De chico trabajó en la primera sodería del pueblo y a los 24 años se convirtió en el único veterinario de Maschwitz en muchos kilómetros a la redonda. Admite que el crecimiento demográfico no le gusta, pero rescata que “el pueblo mantiene su esencia”.

Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar

1 ¿Por qué decidiste ser veterinario?
Mi compañero de asiento del secundario me contó que estudiaría veterinaria y me interesó porque me gustaba la parte médica. Además veía que por acá no había y pensé en algo que me gustara pero que también me permitiera insertarme laboralmente. Fue más un gusto por la medicina que por los animales. No me atreví a ser médico de humanos porque creí que mi sensibilidad no me lo iba a permitir.

2 ¿Desde cuándo tenés la veterinaria en Maschwitz?
Estuve 26 años en un local frente a este, hasta que pude comprar esta casa, que fue la del primer médico que tuvo el pueblo, el doctor Letieri. Estoy acá desde el ‘99.

3 ¿Cómo fueron los primeros tiempos?
Al principio era un veterinario todo terreno. Maschwitz era una zona semi rural, así que además de perros y gatos atendía vacas, caballos, chanchos. El gran cambio sucedió con el ensanche de la Panamericana, que hizo que la gente creyera que en 40 minutos iba a estar en el campo, pero la misma idea la tuvieron miles y esto ya no es campo ni son 40 minutos de viaje.

4 ¿Cómo lo ves ahora?
No me gusta no conocer a nadie, no poder estacionar, tardar una eternidad en bajar de la Panamericana. Igualmente creo que el pueblo mantiene su esencia. Ha venido mucha gente nueva que le ha dado la impronta de lo cultural, la calle Mendoza y demás… Y, desde lo profesional, sin duda que está más que bueno…

5 ¿Te acordás de tu primer cliente?
Un cachorrito ovejero alemán, del comandante Echeverry, un señor fanático del calcio. Día por medio me venía a buscar para que le diera una inyección de calcio a su perrito. Ese me quedó en la memoria como el primero.

6 ¿Alguna vez te dedicaste a otra cosa?
Mi familia tuvo la primera sodería de Maschwitz, yo hacía el reparto. Antes era un oficio peligroso porque los sifones eran de vidrio y cuando reventaban siempre era preocupante. Con mi hermano repartíamos en una chata y con dos carros tirados a caballo. Mi papá murió cuando yo tenía 9 años y nos lo tomamos muy en serio.

7 ¿Perros o gatos?
Perros, tengo un ovejero alemán y una Yorkshire que es de mi nietito. Los gatos no me llaman mucho la atención.

8 ¿Qué tipo de animales atiende un veterinario?
Toda clase de animales, hoy en día hay cardiólogos, traumatólogos, dermatólogos, neurólogos, casi al nivel de la medicina humana. Y también hay especialistas en peces, cobayos, caballos, cada especie tiene el suyo.

9 ¿Cuál es el mayor mito con respecto a las mascotas?
Que el perro que se vacuna contra la rabia no puede tomar agua, o que si no toma agua se pone rabioso. El del doberman que dice que es malo porque tiene el cerebro grande y el cráneo chico, son barbaridades.

10 ¿Tienen sentimientos los animales?
Uno ve en los perros (que son los que tengo más cerca) sentimientos de lealtad y de nobleza. Tienen actitudes que hay que asociar al sentimiento. Hoy cambió tanto la relación con las mascotas, conviven con los humanos y entienden. Cuando la gente dice: “le falta hablar”, es verdad.

11 ¿Cuál es el error más grave que la gente comete con sus perros o gatos?
Habrá solo un 30, un 40% que los lleva a un veterinario, los vacuna, los desparasita, los castra. Afortunadamente hay campañas de concientización que están funcionando.

12 ¿Cómo se termina con tanto perro callejero?
Es un tema cultural, hay que castrarlos sean hembras o machos, y tenerlos dentro de la propiedad, no en la calle. Creo que la forma más eficaz es trabajar sobre los chicos, para que lleven la noticia a la casa y para que los adultos cambien.

13 ¿Una experiencia inolvidable en tu trabajo?
Manchita, una perrita que tuvo tétanos, algo muy raro. La tuve internada en mi casa como 20 días dándole suero antitetánico. Fue hace 35 años, el dueño era Julio González del Solar. La perrita se salvó e hicimos un asado para festejar.

14 ¿Cuáles son las mascotas más insólitas que viste en tu vida?
Una vez me trajeron un puma y otra un ñandú, los tenían de mascotas. Pero creo que cada bichito tendría que estar en su hábitat.

15 ¿Qué opinás sobre los animales en los circos y en los zoológicos?
Los de circo ni hablar, es cruel. Los de zoológico solo aceptaría muy a regañadientes algo parecido a Temaikèn, que nunca fui pero dicen que están bastante bien.

16 ¿Y los de laboratorio?
Ahí puedo llegar a aceptarlo, pero es relativo. A veces sirven para técnicas de trasplantes que después se trasladan al ser humano. Igualmente son temas vidriosos.

17 ¿Cuál es tu posición frente a los cortes de orejas, de cola y hasta de cuerdas vocales?
El corte de oreja es un martirio, lo he hecho, no voy a decir que no. Cuando hace muchos años el doberman estaba de moda hice unos cuantos, pero encima es una operación en la que a veces una oreja queda un poco torcida y te desacreditás por algo estético. Ya no lo hago más. No estoy para nada de acuerdo. Quizás sí en los cortes de cola porque hay perros a los que se les lastima, o la tienen muy larga, el boxer es un ejemplo. Pero se le hace cuando tienen 3 ó 4 días y es como ponerle un aro a una niña. Y lo de las cuerdas vocales es muy agresivo, ni me imagino algo semejante.

18 La eutanasia es algo que se practica mucho en veterinaria…
Sí, he hecho cientos, pero siempre en animales que están sufriendo. No me tiembla la mano cuando se trata de despenar a un animalito. Cuando mi conciencia me dice que no queda otra, no puedo dejar a un animal sufriendo. Hay veterinarios, en Capital sobre todo, que no aceptan la eutanasia, dejan que el perro se muera a los gritos. La eutanasia es una de las cosas más cotidianas para nosotros.

19 ¿Cuál es el mayor choque con tu trabajo?
Que me absorbe tanto que no me queda tiempo para leer todo lo que quiero. Soy comprador compulsivo de libros y a esta edad uno siente que tiene un techo, ya sé que no voy a llegar a leer todo.

20 ¿Preferís las historias de fantasía o más concretas?
Fantasía no, ni Borges ni Bioy Casares ni Cortázar, me gusta la cosa más contundente. O mucho de historia.

21 ¿Qué diario lees?
Clarín, pero no por una cuestión ideológica, sino porque tiene una muy buena sección deportiva. Lo leo hace 40 años, podés cambiar de mujer, pero no de diario.

22 ¿Sos futbolero?
Me encanta. Fue un sostén espiritual, cuando murió mi papá el fútbol fue un gran antidepresivo, me sirvió mucho. Soy fanático de Boca.

23 ¿Cómo te llevás con la tecnología?
De mal a muy mal, no sé prender una computadora.

24 Tres cosas sagradas…
La siesta, Boca Juniors, y mis nietos.

25 ¿Cómo te gustaría que te recordaran?
Como un buen tipo.

26 ¿Un deseo?
Que mis nietos puedan tener un país y un mundo mejor.

27 ¿Lo más loco que hiciste en tu vida?
¿Publicable? Avancemos…

28 ¿Tu mayor virtud?
Creo que soy honesto, humilde, lindo… (risas)

29 ¿Y tu peor defecto?
Soy muy dubitativo, me cuesta tomar decisiones.

30 ¿Una regla de oro?
Tratar de respetar al prójimo, tolerar y entender. Y la no violencia.

31 ¿Tu mayor miedo?
La inseguridad, sobre todo con los chicos. Me salta el caso de Matías Berardi. El desprecio por la vida.

32 ¿Qué cosas te alegran?
Las cosas lindas de la vida, las buenas noticias, los actos de solidaridad y de amor. Sueño con el mundo de Teresa de Calcuta y Mahatma Gandhi, donde no exista la delincuencia, ni la violencia, ni la muerte, ni la droga.

FICHA PERSONAL

Carlos Alberto Fangio nació en Ingeniero Maschwitz el 8 de diciembre de 1948. Sus padres eran oriundos de Chacabuco. Está casado, tiene dos hijos: Carlos Gabriel y Valeria, y dos nietos: Juan Gabriel y Felipe. Cuando empezó a estudiar en la facultad de Agronomía y Veterinaria “no había ni un veterinario en 30 kilómetros a la redonda”. Hizo la carrera velozmente, y a los 24 años estaba recibido. Durante dos décadas fue docente en la cátedra de Patología General en la UBA, y es el presidente del Círculo de Veterinarios del partido de Escobar. En 2003 fue distinguido como “vecino ilustre” de su localidad.

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