Lucila Peter y Nicolás Heis se convirtieron en las revelaciones escobarenses en los Juegos Deportivos Buenos Aires 2011 al llegar a lo más alto del podio. Ambos hablaron de sus inicios en el tenis de mesa y sus experiencias en Mar del Plata.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Aunque los mejores jugadores son los chinos -para muestra alcanza Liu Song, flamante número 1 en los Panamericanos-, en Argentina el ping-pong tiene su troupe de fanáticos. En más de una quinta o salón amplio, la mesa de juego ocupa un lugar sagrado para los dueños de casa. Es un clásico que nunca pasa de moda a través de generaciones.

Si bien en el partido de Escobar no se han dado tantos casos de jugadores destacados, los recientes Juegos Deportivos Buenos Aires dejaron una gratísima sorpresa con dos jóvenes, de 15 y 16 años, que se las traen y que manejan la pequeña paleta con maestría.

Lucila Peter es de Garín y Nicolás Heis de Maschwitz. Ambos practican este deporte en el GTM (Garín Tenis de Mesa), que funciona en la Casa de la Cultura de esa localidad, en Sarmiento al 150. Los dos fueron revelación en los ex Bonaerenses en las finales de Mar del Plata y se quedaron, cada uno en forma individual, con la medalla más preciada.

Sus historias tienen varios puntos de coincidencia. “Comencé a practicar tenis de mesa en noviembre de 2009, cuando mi papá me llevó a la Casa de la Cultura de Garín porque unos compañeros de trabajo son los entrenadores. Me entusiasmé mucho y empecé a practicar”, cuenta Nicolás a DIA 32. Por su parte, Lucila descubrió el ping pong a fines del año pasado. “Primero fue jugando con mi papá, pero lo tomaba como un hobby. Después fui a jugar para ver cómo era y me enganché. ¡Ahora no puedo dejar de ir!”, explica.

También responden parecido cuando se les pregunta acerca de las principales virtudes o condiciones que debe tener un eximio jugador: “La principal virtud que tenés que tener es movilidad en las piernas, buenos reflejos y técnica en los golpes, eso es lo fundamental”, afirman.

Cada uno vivió a su manera la coronación en Mar del Plata, después de haber jugado seis partidos para poder colgarse la medalla dorada en el pecho. “Yo sentí una alegría enorme, no lo podía creer. Era una felicidad inexplicable. El mejor partido que jugué fue en la semifinal con una chica de La Matanza. Fue complicado pero lo supe resolver bien”, cuenta ella cuando recuerda los Juegos Deportivos del mes pasado.

“Yo me sentí contento por mí y por el club al que pertenezco, y también aliviado por haber logrado lo que buscábamos. Mi mejor partido fue en la ronda clasificatoria, cuando me tocó jugar con el representante de Florencio Varela. Comencé perdiendo el primer set y lo pude dar vuelta. Después tuve que enfrentarlo nuevamente en los cuartos de final y volví a ganar”, sostiene Nicolás, el más tímido de la dupla ganadora.

Para mejorar su juego y fortalecer golpes, los chicos entrenan nada menos que ocho horas semanales, los martes y jueves, en dos turnos de dos horas. “Los entrenamientos son muy buenos, tenemos tres profesores que nos hacen hacer diferentes tácticas y movimientos, apuntados a mejorar nuestros golpes. El clima es muy bueno porque todos compartimos el mismo interés. A pesar de que es un deporte individual, el compañerismo en el grupo es muy bueno”, asegura Nicolás.

Los profesores de los chicos son Sebastián Giménez, Rubén Bentancourt y Dardo Santucho, un terceto eficaz a la hora de formar jugadores de tenis de mesa.

En noviembre tanto Peter como Heis estarán jugando el campeonato por equipos que organiza la Federación de Buenos Aires. Ese será el nuevo gran desafío de estos jóvenes.

Con grandes condiciones y pasión por lo que hacen, los Juegos les dieron un espaldarazo importante. Estará en ellos aprovechar el impulso y seguir aprendiendo.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *