Practica gimnasia deportiva desde que aprendió a caminar. A los 18 años, no se cansa de ganar medallas, está entre los mejores del planeta y viene de salir 14° en el Mundial de Escocia.

Cuenta que en su casa hay una foto suya en pañales, jugando encima de una colchoneta del gimnasio del Club Independiente de Escobar, donde su papá, Pablo, daba clases de gimnasia deportiva. Su vida empezó a transcurrir entre anillas, barras, arzones, paralelas y colchonetas. A los seis años arrancó “en serio”, como él mismo explica, a participar de las clases y así convertirse en un pequeño gimnasta con gran futuro.

En Los Polvorines fue su primer torneo oficial, en la categoría “pulguitas”. Allí, Mauro Martínez ya empezaba a mostrar sus condiciones natas en este deporte tan exigente como vertiginoso. Sus primeras actuaciones destacadas fueron en torneos locales, mientras entrenaba con su “profe-papá” en el polideportivo de Escobar. De a poco fueron llegando los éxitos.

Su primer gran año fue en 2004: participó en el Nacional de Elite en Santa Fe y en el Sudamericano de Ecuador, donde fue campeón en salto (su especialidad) y subcampeón por equipos. En los Torneos Juveniles Bonaerenses, en Mar del Plata, ganó la medalla de oro en la edición 2005, donde deslumbró al jurado.

Las condiciones de Mauro seguían en alza. Junto a su familia tomó la decisión de dejar el colegio secundario (sólo cursó en forma regular el 1º año en la Escuela Técnica) y dar las materias libre. Así, tendría más tiempo de entrenar y perfeccionarse en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), en Capital Federal, donde viaja seis días a la semana como parte de su rutina. También trabaja en la zona, para no perder la costumbre. ¿Dónde? Sí, en un gimnasio.

Deportista de elite

En 2007 tuvo una buena cosecha de medallas. Como juvenil logró el primer puesto en el Torneo Nacional realizado en Rosario (hizo un puntaje final de 78,70 entre los seis aparatos) y en el Panamericano de Clubes en El Salvador sumó otras cuatro: una de plata en paralelas y tres de bronce, en salto, por equipos y por su quinto lugar en las pruebas individuales.

En Guatemala compitió en el Campeonato Panamericano de Selecciones Juveniles. “Salí tercero en salto y con la Selección Argentina también salimos terceros, algo que en categoría
juvenil nunca se había logrado, detrás de Estados Unidos y Brasil”, destaca orgulloso. En esa misma temporada, repitiendo también en 2008, fue campeón del Torneo Nacional Juvenil. El año pasado estuvo en Lima (Perú) compitiendo en el Torneo Sudamericano, donde logró cuatro 4º lugares (en suelo, salto, anillas y paralelas) y terminó 6º en la tabla general individual, siendo el
mejor argentino.

En 2009 dejó la categoría juvenil y pasó a ser mayor, un nivel mucho más exigente por la calidad de los rivales. Sin embargo, sigue demostrando su talento. En la XVI edición de la Copa Internacional “Sieth Sogipa”, en Porto Alegre (Brasil), ganó medalla de oro. A la vuelta lo esperaría su máximo desafío deportivo: del 15 al 17 de mayo se hizo la Copa del Mundo en Glasgow (Escocia), donde representó al país junto a otros cinco argentinos.

En su experiencia europea Martínez participó en salto y finalizó 14º entre 140 gimnastas de todo el mundo, siendo además el atleta más joven de la Copa. “Fue una experiencia muy linda, por ser mi primer Mundial estoy muy conforme. No tuve caídas ni fallas y saqué 262 puntos, un puntaje bastante alto. Lo único que quería era ir a competir, sumar experiencia y no quedar último, nada más. Ahora, con la cabeza fría, pienso que después de tantos años de laburo quedar entre los mejores quince gimnastas del mundo es increíble”, relató a DIA 32.

Para octubre, además, ya piensa en el Torneo Mundial de gimnasia que se disputará en Londres, donde tiene su lugar asegurado.

“De chiquito soñaba con ir a una Copa del Mundo y lo logré. El otro día hablaba con mi mamá y no podía creer hasta dónde llegué, tan lejos, es increíble”, confiesa emocionado.

A base de esfuerzo y entrenamiento, Mauro demuestra a diario que todo se puede concretar, hasta el sueño más lejano.

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