En un parpadeo, pasó de ser el concejal opositor más tenaz a trabajar en un acopio de ramas en Maquinista Savio. “Si estoy acá es porque mantuve mis convicciones”, afirma, aunque admite errores y contradicciones.

Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar

En octubre de 2011, José María Rognone (44) sorprendió a propios y extraños cuando decidió patear el tablero en el entonces monolítico Concejo Deliberante de Escobar: rompió filas con el bloque oficialista, hizo rancho aparte como kirchnerista puro y consagró la segunda mitad de su mandato a la misión de ser el más agudo opositor a la gestión del intendente Sandro Guzmán.

Con fuertes denuncias desde su banca, que convirtió en una suerte de trinchera de las luchas escobarenses, “Coty” tuvo su largo cuarto de hora. Pero las escenas finales de su película como justiciero fueron sin pena ni gloria para el saviense, quien al no participar en las elecciones como candidato decidió volver sobre sus pasos y colaborar con Guzmán en la campaña del Frente Renovador, tanto en las PASO como en las generales.

Así, se despidió del Concejo Deliberante silbando bajito y caminando por el sinuoso sendero de las contradicciones políticas, guardando en la funda el traje de Quijote y desempolvando la fajina de empleado municipal que había vestido hasta 2003, cuando asumió el primero de sus dos mandatos de concejal. Ahora trabaja de lunes a viernes, de 7 a 14, controlando los camiones de ramas que entran a “El Acopio”, un predio a cielo abierto ubicado en El Ceibo y Colibrí, que le queda a diez cuadras de su casa.

De haber sido secretario de Gobierno y concejal a controlar un depósito de ramas, ¿cómo es la vuelta al llano?

No tengo problemas. Si hoy estoy acá es porque mantuve mis convicciones y estoy orgulloso de eso. Iban a mandarme a la Delegación, pero yo pedí no estar ahí porque ya hay demasiado personal. Haber terminado mi mandato fue sacarme una mochila grande de encima, me quitó muchas responsabilidades. Por supuesto lo voy a sentir a fin de mes, pero seguramente agarraré otro trabajo. No se me va a caer ningún anillo.

¿Siente que cumplió?

Sí, tanto en este mandato como en el primero. Se hicieron muchas cosas, sobre todo con el transporte. Mucha gente me tenía como una persona callada o sin carácter y estos dos últimos años me permitieron que se conozca mi verdadera personalidad. Además, siempre se dijo que yo tenía algo arreglado por algún lado o que era un infiltrado del oficialismo, y creo haber demostrado que esto no era una mentira o una farsa.

Sin embargo, en el último tramo, una vez que se definieron las candidaturas, bajó un par de cambios, se llamó a silencio y terminó haciendo campaña para Sandro Guzmán. ¿Cómo se explica ese viraje?

Lo que pasa es que yo defendí genuinamente el espacio del Frente para la Victoria, pero después empezaron a cerrarse las puertas, nunca me llamaron a participar y gente que votaba en contra de cuestiones del proyecto nacional terminó siendo candidata. A su vez, Massa me gustaba y tuve dos propuestas: una de Leandro Costa y otra de acompañar nuevamente a Sandro. Mi grupo más cercano quiso apoyar a Sandro y eso fue lo que hicimos. Entonces decidí no generar conflictos hasta las elecciones.

¿Se arrepiente de algún voto?

Sí, me arrepiento de haber votado a favor el expediente de la licitación del parque industrial de Loma Verde. Sinceramente ni lo vi y hasta hoy me lo cuestiono. Pero hubo otras ventas peores, como las de El Cantón o San Matías. Esas tierras se vendieron todavía más baratas.

Su última cruzada fue contra la instalación de “La Saladita” en Savio. ¿Sigue sosteniendo que “billetera mata responsabilidad de funcionario público”?

Estoy totalmente convencido, se cae de maduro, es obvio que es así. Lo que hicieron es una vergüenza y una barbaridad administrativa.

¿Qué expectativas tiene en el interinato de Walter Blanco en la Intendencia?

Si bien es una persona con la que tengo muchas diferencias, no solo de gestión sino de valores de vida, deseo que le vaya muy bien. Capacidad tiene. El tema es qué es lo que quiere. Yo digo que la gestión es inversamente proporcional al patrimonio de los funcionarios. Si es mala, el patrimonio de los funcionarios es más alto. Si quiere hacer una buena gestión, tiene capacidad para lograrlo. Y si quiere ser más rico, también.

¿Y si le ofreciera un cargo? ¿Usted que haría?

Lo agarraría, porque es una herramienta de trabajo importante, aunque por mi forma de ser seguramente me volverían a correr a un costado.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *