El sanatorio San Carlos era una bomba de tiempo y detonó en plena pandemia. La desidia de sus dueños y una reacción oficial a fondo, pero tardía para evitar la tragedia. Ahora será un hospital municipal.

Hace añares que el sanatorio San Carlos carga con una reputación poco favorable. Lógicamente, al estar orientado a la atención de afiliados de PAMI, el riesgo de que un paciente fallezca allí es mucho mayor que en cualquier otro centro asistencial. Pero lo que pasó en abril superó todo lo conocido hasta ahora. Una combinación explosiva de irresponsabilidad, desidia y temeridad que tuvo el peor desenlace posible: contagios masivos de coronavirus y muertes que se podrían haber evitado.

Antes de que el Covid-19 llegara al país, la situación de la clínica parecía encaminada hacia un rumbo mejor. Su fundador, el médico Juan Carlos Linares, quien la inauguró en 1983, había decidido dar un paso al costado y se la ofreció al Municipio. Era eso o cerrarla, con todo lo que implicaría dejar a más de 200 trabajadores en la calle y a 22 mil adultos mayores sin cobertura.

El intendente Ariel Sujarchuk aceptó la propuesta, negoció las condiciones y enseguida le dio curso administrativo. Así, el viernes 21 de febrero, en sesión extraordinaria, el Concejo Deliberante autorizó al Ejecutivo a llevar adelante todas las gestiones necesarias para concretar la municipalización del sanatorio. El camino parecía despejado, hasta que apareció un obstáculo llamado coronavirus.

El plazo original para que el Municipio tomara posesión de la clínica era el 1º de abril. Pero las restricciones por el aislamiento social le pusieron un freno de mano al trazo fino de las negociaciones. Aún así, incluso hasta mediados de mes se especulaba que de un momento a otro el acuerdo quedaría sellado.

Cuando estalló el escándalo de los contagios masivos, Sujarchuk salió a echarle toda la culpa a las autoridades del sanatorio: “Este proceso se debió haber completado en los primeros días de abril. Pero la especulación y la dilación de los dueños salientes hizo que se demore y conlleve a este desastre”, sostuvo.

Bomba de tiempo

Lo que pasó en la clínica de Maquinista Savio no fue una sorpresa. De hecho, era algo que se veía venir no menos de una semana antes. El viernes 17 se conoció que dos profesionales de terapia intensiva se habían contagiado de coronavirus. Fue la primera señal clara, incontrastable, de alerta. Pero hubo muchas más.

Tres días después, el lunes 20, decenas de trabajadores del sanatorio tomaron la decisión de manifestarse para denunciar a sus directivos y superiores por incumplir el protocolo sanitario. “No nos dan guantes, barbijos, camisolines, alcohol en gel ni nada. Lo que tenemos es por donaciones o porque lo pagamos de nuestro bolsillo”, afirmaron.

Además de la falta de elementos de protección, reclamaban hisopados para todos los empleados de la clínica, ante el serio riesgo de que haya más personas contagiadas, incluso asintomáticas, como finalmente ocurrió.

Durante los días subsiguientes la noticia siguió en algunos medios locales y escaló a canales, radios, diarios y portales de todo el país. Hasta que el viernes 24 explotó la bomba: se habló de más de veinte contagios -al cierre de esta edición, el número oficial era 17- y dos vecinos de Pilar muertos por Covid-19.

A partir de esa noche, la reacción oficial fue inmediata. Sujarchuk y la directora ejecutiva de PAMI, Luana Volnovich, con aval del Ministerio de Salud bonaerense, firmaron el traspaso de la institución a manos del Municipio. Los pacientes fueron trasladados, el edificio quedó completamente vacío para poder descontaminarlo y se hicieron hisopados a todo el personal.

“Dada la imposibilidad de sus responsables de dar respuesta, decidimos intervenir la clínica, que se encontraba en total desidia. Este es el comienzo de un trabajo conjunto entre Municipio y PAMI para mejorar la atención médica y garantizar su óptimo funcionamiento”, expresó Volnovich.

Por su parte, el intendente aseguró la estabilidad laboral y salarial de médicos, enfermeros, técnicos y auxiliares, al tiempo que explicó que se trata de una medida excepcional: “No es habitual que un Municipio se haga cargo de una clínica. Agarramos una papa caliente, esa es la verdad”, remarcó.

Nueva etapa

A partir del sábado 2 de mayo, el sanatorio reabrirá sus puertas de manera gradual hasta volver a funcionar en plenitud y bajo estrictas condiciones de bioseguridad. Su directora interina será la médica Carolina Guida, designada por la Secretaría de Salud.

De los aspectos legales y la letra chica del convenio se sabe muy poco. Sí trascendió que el establecimiento funcionará como una Sociedad Anónima con Participación Estatal Mayoritaria (Sapem) y tendrá un directorio integrado por representantes del oficialismo y la oposición.

Desde el Municipio aclararon que el traspaso no implicará erogación alguna. Además, el intendente anunció que se iniciarán acciones legales contra quienes administraban el sanatorio.

Más allá de la polémica que generó la decisión de Sujarchuk de rebautizar al nosocomio con el nombre de Néstor Kirchner -quizás sería más apropiado el de la médica que falleció el lunes 27, tras contagiarse de coronavirus en el sanatorio-, lo que realmente importa ahora es que los adultos mayores tengan una atención médica segura y de calidad.

La intervención del Municipio ya no podrá evitar la tragedia consumada. Pero sí impedir que se repita y lograr que la (ex) clínica San Carlos adquiera una nueva reputación. Que nunca más sea sinónimo de irresponsabilidad, de desidia ni de horror.

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