Si bien es una frase que implica un sinfín de posibilidades, en Göttert, básicamente, se dedican a brindar soluciones industriales. Suelen acercarse dos tipos de clientes: los que tienen clarísimo lo que necesitan y los que tienen ideas pero no pueden definir exactamente cómo materializarlas.
“Un caso que se da habitualmente es el de quien viene porque necesita una pieza pintada pero no sabe ni cuántas, ni de qué tamaño y mucho menos qué tipo de máquina hace falta para fabricarla”, le cuenta a DIA 32 el gerente general de la empresa y bisnieto del fundador, Fernando Göttert (43).
El corazón de la compañía se basa en cuatro pilares: ingeniería, pensamiento, entendimiento y desarrollo. “Debemos saber qué tecnología se necesita, pero, sobre todo, que lo que producimos le sirva al cliente. Hoy nuestro equipo de ingenieros y técnicos es más importante que nuestra unidad de producción”, afirma el empresario.
En la década del ´50, su bisabuelo Carlos Gotter comenzó con la empresa cuando alguien lo contactó porque necesitaba una máquina para embolsar saquitos de té. Veinte años después se estaban focalizando en el tratamiento de superficies y en los secaderos de madera, que es el producto insignia de la compañía: árboles convertidos en tablas son estacionados en galpones donde se realiza un manejo de la humedad y la temperatura para llevar la madera a un nuevo nivel, dando la posibilidad de construir sin que se deforme con el tiempo.
Una característica identitaria de Göttert es la flexibilidad: pueden soldar una escultura o cortar una chapa de cierta forma para un artista hasta producir una pieza específica para los pozos del yacimiento petrolífero Vaca Muerta. “No tengo idea de qué función cumple, pero fabricamos cientas todas las semanas”, comenta.
La empresa tiene máquinas para corte de láser en chapa, corte de láser de tubos -fue la primera que hubo en Argentina- y plegadoras, entre otras. “Dentro de instalaciones de pintura, somos proveedores de Volkswagen, Ford y Mercedes Benz”, acota.
Dispuestos a trabajar basados en los mayores estándares de calidad y seguridad, en Göttert distribuyen sus productos al mundo entero. “Nuestro mercado principal es América Latina, pero cuando llega un cliente de Europa, Estados Unidos o India también lo atendemos. No lo vamos a buscar, si nos llaman lo hacemos”.
Según Fernando Göttert, en Argentina está todo dado: “Es un mercado con muy buena materia prima, buenos volúmenes y muchísimas oportunidades de crecimiento. También tenemos una planta en Brasil, pero nuestra actividad principal es aquí, en Escobar”.
Década a década
La empresa se radicó en el Centro Industrial de Garín en 2006 y cuenta con 120 empleados. Su planta está en la esquina de Mozart y Haendel, tiene 6.000 metros cuadrados y está rodeada de jardines donde hay hasta una huerta en la que cultivan varios tipos de hortalizas.
Una gran puerta y grandes vidrios separan los dos sectores en los que están divididas sus modernas instalaciones: las oficinas, donde ingenieros y programadores trabajan frente a sus computadoras, y la fábrica, un enorme galpón en el que suenan los ruidos atronadores de las máquinas que trabajan el metal.
Los espacios no están delimitados. Sin embargo, cada sección se encarga de lo suyo en un ambiente pulcro y ordenado.
Para llegar al rango que tiene hoy, la empresa recorrió un largo camino, que empezó a mediados del siglo pasado con un pequeño taller donde Carlos Göttert reparaba máquinas y hacía trabajos metalúrgicos. Cuando su hijo Enrique se involucró en el negocio, analizaron la posibilidad de tener máquinas más específicas y la idea funcionó. Así, abrieron otro taller en Munro, que poco a poco fue creciendo.
En la década del ´70, ya con los nietos del creador -Norberto, Carlos y Jorge- participando de la empresa, tomaron de una compañía alemana la representación de los secadores de madera y de una línea de pinturas. Además, compraron máquinas para hacer cajones de fruta, negocio del cual participaron hasta 2015, cuando lo dejaron por su baja rentabilidad.
Diez años después, la empresa de secaderos de madera quebró y los Göttert se animaron a seguir en soledad. Después de muchas idas y vueltas y sociedades con diversas compañías en lo referente a pinturas, en 1998 compraron el predio que actualmente ocupan en el corredor industrial de Garín.
En la Argentina de 2000 sobrevivir fue tan difícil para ellos como para todos. Fernando Göttert había entrado un año antes: “En medio de cheques rechazados y ventas a incobrables, en 2001 nos pusimos a pensar la empresa del futuro. Si zafábamos estaríamos listos. Fuimos corrigiendo las cosas que como empresa familiar no estábamos haciendo bien y comenzamos a profesionalizarnos, intentado no perder el espíritu familiar. Fueron años de aprendizaje”, recuerda.
En 2006 iniciaron la construcción de la planta. “Vinimos a un Garín donde no había nada, pero eso nos cambió la vida totalmente. En la fábrica anterior despachábamos 6 camiones en 3 días, acá salen 30 camiones en un solo día”.
“Hoy tenemos un equipo de 8 programadores que hace un tiempo no existía. Ahora programan los softwares de nuestros clientes y se están involucrando en nuestros proyectos. En la planta no hay más gente porque hay más tecnología. Nuestro crecimiento está dado en pensar”, sostiene el empresario.
Proyectos de terceros
Hace cinco años abrieron una unidad de negocios llamada Servicios Metalúrgicos. Comenzó cuando aparecieron clientes con distintas necesidades, como el corte de una pieza en láser o algún plegado específico en pequeñas cantidades, ya sea para quien produce un objeto en serie hasta un decorador o un artista que necesita realizar una obra única.
“Eran perfiles de emprendedores, gente que quería hacer algo, que tenía una idea de diseño, pero no tenía la menor idea de cómo materializarla o no tenía los recursos para hacerlo”, explica el gerente de Göttert. Uno de esos casos es el de una empresa que les encargó bases para asientos de cine 4D. Tenían el know how pero carecían de un buen soldador.
Durante la pandemia se pusieron muy de moda los fogoneros o los implementos para hacer pizzas. Quienes empezaron a desarrollarlos tenían un lindo diseño y el canal de ventas, pero una capacidad de producción muy limitada porque no podían soldar tal pieza o cortar una chapa. Muchos de los que comenzaron a utilizar los servicios metalúrgicos de Göttert hoy exportan a Europa y Estados Unidos.
“Tenemos un cliente que vendía colchones y en la pandemia la gente le empezó a pedir camas. El señor nos trajo una idea que no funcionaba, empezamos a mejorar el producto y hoy vendemos 20 toneladas de camas por mes”.
Dentro de esta modalidad cuentan con una gran cantidad de clientes. Un fabricante de mobiliario urbano de Tigre llegó necesitando el corte láser. Como se dio cuenta de que no tenía cómo llevarse el material que le cortaban, terminó alquilando un puesto de trabajo en la planta de Garín para que su soldador trabaje ahí.
No hay una cantidad mínima para acceder a estos servicios. “Si vemos que el producto es bueno, damos apoyo financiero. Nosotros somos proveedores, por ahora no hemos pensado en convertimos en socios de nuestros clientes. Lo lindo de esto es saber que formamos parte de una cantidad enorme de productos, aunque sea con una mínima pieza, y que esas empresas crezcan es una gran felicidad para nosotros”, finaliza Fernando Göttert, con un transparente gesto de orgullo en su rostro.
PRIMER EMPLEO
Una empresa abierta a quienes quieran trabajar
De los 120 empleados que tiene la empresa, 25 ingresaron a través del programa Primer Empleo, que nació como una oportunidad de pasantías con alumnos de colegios secundarios y universidades. Como para algunas instituciones esto era complicado de gestionar administrativamente, buscaron la forma de poder contratar de manera directa, sin necesidad de intermediarios.
El proyecto dio tan buenos resultados que en la actualidad abarca a personas de cualquier edad. “Nosotros decimos que si pasás por la puerta y te interesa, vamos a hacer todo lo necesario para que te puedas quedar trabajando. Pedimos voluntad y compromiso. Muchas veces no se consigue gente a la que le interese el empleo porque no sabe lo que es trabajar. O no tuvo la oportunidad o no tuvo buenas experiencias”, explica Fernando Göttert.
En un principio los contratos son de tres meses y las pasantías son pagas. Trabajan codo a codo con las cámaras de comercio y con el Municipio, tanto para conseguir gente como para ponerse de acuerdo en los montos a pagar. “La persona está aprendiendo, pero sobre todo está trabajando y generando valor”, remarca el empresario.
Aunque siempre tuvieron en cuenta a las mujeres al contratar personal, la incorporación de nueva tecnología permitió ampliar ese cupo. Históricamente el trabajo metalúrgico requirió de un gran esfuerzo físico, lo cual se convertía en una restricción. En la planta de Göttert hay mujeres que manejan los robots que hacen las soldaduras, entre otros puestos.