La terrible muerte de un cartero atacado por dos mastines napolitanos en Maschwitz reabrió el interrogante: ¿la culpa es del dueño o de los animales? Una ley provincial establece los pasos a seguir para una tenencia responsable, pero su implementación está pendiente en Escobar.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Se dice que el perro es el mejor amigo del hombre. Son fieles, compañeros, juguetones y guardianes. Callejeros y de raza. Pero también los hay feroces y violentos. A veces estas características tienen que ver con sus individualidades y su naturaleza, y otras con la forma en que son criados y educados. En cualquier caso, dejan de ser “mascotas” y pasan a convertirse en armas, sobre todo para los de afuera de la casa, que no siempre son ladrones.

Lo que pasó el 29 de noviembre en Ingeniero Maschwitz, cuando dos mastines napolitanos mataron brutalmente a un cartero, demostró que no cualquiera puede tener canes de ciertas especies sin estar debidamente informado y preparado. Se requiere de mucha responsabilidad, más si se trata de las razas consideradas potencialmente peligrosas, como rottweiler, doberman, dogo argentino, mastín napolitano, pit bull terrier e incluso los ovejeros alemanes, entre otros.

El presidente del Círculo de Veterinarios de Escobar, Carlos Fangio, explicó a DIA 32 que desde la entidad están abogando por la implementación en el distrito de la ley provincial 14.107, sancionada a fines de 2009, para reglamentar la tenencia de las razas más bravas. Son las que por su naturaleza agresiva, tamaño o potencia de su mandíbula puedan tener la capacidad de matar o causar lesiones graves a las personas o a otros animales.

“Quienes posean este tipo de canes tendrán que registrarlos antes de que cumplan los seis meses de vida -probablemente se hará en veterinarias y mediante un microchip que se le incorporará al animal para que ingrese con un número al centro de datos que se manejará desde Zoonosis-, sus dueños deberán poseer un seguro contra terceros, el perímetro de la casa requerirá estar adecuadamente cerrado para evitar desastres como el que acaba de ocurrir y, en lo posible, deben estar educados por un profesional idóneo para que el amo tenga dominio sobre el animal”.

Fangio aclara que deberán estar adiestrados para obedecer, no para atacar: “Ese entrenamiento está restringido a perros de la Policía o de Gendarmería, está prohibido llevarlo a cabo con perros de familia”. Además, sus dueños deberán sacarlos a pasear con bozal y una correa corta. De lo contrario, se les aplicarán multas de entre 500 y 2.000 pesos.

Protegiéndose de la inseguridad

En los últimos quince o veinte años, cuando la inseguridad se convirtió en un tema altamente preocupante en todo el país, la gente dejó de volcarse hacia el ovejero alemán, que fue el perro de guardia por excelencia durante décadas, y se inclinó por perros cada vez más grandes, feroces e indomables.

“El ovejero alemán era seguido por el doberman, que paradójicamente era considerado uno de los perros más jorobados y en mis cuarenta años de profesión es uno de los menos peligrosos que he visto. Eso de que pierde el olfato es un mito popular que no tiene ningún asidero científico”, acota el veterinario.

De esta manera, la tenencia de canes de gran tamaño y ferocidad se convirtió en un arma de doble filo. Los antecedentes son muchos: perros que atacaron a propios y a extraños, a grandes y a chicos, en Escobar y en todas partes del mundo.

“En el caso de los mastines de Maschwitz, no creo que hayan debutado en estas circunstancias. Ya serían perros bravos y deben haber tenido antecedentes, algo que el dueño no tendría que haber ignorado. Uno debe saber que esos perros tienen tendencia a morder y debe tomar las precauciones necesarias. No es lo mismo un fox terrier malísimo, que le das una patada y te lo sacás de encima, que un perro de 50 ó 60 kilos, que enojado puede ser mortal”.

Quedó demostrado que hay perros asesinos, la pregunta que queda abierta es hasta qué punto sus dueños son cómplices por no haber tomado los recaudos necesarios.

“Jugaban con mi nietita”

José Luis Sánchez vive en una casa a medio terminar en El Dorado al 2700, en el barrio El Triángulo. Es toda una esquina sin alambrado, tapada con chapas, pedazos de maderas, trozos de media sombra y demás objetos para salir del paso. Luego de varios robos, hace cuatro años, decidió hacerse de dos feroces mastines napolitanos, padre e hijo.

En ese lugar sucedió la tragedia del 29 de noviembre, al mediodía. Adrián Enrique Sánchez (31), empleado de la empresa postal OCA, se acercó a la propiedad para entregar un sobre cuando los dos canes se abalanzaron sobre él y comenzaron a morderlo salvajemente. Un vecino intentó ayudarlo abriéndole el portón de su casa, pero en cuanto logró entrar los perros sacaron al cartero a la rastra y lo atacaron hasta matarlo. Después se quedaron custodiándolo, como si se tratara de una presa, hasta que llegó la policía y pudieron sedarlos.

Sánchez, quien paradójicamente tiene el mismo apellido del joven a quien mataron sus perros, aseguró que “eran cariñosos, jugaban con mi nietita de dos años, ella les tiraba de las orejas y nunca le hicieron nada”. También contó a DIA 32 que generalmente los perros estaban atados, pero que ese jueves los tenía sueltos aunque él no se encontraba en la casa.

“Al chico nadie le va a devolver la vida. Ni mi familia ni yo vamos a poder superar esto. Me acuesto y me levanto pensando en lo sucedido”, agregó Sánchez. Dijo que tuvo intención de acercarse a la familia de la víctima, pero que le recomendaron no hacerlo y que todavía no recibió ninguna notificación de la justicia.

Sin embargo, según el comisario de Ingeniero Maschwitz, Rubén Aspani, tanto el propietario de los dos perros como su esposa están imputados por homicidio culposo. Además afrontan una denuncia penal por imprudencia y negligencia, más una denuncia civil de parte de los familiares y de la ART del trabajador en concepto de resarcimientos económicos.

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