Por CIRO D. YACUZZI
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El buque Exemplar nunca fue bienvenido a las aguas escobarenses del Paraná de las Palmas. Sus impactantes 280 metros de eslora representan para muchos un grave y latente peligro, una bomba de tiempo capaz de borrar del mapa a la capital nacional de la flor. Suena exagerado, es cierto, pero hay ambientalistas que lo afirman convencidísimos y algunos accidentes ocurridos en otras partes del mundo con puertos de regasificación como el nuestro les dan cierto asidero a sus profecías.
Como sea, el domingo 15 de mayo de 2011 el Exemplar amarró en el kilómetro 73 del Paraná de las Palmas. Tres semanas después -el 8 de junio-, la terminal portuaria de GNL (gas natural licuado) fue formalmente puesto en funcionamiento por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien al oprimir el pulsador del dispositivo que activó la luz verde se permitió una licencia de dudoso humor: “A ver si hago pluf y todos hacemos ¡boom!”, bromeó la mandataria.
Desde entonces, al puerto de regasificación han arribado decenas y decenas de buques metaneros salidos desde Trinidad y Tobago, Nigeria y Qatar. Sus cargas líquidas son volcadas con mangueras en el inmenso tanque del Exemplar -tiene capacidad para 150 mil metros cúbicos-, que almacena el gas y luego lo inyecta en estado natural a un conducto que abastece a los cordones industriales y urbanos de Rosario y Gran Buenos Aires. En todo este tiempo no se supo que haya ocurrido algún hecho que alimente su temible reputación, aunque se sabe que los accidentes no suelen avisar; simplemente llega un día en que, si tienen que ocurrir, ocurren.
Claro que no todos consideran, al menos públicamente, que el Exemplar pueda ser tan devastador como “55 bombas de Hiroshima”, como se ha escuchado y leído, ni tantísimo menos. Por supuesto que hay sobre este barco una versión oficial que lo defiende, que desestima su peligroso potencial y que lo pinta tan inofensivo y seguro como un velero con una garrafa vacía. Pero siendo neófito es imposible saber cuánto de exageración y cuánto de mentira o encubrimiento hay en uno y otro lado. Es cuestión de creer o explotar.
Lo cierto es que, guste o no, asuste o no, el Exemplar llegó a Escobar para quedarse, al menos hasta nuevo aviso. Es un hecho consumadísimo, por más que algunos vecinos todavía sigan dando infructuosas batallas judiciales para tratar de bloquear su funcionamiento.
Pero este “servicio a la Patria” de Escobar no sería gratuito. Por supuesto que no. Muy por el contrario, el costo de tener semejante monstruo al acecho sería compensado con una serie de obras de infraestructura pública que el gobierno nacional le pagaría al intendente Sandro Guzmán.
Obras muy esperadas, que significarían un enorme salto cualitativo del distrito y producirían un apreciable impacto local, particularmente en Belén de Escobar. Por caso, la repavimentación de la avenida San Martín y del camino al Paraná de las Palmas. O la construcción de un camino de circunvalación que uniría el puerto con la autopista Panamericana, a la altura de Loma Verde, que eliminaría de una vez por todas el tránsito pesado por la zona urbana de la ciudad.
Si el Exemplar no fuera lo peligroso que se comenta y esas obras se hubieran concretado, quizás podría decirse que Escobar, pese a todo, hizo negocio. Pero si bien no se ha probado empíricamente que el puerto de regasificación sea una amenaza de muerte para todos, lo que sí está confirmado es que del blindaje económico que se esperaba por parte del Ministerio de Planificación Federal solo llegaron migajas.
Moneda de cambio
Nueve días después de que el Concejo Deliberante sancionara por unanimidad la ordenanza que autorizó al controvertido y resistido proyecto “Escobar GNL”, el intendente Sandro Guzmán participó de un encuentro clave con el ministro Julio de Vido, a quien varias veces se ha referido como “un amigo de Escobar”. Fue el 23 de julio de 2010, en el piso 11 de Hipólito Yrigoyen 250, en Capital Federal, donde funciona el Ministerio de Planificación Federal.
Allí, suscribieron un “acta acuerdo” en la que el ministerio manifestó su interés en desarrollar en el partido de Escobar una serie de obras de gran impacto y encomendó a la secretaría de Obras Públicas de la Nación, a cargo de José López, “realizar las gestiones necesarias para financiar la ejecución” de cada uno de los proyectos. Entre los más importantes: la repavimentación completa de la avenida San Martín y del camino al Paraná; un camino de circunvalación desde el río hasta la autopista, a la altura de Loma Verde; 300 cuadras de pavimento urbano y una rotonda en la intersección de las rutas 26 y 9.
La firma de ese documento fue celebrada como un Mundial en el Ejecutivo, que lo promocionó con bombos, platillos y vuvuzelas: “Sandro Guzmán escribe una de las páginas más importantes de la historia del partido de Escobar”, era el título de un comunicado emitido horas después del encuentro y que aún está publicado en el sitio web del Municipio.
Pero si del dicho al hecho hay un largo trecho, de aquella manifestación escrita al compromiso contante y sonante hubo y sigue habiendo una distancia igual o mayor. Es que la cartera que maneja el arquitecto De Vido envió fondos en cuentagotas y por un monto total muy poco significativo.
Apenas si se hicieron 60 de las 300 cuadras de asfalto prometidas y un precario pavimento en el acceso a la escuela de islas, que no tardó más que unos pocos meses en empezar a romperse. Poca cosa, casi nada. Un mal negocio. Pésimo.
Un caso emblemático
La repavimentación de la ruta 25, que iba a hacerse en dos tramos: desde la intersección de las avenidas Tapia de Cruz y Belgrano hasta la entrada al barrio parque El Cazador, y desde allí hasta el puerto del Paraná. El Municipio cumplió su parte al acelerar los llamados a licitación y preadjudicar las obras. La primera por 7 millones, a la empresa Nehuén, y la otra por 100 millones de pesos, a Maquivial, Centro Construcciones S.A. y la fusión de Grupo Constructora y Viame, que se dividirían en partes iguales los 10 kilómetros del camino hasta el río.
Pero la maraña burocrática, probablemente acompañada de otros factores, hizo naufragar ambas obras. Por el paso del tiempo las empresas adjudicatarias solicitaron una readecuación de los precios, a la que Nación se negó, mientras que el Municipio no se animó a comprometer fondos de sus arcas para cubrir la diferencia. Entonces, todo volvió a fojas cero.
Pero el derrotero de la 25 no termina ahí. La obra volvió a ser reflotada y el año pasado quedó incluida en un nuevo convenio firmado por Guzmán y De Vido, en el marco del programa “Más Municipios, Más cerca”. Eso fue el 18 de octubre, no casualmente en la conmemoración del Día de la Lealtad Peronista. Sin embargo, pasaron seis meses y del dinero para la repavimentación, ni noticias.
Con matices, también varados se encuentran los demás proyectos firmados en 2010. Tres años después, cualquier analogía con el cuento del tío es mera casualidad.
“Que De Vido pague lo que nos debe”
En declaraciones que realizó en marzo al portal EL DIA de Escobar, el senador provincial Roberto Costa fustigó el incumplimiento de los compromisos que el Ministerio de Planificación Federal había asumido a cambio del puerto regasificador. Incluso se ofreció a acompañar al intendente Sandro Guzmán en un reclamo conjunto por ese botín.
“Me ofrezco para acompañarlo a ir a reclamarle a (Julio) De Vido la plata que le debe a Escobar. Seguramente él lo debe estar haciendo todos los días, porque no puedo pensar que no lo haga, pero tiene que entender que no se la debe a él sino a todo el partido de Escobar”, expresó el legislador radical, quien recientemente reasumió la vicepresidencia segunda de la Cámara de Senadores bonaerense.
“Así como en esos momentos el intendente nos convocó y entendimos que si estaba todo esto a cambio era beneficioso, y por eso no fuimos en contra del puerto regasificador, ahora queremos que nos convoque de nuevo para ir a reclamarle a De Vido que pague lo que nos debe, porque los escobarenses perdimos calidad de vida con ese puerto regasificador, pero nos iban a dar una retribución”, sostuvo Costa.
“Yo podría reclamar por mi cuenta desde la Cámara, pero creo que sería irrespetuoso con el intendente. Por eso espero sus tiempos y me pongo públicamente a su disposición para hacer lo que haya que hacer. Yo confío en Guzmán. Si él va y me necesita, yo voy a estar”, afirmó.
Una prioridad postergada
La repavimentación de la ruta 25 no es un deseo antojadizo. Más bien es una obra impostergable dado el calamitoso estado en que se encuentra, sobre todo desde las barrancas de El Cazador hasta las orillas del Paraná. De hecho, el intendente Sandro Guzmán declaró en marzo de 2010 que su principal objetivo para ese año sería concretar ese anhelo.
Las cosas parecían encaminarse cuando se firmó el acuerdo por esa y otras obras, en julio. Es más: en enero de 2011 la empresa Nehuén había empezado un bacheo previo a la colocación de la nueva carpeta asfáltica sobre la avenida San Martín. Y en abril de ese año, al inaugurar las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante, Guzmán anunció que la primera etapa de la repavimentación ya estaba en marcha.
Más adelante, el 19 de mayo, se realizó la apertura de sobres del tramo principal: desde El Cazador hasta el Paraná, con una tasación oficial de 100 millones de pesos, que fueron incluidos en el Presupuesto Municipal de 2012 aprobado el 22 de diciembre de 2011 por el Legislativo.
El tema volvió a ser mencionado públicamente el 26 de julio de 2012, cuando Guzmán expuso en el Ministerio de Planficiación Federal el plan de obras públicas de Escobar para el bienio 12/13. Y el 18 de octubre se firmó el convenio del programa “Más Municipios, Más Obras”, que comprometió nuevamente la asistencia económica nacional para la repavimentación. Pero de ese dinero todavía no llegó un centavo.
En el Presupuesto Municipal de 2013, no obstante, figura una partida para esa obra, pero por un importe de 14 millones de pesos que solo cubriría el tramo urbano de la ruta.