Hernán Castañeira decidió dejar su impronta en la ciudad con un gigantesco mural donde retrata a grandes mujeres que hicieron historia. Un mensaje contra los estereotipos frívolos de la televisión actual.

La esquina Estrada y Alberdi, en Belén de Escobar, presenta una nueva y llamativa fisonomía. En una gran pared que hasta hace poco estaba vacía y descuidada, el artista plástico Hernán Castañeira (38) se propuso hacer un homenaje a las mujeres con un mural. La obra, a la que le faltan los últimos retoques, se aprecia desde lejos: sobre un fondo blanco sobresalen los rostros de figuras femeninas que quedaron impresas en la memoria colectiva por los siglos de los siglos a través del arte, la cultura o diferentes luchas sociales.

El variopinta homenaje involucra a personalidades de la talla de Domitila Barrios de Chungara, María Elena Walsh, Victoria Ocampo, Tita Merello, Rigoberta Menchú, Juana Azurduy, Frida Kahlo, Teresa de Calcuta, Alfonsina Storni, Sor Juana Inés de Cruz, Alejandra Pizarnik, Violeta Parra, Mercedes Sosa y Susana Trimarco. Resta definir si la número 15 del mural será Chavela Vargas. Además, las madres y abuelas de Plaza de Mayo estarán representadas por la iconográfica imagen de un pañuelo.

La iniciativa surgió del grupo Acción Poética. Cuando se la propusieron, el sí de Castañeira fue espontáneo y enseguida comenzaron a tramitar los permisos correspondientes para poder llevarla a cabo.

El proceso de selección de personalidades se dirimió en “largas charlas, en las que decidíamos agregar a unas y descartar a otras”, cuenta a DIA 32 el artista. “Tratamos de poner mujeres que nada tengan que ver con la frivolidad y que hayan aportado algo concreto en su participación en la sociedad. Quisimos mostrar que la mujer es otra cosa que lo que suele verse en los programas de la tele, siempre ligadas a las peleas y a lo frívolo”, fundamenta. La pincelada inicial la dio el 8 de marzo, como una forma de conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Hernán no trabaja solo. Siempre hay alguien de Acción Poética ayudándolo con la escalera, yendo a comprar algo que haga falta, cebándole un mate o simplemente haciéndole compañía mientras él se dedica a lo que mejor sabe hacer: dibujar y pintar.

Talento innato

El artista vivió toda su vida en Escobar, aunque de casualidad nació en Zárate. Empezó a estudiar dibujo a los 8 años, y tiempo después realizó un curso por correo en una escuela de Estados Unidos. “Me mandaban lo que tenía que hacer, yo enviaba los trabajos, me corregían y volvían. Así me enganché y siempre seguí dibujando”.

Cuando terminó el secundario empezó a dedicarse al arte como autodidacta, con algunos cuadros y murales que le encargaban. Hasta que en un momento decidió que tenía que hacer la carrera. “Pasé por todas las escuelas de arte habidas y por haber, me recibí de profesor y hace 15 años que ejerzo la docencia”.

La gente le encomienda réplicas de cuadros de pintores famosos y murales. Hace poco, la empresa Quilmes lo contrató para hacer la ambientación de la fiesta de los 100 años, “con todos los logos de Quilmes a través del tiempo, recortados en madera y pintados”. También pintó una capilla en Derqui y está restaurando la estatua de San Vicente de Paul para el colegio homónimo. Actualmente suele participar de dos exposiciones al año, algunas en Capital y otras acá.

Sin embargo, para ganarse la vida complementa sus trabajos de artista con la docencia, porque entendió que de la vocación no se come. “Por más que seas reconocido, es muy difícil. Yo vendo pinturas, pero no puedo vivir de eso porque no sé cuándo me van a volver a comprar. En cambio, la docencia me permite seguir en el tema y tener un sueldo seguro. Al principio me costó adaptarme, pero le descubrí el lado artístico a enseñar y ahora me gusta mucho”.

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