DIA 32 descubrió la cruzada antiabortista que un grupo de mujeres ultracatólicas realiza secretamente en Garín. Promocionan soluciones inmediatas a embarazos no deseados, pero su servicio consiste en coaccionar psicológicamente a quienes caen en el ardid. ¿El fin justifica los medios?

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

Sabrina tiene 39 años, estaba saliendo con un hombre de 51, divorciado, con tres hijos y un nieto. Ella no tiene hijos y nunca pensó en tenerlos. Tampoco él quería tener más y se lo había dejado en claro desde el principio. La relación se terminó en septiembre, pero al poco tiempo surgió la más inesperada de las noticias: estaba embarazada. Frente a la incertidumbre de qué hacer, su vida se convirtió en un calvario.

Para Sabrina un hijo nunca había sido una opción, pero sintió que quizás esta podría ser la única oportunidad de ser madre. Tenía mucho para analizar y para averiguar antes de tomar una decisión definitiva. Desesperada y sin tiempo que perder, habló con gente de confianza sobre los pros y los contras de una u otra decisión. Cientos de cuestionamientos pasaban por su cabeza.

En el medio de su dilema, una amiga le mostró un volante que había encontrado en la calle: “¿Un embarazo inesperado? Tenemos la solución ya. Absoluta discreción – Consultas gratuitas”, decía el folleto, que al pie incluía contactos en Garín, Pilar y San Isidro. Como era información que iba a necesitar en caso de que finalmente decidiera interrumpir su embarazo, no dudó y llamó.

La atendió un contestador automático que le decía que se había comunicado con el Centro de Ayuda a la Mujer. Resistió su ansiedad diez minutos y volvió a llamar. Esta vez le contestó una señora, cordial. Le preguntó de cuántos meses estaba, si tenía pareja e hijos, tomó nota de su nombre y le dijo que más tarde se comunicaría para darle un turno y la dirección exacta del lugar.

Cuando Sabrina quiso indagar un poco más, la mujer se negó a entrar en detalles: “Quedate tranquila que esto es muy seguro. No te puedo dar más información porque yo solo tomo los turnos, pero te vas a entrevistar con dos personas”. Dos horas después la llamaron para confirmarle el día y horario de la reunión. La dirección se la pasaron por mensaje de texto: Las Heras 533.

Primer turno

Atravesada por sentimientos de miedo, incertidumbre y angustia, Sabrina llegó puntual al destino indicado. Para su sorpresa, se encontró con una casa de frente vidriado y una cortina metálica que lo cubría desde arriba hasta el piso. No había un solo cartel que identifique al Centro de Ayuda a la Mujer. Tampoco un timbre para llamar, así que debió golpear el vidrio con los nudillos para anunciar su llegada.

Enseguida escuchó que giraban una llave y vio que abrían la pequeña puerta de la cortina. Se agachó y pasó. Dos mujeres impecables, prolijamente peinadas, con las uñas pintadas de rojo, oliendo a perfume bueno y vestidas con pulcras batas blancas la recibieron con una sonrisa y un beso antes de guiarla hasta un supuesto consultorio. No dieron sus nombres, pero cuando Sabrina les preguntó cómo se llamaban se identificaron como “Tere” y “Andy”.

-¿Cerraste con llave? Andá, cerrá así nos quedamos tranquilas, indicó la primera a su compañera.

Se sentaron una al lado de la otra, frente a un escritorio, y llenaron una planilla con todos los datos de Sabrina. Sacaron un calendario circular y le preguntaron la fecha de su última menstruación.

-Tu bebé tiene nueve semanas, le dijo Tere.

“Basta, por favor”

Tras una breve charla, la situación empezaría a tornarse incómoda hasta lo inimaginable para Sabrina. Primero fue un tétrico video de doce minutos que la obligaron a ver contra su voluntad. “Nunca pensé encontrarme con una cosa así”, contó la mujer, que accedió a revelar su historia a DIA 32. Contó que el film arrancaba con un médico hablando y mostrando los elementos que se utilizan en un aborto y para qué sirven: dilatadores del cuello uterino, curetas de metal para raspar las paredes del útero, pinzas para agarrar al feto. Y después mostraba, con un aborto verdadero, cada uno de los pasos. “Era un baño de sangre, de fondo se escuchaban los gritos de la mujer y las voces de las personas que estaban haciendo el aborto diciéndole que se callara. En un momento la imagen se detuvo y en cámara lenta mostraron cómo descuartizaban al feto parte por parte, incluyendo cuando le destrozaron el cerebro. Les pedí que pararan el video, que no quería seguir viéndolo, pero ellas insistieron”, relata Sabrina, con lágrimas en los ojos.

-Mejor que lo veas ahora que con las piernas abiertas sobre una silla de parto, le contestó Andy, indicándole con el dedo que no apartara la vista de la pantalla.

El video, además, incluía testimonios de mujeres que habían abortado y que cinco, diez y hasta quince años después seguían sufriendo por esa causa. “Me explicaron que esa operación puede llevar a la mujer a la depresión, a la tristeza infinita, a la locura e incluso al suicidio, y me detallaron todas las lesiones físicas que podría provocarme el aborto”.

“No seas cobarde”

A esa altura, Sabrina ya se había dado cuenta de que había sido engañada. -Acá no hacemos abortos, nosotras estamos para ayudarte y para demostrarte que es posible que tengas a tu bebé, le confesaron cuando la cinta terminó.

Las dos señoras se empeñaron en convencerla.

-A pesar de los problemas económicos, y de estar sola, teniéndolo podés convertirte en la mujer más feliz del mundo. Nunca más vas a estar sola, tu bebé te va a querer más que si tuvieras un marido. No tenés que preocuparte, porque vas a ver que las cosas empiezan a darse solas con la llegada de tu hijo. Se te van a abrir posibilidades, todo empieza a fluir. Pensá que la mujer es el sexo fuerte ¡minga que somos las débiles! y estamos perfectamente preparadas para criar a un hijo solas. Tenés que dejar de conectarte con tu cabeza y empezar a conectarte con tu panza y tu corazón, fue parte del discurso de Andy, que duró más de una hora.

Tere habló menos, pero sus intervenciones fueron más duras.

– Tenés que ser valiente porque la tuya es una actitud cobarde, acotó.

Sabrina les dijo que se sentía engañada, que todo eso ya lo sabía y que había ido a buscar información para otra cosa. Entonces Tere sacó de su bolsillo un muñequito de plástico que era un bebé en desarrollo del tamaño de una nuez y replicó:

-Este es tu bebé, tiene este tamaño, ¿sos capaz de matarlo? ¿Por qué no lo tenés y pensás en darlo en adopción? Rezá, rezá, que Dios te va a dar la respuesta. Tenés que tenerlo, y más a la edad que vos tenés. Te quedan pocas posibilidades, le advirtió.

Sabrina se fue apabullada, más confundida que antes. Días después, la duda persistía en ella: “No sé qué voy a hacer”, le dijo a esta revista.

Misterio develado

La existencia de este Centro de Ayuda a la Mujer (CAM) en Garín ya había sido motivo de notas en otros medios locales, pero ninguno acertó en sus informes. Es el caso, por ejemplo, de El Diario de Escobar y radio Líder. A ambos les pasó como a Sabrina. Con razonables sospechas pero sin ninguna prueba, se lanzaron decididamente a denunciar que en el lugar se hacían abortos y a exigir que las autoridades “hagan algo”. Pero había que ir más allá de un simple llamado telefónico para saber realmente la verdad.

¿Qué es el Centro de Ayuda a la Mujer? Se trata de una entidad ultracatólica y con ideas antiabortistas, nacida en México y que forma una red en toda Latinoamérica. Casos similares al de Sabrina se conocieron en otros lugares del país.

En Capital Federal y en la ciudad de Mendoza, por ejemplo, publicaban avisos clasificados en los diarios -con textos similares al del volante que llegó a manos de Sabrina- como señuelo para atraer mujeres que estuvieran pensando en abortar e intentar disuadirlas.

En Argentina, CAM es administrado por Profamilia, una asociación que dice orientar sus acciones “en la promoción de los valores humanos que distinguen al hombre de los demás seres creados, defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural y a la familia como célula fundamental de la sociedad”.

A las mujeres que logran persuadir les ofrecen apoyo psicológico y espiritual durante y después del embarazo. También las ayudan con leche y pañales en los dos primeros años de vida del bebé.

Una táctica con un fin loable pero bastante cuestionable si se tiene en cuenta que aprovechan a las mujeres que llegan en completo estado de sumisión, vulnerabilidad y soledad para imponerles una ideología que no para todas es la mejor.

El debate que se viene

En Argentina, desde 1921, el aborto está penalizado por el artículo 86 del Código Penal. Sólo está permitido en dos casos extraordinarios y con autorización de un juez: cuando corra peligro la salud de la madre y no pueda evitarse por otros medios, o si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente.

No siempre los jueces fallan a favor de la mujer en estos casos, justamente porque organizaciones como el CAM se interponen en las decisiones con su filosofía antiabortista.

El Código Penal lo tipifica como un delito contra la vida y la persona, y establece reclusión o prisión tanto para quien lo efectúa como para la mujer que lo cause o lo consienta.

Los datos no son precisos porque se trata de una práctica que ocurre en la clandestinidad, pero se calcula que hay unos 500.000 abortos por año que le cuestan la vida a alrededor de mil mujeres.

A partir de estas cifras escandalosas el debate sobre su despenalización se viene postergando en el Congreso de la Nación. Hay dos posturas totalmente enfrentadas y llegar a un acuerdo no será fácil, más cuando la propia Presidenta se manifestó públicamente contra el aborto.

La primera reunión de la Cámara Baja estaba prevista para el 27 de septiembre, pero dado que eran tiempos preelectorales, y el tema muy ruidoso, se pospuso su tratamiento para noviembre.

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