La familia Bollo regresó del viaje a la India, donde la pequeña de 9 años se sometió a un implante de células madres que le devolvió la esperanza de recuperar su motricidad. Una historia llena de amor, esfuerzo y solidaridad.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

A 24 horas de haber nacido, Abigail sufría una seria convulsión que la dejaría hospitalizada durante largos y difíciles días. Pocos meses después, estudios metabólicos y genéticos confirmaron que la niña padecía encefalopatía mioclónica temprana (EME), a causa de una asfixia que sufrió mientras su madre la traía al mundo y que le afectó la parte motora de su cuerpo.

A partir de este descubrimiento, nada volvería a ser igual para ella y su familia. Ezequiel Bollo y Mara González eran padres primerizos, con todo lo que eso conlleva, y jamás hubiesen imaginado encontrarse ante una realidad tan compleja. Pero lejos de bajar los brazos y resignarse a una vida de desdicha, sacaron a relucir todo su amor y garra. Así, llevaron adelante todos los tratamientos habidos y por haber, realizando “sin querer queriendo” un curso exprés de medicina, poniendo toda su voluntad y sacrificio para que Abi -como la llaman- tuviera una vida mejor.

Pero cuando todo parecía perdido, se abrió una nueva oportunidad: su abuela paterna, Paula Marker, se enteró de que en Asia existe un procedimiento por el cual se puede mejorar la condición de las personas que padecen esta grave enfermedad a través de un implante de células madres. A principios de mayo la mujer se puso en contacto con un promotor colombiano que hace las veces de nexo entre las personas y el hospital chino donde se llevan a cabo estos implantes, así como también consultó a familias que pasaron por esta situación para averiguar si los resultados eran positivos.

Las averiguaciones generaron un halo de esperanza en los abuelos, pero no tanto en los padres. “Los médicos que consultamos nos decían que esa operación era gastar plata, porque no iba a servir para nada”, le cuenta Mara a DIA 32, el primer medio en visitar a la familia tras el regreso del exterior, el 14 de noviembre.

A pesar de los malos presagios, los padres tomaron la decisión de emprender la travesía. A partir de ese momento la familia comenzó las gestiones con el Hospital Privado de China, que pidió absolutamente todos los estudios realizados sobre el cuerpo de Abi para corroborar la afección y comprobar la compatibilidad con las células madres que iban a implantarle en su cuerpo.

Sumado a esto, en el transcurso de los días hubo un cambio sorpresivo, ya que les avisaron que la niña no podía viajar al hospital chino por falta de cupos, ofreciéndoles la posibilidad de realizar el mismo tratamiento en un nosocomio indio. La propuesta fue aprobada unánimemente en un instante.

El despertar de la solidaridad

En agosto la familia Bollo recibió la tan esperada noticia de que Abigail era compatible y podía viajar para someterse al procedimiento médico. Pero el tema no se presentaba para nada sencillo, ya que el monto total del viaje, con tratamiento y estadía incluida, rondaba los U$S 50.000, dinero que ni por asomo los familiares alcanzaban a juntar. Encima tenían tiempo hasta el 8 de octubre para recaudar los fondos; pasada esa fecha deberían esperar hasta el año próximo.

Fue en ese preciso momento cuando apareció la infaltable solidaridad que caracteriza a todos los argentinos en casos tan sensibles como este. Vecinos de Garín, artistas locales y autoridades políticas se sumaron a la campaña “Todos por Abigail”, que incluyó una serie de eventos a beneficio y donaciones a una cuenta bancaria. Gracias a esos granitos de arena, el anhelado viaje se pudo concretar.

“La ayuda fue increíble, nos sorprendió. Estamos eternamente agradecidos con toda la comunidad escobarense, sin su apoyo no lo hubiésemos podido hacer. Pensábamos que no íbamos a llegar con la plata, pero pudimos. Fue un sueño cumplido”, sostiene Paula.

Un mes en la India

La partida desde el aeropuerto internacional de Ezeiza fue el martes 9 de octubre. Treinta y seis horas después Ezequiel, Paula y Abigail estaban en el segundo país más poblado del mundo. “Abigail no durmió nada, pero no se quejó en todo el viaje”, apunta su padre. Después de instalarse en el Hospital de la localidad de Burla, a unos 45 kilómetros de la capital Nueva Delhi, estuvieron un mes entero internados en el pabellón internacional.

El tratamiento constó de seis aplicaciones de células madre -en total, 450.000-, cuatro de ellas realizadas por vía medular y dos por intravenosas. Y si bien no recibirá más de estos implantes, debe acompañar ese proceso y continuar con el tratamiento en el país, apoyándose fundamentalmente en el trabajo kinesiológico que es el que le va a permitir a Abigail mover un poco más el cuerpo y, en definitiva, mejorar su calidad de vida.

“Las expectativas fueron totalmente colmadas y ya empezamos a notar algunos avances en la gorda, como que puede sostener la cabeza un poco mejor”, afirman en la familia, que -vale aclarar- se muestra más fuerte que nunca.

No se puede hablar de un final feliz porque esta lucha continua, pero sí está claro que se trató de una etapa fundamental en la vida de Abigail que concluyó de la mejor manera posible y que es una alegría que muchos garinenses podrán sentir como propia. Es que sin la colaboración de tanta gente, esta ilusión no hubiera sido posible.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *