El centenario colegio religioso está en crisis. Ante la baja en la subvención estatal, la caída en la matrícula y la morosidad en las cuotas, sus autoridades evalúan darle un nuevo rumbo en 2023. ¿Manotazo de ahogado o aggiornamento?

Que se va a declarar en quiebra, que va a cerrar, que se transformará en bilingüe de doble escolaridad, que la cuota se irá por las nubes… Desde hace varias semanas, en el grupo de WhatsApp de madres del Colegio Santa María no se habla de otra cosa. En sí, toda la comunidad educativa de esa centenaria institución está en vilo por los inevitables cambios que se avecinan. Ante la falta de comunicación oficial, los rumores comenzaron a correr y se convirtieron en una gran bola de nieve. ¿Cuánto hay de cierto en todo lo que se dice?

El viernes 15 de julio, el último día previo al receso invernal, un grupo de padres llamó al director general del colegio, Fernando Vitullo, para avisarle que se iban a presentar en la puerta del establecimiento para pedir explicaciones. Fueron más de cincuenta y la movilización logró su objetivo: Vitullo los recibió junto al representante legal, el abogado Patricio Barber Soler.

“Lo primero que nos dijeron fue que eran todas habladurías”, le cuenta a DIA 32 María Villegas, que tiene a su hija Agustina en cuarto año del secundario. Y amplía: “Admitieron que habría un cambio de modalidad para 2023, que básicamente sería extender la jornada para agregar materias como programación, robótica, deportes e inglés para que los padres no tengan que mandar a sus hijos a una academia”.

Una de las inquietudes que se planteó en la reunión fue si el nuevo proyecto institucional se pondría a consideración de las familias para que puedan evaluarlo antes de su implementación, ya que probablemente no todas estarían de acuerdo con las nuevas reglas. La respuesta fue negativa: les dijeron que no será opcional adaptarse a las nuevas normas y que confían en que la resolución dejará a todos satisfechos.

En sus tres niveles -inicial, primario y secundario-, el ex colegio de monjas, actualmente gestionado por el Obispado de Zárate-Campana, tiene un total de 750 alumnos. Lejos de sus décadas de oro, hace años viene experimentando una significativa caída en la matrícula. A tal punto que a la tarde hay cursos que tienen entre 7 y 15 estudiantes. Por eso la idea sería discontinuar ese turno y hacer uno solo, con jornada extendida, desde las 8 y hasta las 16:30.

Agregar horas en los diferentes niveles de enseñanza es una propuesta que viene impulsando el Ministerio de Educación de la Nación, a la que ya adhirieron una decena de provincias con sus escuelas primarias. Es una modalidad que también se puso en marcha en países de la región como Uruguay, Paraguay y Chile.

El tema es que la estructura edilicia del tradicional colegio católico no está en condiciones de afrontar el cambio por diversas razones. Algunas de infraestructura; por ejemplo, no tiene comedor. Una posible solución sería unir dos aulas y adaptarlas para que puedan almorzar los chicos de primaria. Los de secundaria tendrían que salir a comer afuera.

EMBLEMÁTICO. En su edificio de Tapia de Cruz e Yrigoyen, el colegio alberga los tres niveles de enseñanza.

La versión oficial

Como contracara de la preocupación generalizada que sienten las familias e incluso el personal del colegio, los directivos afirman que todo está en orden y que lo que viene será algo mejor. “Seguimos funcionando con normalidad, no son ciertos los rumores de que la escuela va a cerrar ni nada por el estilo”, asegura Barber Soler, quien aceptó una entrevista con DIA 32 en medio del receso invernal.

“Queremos ofrecer la mejor calidad educativa asumiendo la responsabilidad de formar a los alumnos para el mundo laboral que se viene, que es distinto al que funcionaba hace 15 ó 20 años. Los colegios siempre tienen que estar pensando si las herramientas que ofrecen a sus alumnos le van a servir para el futuro, tanto laboral como personal. Le tiene que dar habilidades y destrezas que los ayuden a ser mejores personas”, explica el represente legal.

La intención del colegio -señala- es llevar adelante un plan donde los chicos salgan con muy buen nivel de inglés, mayor desarrollo de habilidades deportivas y capacidades de manejo de tecnología.

“También queremos colaborar con la gran mayoría de las familias, donde padre y madre salen a trabajar y los chicos cuando vuelven a sus casas están mucho tiempo solos. Eso impacta en las familias y en la comunidad, porque a un adolescente estar tanto tiempo solo en la casa lo hace más vulnerable. Además, la mayoría de las familias está pagando aparte un instituto de inglés, que también tiene un alto costo”, agrega.

Barber Soler se excusa de dar mayores detalles hasta que la propuesta definitiva sea presentada a docentes y familias de la institución. Algo que probablemente suceda durante las primeras semanas de agosto.

“Queremos ofrecer la mejor calidad educativa asumiendo la responsabilidad de formar a los alumnos para el mundo laboral que se viene”, afirma el representante legal del colegio.

INQUIETUD. Decenas de madres y padres se movilizaron al colegio para pedir explicaciones a las autoridades.

Cuestión de números

En 2020 el colegio Santa María fue recategorizado y sufrió un recorte en la subvención estatal para cubrir los salarios docentes, que pasó de 100% a 70% para primaria y secundaria y a 60% para inicial. Esto significó un golpe para el bolsillo de los padres, quienes debieron afrontar una cuota más alta y temen que con el nuevo sistema aumente otra vez y mucho.

“Nos aseguraron que no van a aumentar los precios, no porque no quieran sino porque no pueden. Podrían aumentar un 10 ó 20% en primaria, pero al resto no porque ya están al límite. Si aumentan, baja la subvención”, explica Villegas.

Lo cierto es que el colegio se ve obligado a jerarquizar su propuesta pedagógica porque el arancel que percibe es bastante más alto que el de otros similares de gestión privada. En la actualidad, los montos oscilan entre $16.000 y $25.000, según el nivel.

Por otra parte, es vox pópuli que el colegio está incumpliendo el pago de sueldos en tiempo y forma. Ante los padres, las autoridades adujeron problemas de liquidez causados por un alto nivel de morosidad en el pago de las cuotas. Sin embargo, el representante legal le dio a esta revista un panorama distinto: “Es cierto que bajó la matrícula, pero eso no implica problemas financieros. Que algunos no estén pagando es una realidad de este colegio como de tantos otros”.

Villegas, en cambio, asegura que “no tienen ni para hacer cosas mínimas que se necesitan”. Por eso, se pregunta: “¿con qué dinero van a pagar la construcción del comedor y cómo le van a pagar a los profesores especiales del turno tarde?”.

MODALIDAD. El colegio evalúa discontinuar el turno tarde para pasar a jornada extendida a partir de 2023.

“Ellos dicen que con esta nueva oferta ningún alumno se va a ir, que ingresarían 200 nuevos y que con ese dinero cubrirían los gastos de los arreglos. Pero si esa ecuación falla, todavía no tienen plan B”, advierte la madre, cuyo razonamiento es el que muchos se hacen.

En la comunidad escolar hay una seria preocupación por todos estos temas, pero sobre todo porque de ser obligatoria la jornada extendida muchos chicos tendrían que dejar las actividades que hoy realizan en sus horas libres.

“Hay chicos federados en deportes. Otros están súper adelantados en inglés, quizá están en cuarto del secundario pero en sexto año de inglés en la academia, por lo tanto perderían el tiempo cursando el idioma en la escuela. También hay una madre que trabaja en horario vespertino y a la tarde es el único momento que ve a su hijo, entre muchas otras complicaciones”, enumera Villegas, una de las madres más activas e informadas.

Está claro que para el colegio estos cambios significan armar una especie de tetris en el que indudablemente no podrán conformar a todos. Deben ubicar a los docentes del plantel en esa escuela o en otra, tomar personal nuevo y dejar contentos a casi 800 alumnos y a sus padres.

Encima, todo a contra reloj. Porque, además de que no es saludable dejar a tanta gente en la incertidumbre por mucho tiempo más, quienes decidan dejar la institución deberán encomendarse a Dios y María Santísima para conseguir vacantes en alguna otra escuela escobarense. Que no será como buscar una aguja en un pajar, pero se le parece bastante.

Más de cien años de historia

El colegio Santa María es uno de los más antiguos de la ciudad. Sus orígenes se remontan a 1918, cuando el cura párroco Emilio Paulino solicitó a la congregación Nuestra Señora de la Compasión, de origen francés, fundar en Belén de Escobar una escuela compasionista.

Al año siguiente llegaron a cumplir esta misión cuatro religiosas, dos francesas y dos españolas: María de la Cruz, María de los Milagros, María Petra y María Genoveva, quienes comenzaron dando clases en una casona ubicada sobre la calle Asborno. En ese entonces eran cincuenta alumnos.

El colegio fue creciendo y en 1926 se trasladó a su actual edificio, en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Tapia de Cruz, frente a la plaza principal, donado por la vecina Castora Viera de Díaz.

En 1981 las religiosas compasionistas se alejaron del colegio, que hasta 1986 fue dirigido por laicos. En ese año monseñor Alfredo Espósito, obispo de la diócesis de Zárate-Campana, convocó a las religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas. Con su llegada se realizaron las primeras remodelaciones y ampliaciones edilicias.

Las monjas claretianas se retiraron en 2010, ya que se redujeron en número y tenían muchas obras que atender. De ahí en más el colegio está en manos del Obispado Zárate-Campana.

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