Una noche de noviembre de 1995, “El Tifón” de Arequito iniciaba su carrera profesional en la Fiesta de la Flor. Quince años después, la cantante actuó en Garín y recordó con gratitud a quienes confiaron en su inagotable potencial.

Soledad Pastorutti tiene una relación muy especial con el partido de Escobar. Es aquí (y no en el Festival de Cosquín de 1996, como señalan algunas biografías) donde la por entonces quinceañera cantante folklórica inició su carrera profesional. Esa noche del sábado 4 de noviembre de 1995 quedó marcada para siempre en el corazón y la retina de la joven de Arequito, que el lunes 20 de junio se presentó ante una multitud en los festejos por el 118º aniversario de Garín

.“En aquel momento cantábamos porque cantábamos, porque nos gustaba. Pero esa noche en Escobar fue el puntapié inicial, fue la primera vez que alguien valoró nuestro espectáculo a nivel económico y que me hizo sentir una profesional”, recordó Soledad en conferencia de prensa tras cantar una veintena de canciones -feliz cumpleaños incluido- ante el público garinense, algunas en compañía de su inseparable hermana Natalia.

El show de 1995 había sido organizado por la agrupación gaucha La Collera, en el predio de la Fiesta de la Flor. “La Sole” estaba en plena adolescencia y hacía algo revolucionario dentro del folklore: se movía, saltaba, dejaba participar al público y hacía malabares con su poncho. “Le tengo mucho cariño a este pueblo porque el centro tradicionalista, en aquel momento, me dio un lugar muy importante. Esa noche compartí escenario con Alberto Merlo y otros artistas muy importantes. Me dieron un lugar muy especial que en el folklore de aquella época no era fácil”, expresó “El Tifón” de Arequito.

Aquella presentación fue un éxito rotundo y el público no se quiso ir sin su souvenir. En esa oportunidad se vendieron todos los casetes que habían llevado, “hasta el que usamos para el show”, recordó Soledad. Eran cintas que su papá Omar -quien le inculcó su amor por el folklore- grababa de la consola de los recitales y vendía dentro de una cajita plástica con una imagen fotocopiada de su hija. Con lo que recaudaba le cargaba nafta al auto, pagaba la comida y el alojamiento. Desde entonces, para todo esto también contaría con los ingresos por el caché de cada espectáculo.

Esa noche de noviembre, la chica de Arequito y su banda pararon en la Hostería Caballito Blanco, ubicada al costado de la Panamericana. “Cada vez que paso por la autopista y la veo me acuerdo, lo tengo muy presente”, aseguró la cantante, actriz y conductora de televisión.

Una llama siempre encendida

Más de quince años después de su debut profesional, Soledad sigue conservando el mismo entusiasmo, incluso luego de haber subido a cientos de escenarios del mundo. Dice que es la música la que le mantiene altos los niveles de energía y que por ahora nunca se cansó de hacer lo que hace.

“Me subo al escenario y me relajo. Y con la banda tenemos el mismo código: disfrutar. Somos agradecidos con la gente y con el público. Nosotros no estábamos preparados para todo lo que nos pasó, nos tuvimos que preparar en el camino. No veníamos a buscar el éxito ni la fama y nos agarró, y hasta ahora no nos soltó. Pero hay que prepararse para que eso siga así, porque no es tan fácil”.

Tras su recital en Garín, Soledad también habló de la juventud y de la situación del país. Dijo que cree que en la Argentina de hoy “hay grandes oportunidades” y que “depende de todos los argentinos” saber aprovecharlas. “Pero para que los chicos sepan y entiendan que eso depende de ellos tienen que estar bien alimentados y educados desde que nacen. Tienen que recibir amor, el amor es muy importante. La juventud tiene ganas de basta de corrupción, de hacer las cosas bien, de mejorar, de crecer en lo suyo, de ganarse su pan trabajando. Pero para lograr esa dignidad hay un camino previo que tiene que estar bien hecho”, agregó.

Para ella, todo funciona por contagio y piensa que hay que aprovechar que la gente está de buen ánimo para ir desparramándolo de unos a otros. “A mí me pasa en el escenario, yo me contagio de la gente. Si la gente estuviera mal, no podría hacer lo que hago. Más de una vez no tuve ganas de subir y encima levantarle el ánimo al público. Pero es mi trabajo y si la gente no me contagiara sería muy difícil”.

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