En la guerra de 1982, Jorge Inchauspe, Orlando Dechiara, Jorge Sosa y Rodolfo de la Colina se convirtieron en héroes nacionales. A 27 años de la rendición argentina en el Atlántico Sur.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

Así como cada 2 de abril se recuerda la recuperación transitoria de las islas Malvinas, el 14 de este mes se cumplirá un nuevo aniversario -el vigesimoséptimo- de la victoria bélica de Inglaterra sobre Argentina, en una guerra alocada y desigual en la que cuatro escobarenses ofrendaron sus vidas en defensa de la soberanía nacional.

Hasta ese fatídico año 1982, tres de ellos eran adolescentes que empezaban a escribir las primeras páginas de sus historias personales, lejos de pensar que abruptamente el destino los llamaría a figurar en el libro de los héroes nacionales.

Quizás el menos sorprendido de los cuatro en verse involucrado en esa guerra haya sido Rodolfo Manuel De la Colina, que tenía 41 años y rango de vicecomodoro. En realidad, él no vivía en el partido de Escobar, pero regularmente descansaba los fines de semana con su familia en Ingeniero Maschwitz, que lo adoptó como propio. Había nacido en Ituzaingó -el 17 de agosto de 1940- y a los 15 años ingresó a la Escuela de Aviación Militar de Córdoba. En 1965 ya era instructor de vuelo y más tarde fue piloto de LADE (Líneas Aéreas del Estado).

Su deceso en Malvinas se produjo el 7 de junio, cuando ejecutaba su octava misión como miembro del escuadrón Fénix. Al mando de un Lear Jet que realizaba sus clásicas maniobras de distracción a doce mil metros de altura en el estrecho de San Carlos, fue alcanzado por un misil que derribó la aeronave a la isla Borbón y produjo la muerte de toda la tripulación. Fue el oficial de más alto rango que falleció en esa guerra.

Jorge Roberto Inchauspe, en cambio, era un pibe de 19 años -nació el 25 de diciembre de 1962-, descendiente de una familia radicada en Belén en 1957, que hizo más tarde que los de su clase el servicio militar obligatorio porque pidió prórroga para terminar sus estudios secundarios en la Técnica N° 1. Integró el Batallón Comando de la Brigada de Infantería de Marina N° 1. “Desde este lugar espero todos los días, pidiendo a Dios que se arregle con la paz para poder volver todos sanos y salvos a nuestros hogares”, le escribió en una carta a su padre, el 26 de mayo. Presumiblemente murió el 14 de junio, en monte Longdon, en uno de los combates que antecedieron a la rendición.

Orlando Dechiara había nacido en Garín el 27 de septiembre de 1961. Quince años después se alistó como aspirante naval en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). Cuando se desató el conflicto con la corona británica, el joven marinero fue destinado al Crucero General Belgrano, en cuya sala de calderas falleció el 2 de mayo mientras cambiaba un flexible de gasoil al término de su guardia.

En ese crimen de guerra -el crucero argentino fue atacado con dos torpedos cuando navegaba fuera de la zona de operaciones y emprendía regreso al continente-, que se cobró 323 vidas, también moriría el cabo segundo Jorge Roberto Sosa, que había nacido en Zárate el 3 de febrero de 1961 pero desde chico vivía en el barrio Lambertuchi de Belén y se había inscripto en la Esma a los 17.

Con el tiempo, el recuerdo de los cuatro se ha inmortalizado con la imposición de sus nombres a distintas calles del distrito y un monumento que los simboliza de cuerpo entero en la plaza de homenaje a los ex combatientes, en la entrada a la ciudad cabecera.

Fuente: Malvinas, el juramento sublime (2002), de Juan Pablo Beliera.

Ilustraciones: Hernán Castañeira

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