuesta, se comienzan a hacer los cambios para conseguir lo que cada uno desea”, asegura.

En busca de felicidad

Además de la baraja, Hada María suele utilizar la numerología, la radiestesia y hasta afirma que puede sanar mediante la imposición de manos. “Pero son bocadillos que no utilizo siempre”, aclara.

En cuanto a las reacciones que tienen los consultantes durante la hora y cuarto en que la adivina se esmera por llegar al corazón de personas que nunca antes vio, dice que algunos suelen romper en llanto, otros llegan a emocionarse profundamente y están los que se resisten en cuanto empiezan a sentirse identificados con lo que están escuchando.

La gente se acerca por mal de amores y por cuestiones laborales, pero también por otros motivos. “Actualmente hay mucha falta de paz personal, mucha fluctuación de inestabilidad, falta de propósito, nadie sabe hacia dónde va como individuo y todo eso lleva a que se produzca un desencuentro en todos los ámbitos personales”, destaca la tarotista, quien a esos motivos le suma “la falta de alegría y el abatimiento y el desgano físico”.

A Mary Paz llegan con otros problemas: drogas, alcohol, violencia familiar, mujeres y hombres abandonados por sus parejas. Ella nació en Madrid -su acento no deja dudas- y dice que usa las cartas de su bisabuela que datan de hace más de cien años. Su abuela y su madre no tenían la aptitud de la predicción, pero asegura que ella sí lo heredó y lo descubrió de niña.

Cuenta que hace muchos años vino a la Argentina para acompañar a su esposo y recién desde hace un mes atiende en su casa de Bernardo de Irigoyen al 500, en Belén de Escobar. Hace sentar a sus visitas frente a una pequeña mesa que tiene en su habitación, al lado de la cama, y tras tirarles las cartas les dice cómo abordar sus problemas. Cada consulta cuesta $50.

“Lo que cobro lo dono a las iglesias, orfanatos y hogares de ancianos. Dios me dio un don para ayudar, no para hacer comercio con él. Es más, si la gente no tiene plata, la atiendo igual. Yo tengo a mi marido, que es ingeniero y me mantiene”, afirma.

Esta tarotista, que empapeló la ciudad con sus volantes, asegura que tiene el poder de la videncia. “Cuando la persona entra, ya se a qué viene con sólo mirarla a los ojos y sin que me diga nada. Yo llevo una carga enorme, es como si tuviera un ser dentro de mí que me deja ver los problemas de la gente, incluso de quienes caminan por la calle. Sólo que a ellos no los puedo aconsejar. Puedo hacerlo únicamente con la gente que viene a verme”, explica a esta revista.

Magia negra

En esta época de engaños, falsos profetas y descreimiento, saber quién es una bruja auténtica y quién una simple charlatana no es algo fácil de resolver. Según Mary Paz, “uno se da cuenta porque le cobran el trabajo por adelantado. Cuando una persona hace un bien, no menciona el dinero”.

Hada María señala a los “chantas” en el mismo sentido: “Proponen tratamientos largos y una visita atrás de la otra para cobrar y cobrar. Sino, hablan de trabajos especiales que cuestan muchísimo más que una sesión de tarot”.

Pero no sólo hay que protegerse para no caer en manos de estafadores. También hay que cuidarse de no enredarse en cuestiones de magia negra. Las dos mujeres afirman que existe, que es una forma de hacer daño y que una vez que alguien queda atrapado en sus redes, es muy difícil librarse.

“Yo soy bruja blanca, de las buenas, pero hay otras que son malas y utilizan cosas horribles como tierra del cementerio, polvos de los muertos, sacrificios de animales, prendas de vestir y fotografías. Entierran cosas y pasan años y años ahí y tiran abajo a la persona. Eso quiere decir que le hicieron una brujería. Parte de mi trabajo es deshacer esos maleficios”, dice Mary Paz.

Por su parte, Hada María señala que “hay mucha gente que trabaja con tarots que no son nobles, que se conectan directamente con el mal. Hacen hechizos o rituales para que una persona regrese por ejemplo. El cometido se logra, pero quitándole a ese individuo el libre albedrío para decidir si quiere regresar o no. Hay cantidad de personas que transitan situaciones de dolor y acuden a ayudas mágicas que prometen que en 24 horas les devuelven al marido, o a otro ser amado, y esas son situaciones malogradas. Se hacen reales por medios ilícitos porque se convoca a seres que no están conectados con el bien. Son los famosos trabajos que, lamento decirlo, también están relacionados con el tarot”.

El “mal no me va a hacer”, en este caso, puede que no funcione y que haya que andarse con cuidado a la hora de ponerse en manos de hechiceras que se conectan con lo que nos resulta totalmente desconocido. Aseguran que las brujas no existen, pero que las hay, las hay…

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *