Decenas de chicos y adolescentes se vuelcan con fervor a bailar los pegadizos ritmos de este subgénero coreano. “Es un estilo de vida”, afirma Isabel Ibarra, directora de la academia DearK.

Hace poco más de una década sonaba en radios, bares, plazas y fiestas una canción coreana con un estribillo que levantaba de la silla a todo el mundo -casi literalmente- para comenzar una coreografía: la mímica de montar un caballo y emular el movimiento de un lazo. El mega hit Gangnam style, estrenado en julio de 2012 por el artista PSY, sigue acumulando millones y millones de reproducciones en diferentes lugares del planeta.

No tan conocido, pero también viral, meses atrás apareció el llamado “baile de la levitación”, un paso que se convirtió en tendencia porque, al ser tan rápido, da la impresión de que los pies no hacen contacto con el suelo y que la persona flota mientras se desliza. Este movimiento, llamado “Slick Back”, es visualmente muy atractivo y surge a partir de la canción A Pimp Named SlickBack.

Ambos bailes pertenecen al “K-Pop” -abreviación de Korean Popular Music–, un subgénero del pop que eclosionó en Corea del Sur y está haciendo furor en cada rincón de la Tierra: el paso de la levitación fue creado por un joven de 15 años, de la ciudad de Daegu, que lo realizó mientras un amigo lo filmaba porque les pareció divertido. Pero ya lo replican chicas y chicos en la localidad de Garín, con la misma energía y destreza.

“Estamos acostumbrados a copiar e imitar pasos, tenemos experiencia en eso. En nuestra academia, todos los alumnos del nivel intermedio pudieron hacerlo en su primer intento con una sola explicación. A los de nivel inicial les costó unos diez minutos, no mucho más. Todos a los que se les ha presentado el Slick Back lograron realizarlo con éxito”, afirma Isabel del Pilar Ibarra Arce (29). Ella es cofundadora de DearK, una escuela de K-Pop de Garín que abrió a principios de 2019 y hoy tiene más de 30 inscriptos.

Isabel Ibarra, cofundadora de la escuela de K-Pop de Garín
Apasionada. Isabel Ibarra es cofundadora de la escuela de K-Pop de Garín. (Foto: Jeka Ott)

La propuesta surcoreana de fusionar el pop con la electrónica y géneros más modernos comenzó a escucharse fuera de su país de origen a partir de la década de 1990. Actualmente, cantidad de fans se sienten atraídos por su música, danzas energéticas y por los miembros de las bandas, a quienes consideran “idols”; es decir, personas admirables en todas sus cualidades.

La identidad del K-Pop en estos tiempos apunta más bien a los grupos, que suelen ser o solo de hombres o solo de mujeres, que a un cantante solista.

Además de hits, estos artistas componen una estética que los vuelve parte de un movimiento: “Es un estilo. Ya sea de ropa, looks, make up, diseños, colores, un estilo de vida y cuidado meticuloso de lo que se desea expresar. Un estilo de baile que puede ir desde lo más elegante y femenino, hasta lo más urbano y masculino. Un arte”, define la profesora de ritmos de Garín, más conocida como “Izzy”, en una entrevista con DIA 32. A la par del contenido musical, hay una tendencia a un exhaustivo cuidado de la piel con cosmética coreana.

En los últimos años, referentes de este género llegaron a ser los más escuchados del mundo, compitiendo con el reggaetón. Jung Kook, miembro del grupo líder BTS, se volvió viral en 2023 con Seven (feat. Latto), que se posicionó como la canción de K-Pop más reproducida a nivel global y en el track que más rápido alcanzó mil millones de streams en la plataforma Spotify.

Trascender barreras

Para acceder mejor esta cultura, es recomendable escuchar las canciones con los subtítulos en español y ver las coreografías de los videos con sus pasos alucinantes.

El contenido de las letras propone, en términos generales, una mirada positiva de la vida, una invitación a “encenderse”, a bailar, a divertirse. O bien se delibera sobre el amor, la libertad, el talento. Algunas más lentas, apuntan a preguntas más existenciales de la juventud.

He oído que mi corazón ya no se emociona cuando escucha música, pero intento levantarme, siento como si el tiempo se hubiera detenido. Oh, esa sería mi primera muerte, esa a la que siempre le tuve miedo. Si mi talento ya no me hace sentir nada, si ya no puede hacer palpitar mi corazón, creo que eso se sentiría como mi primera muerte. Pero, ¿y si ese momento es ahora mismo?”, dice la reflexiva letra de Black Swan (Cisne Negro), de BTS. El video de esta canción batió récords y alcanzó los 300 millones de visualizaciones en YouTube.

“Lo primero que llamó mi atención fue lo visual, el cambio de ritmo tan chocante lo vuelve fresco y divertido. Todo el video, las cámaras, cambios de escenarios, las luces, los colores, las vestimentas, el make up sutil o recargado, y es que… ¡parece que tienen la piel perfecta!”, comenta Izzy sobre su match con el K-Pop. Ella nació en Maquinista Savio, vivió toda su infancia y parte de su adolescencia en Garín y en 2014 se recibió de maestro mayor de obras en la Escuela Técnica N°2.  

“Lo que más amo de la cultura es el compromiso que tienen, realmente cada mini-álbum está hecho con tanto amor, tanta dedicación, están todos los detalles tan cuidados, que sentís que te llevás todo del artista”, agrega.

El idioma no fue un problema para enamorarse de este estilo. Más bien, le hizo sentir la necesidad de aprender coreano, además de inglés: “Quería entender lo que decían en los programas donde aparecían los idols, quería entender mejor la letra, su forma de pensar, su vestimenta, su historia, todo”.

En 2011 se mudó a Olavarría y en 2016, con otras compañeras, fundó el grupo Deark. Dos años más tarde, iniciaron la academia. Comenzaron con demostraciones, filmaciones, shows y competencias; luego, el dueño del lugar donde ensayaban las impulsó a enseñar el ritmo. Súper profesionales, pronto crearon un plan de estudios y lo presentaron en el Centro Cultural Coreano de Buenos Aires, que les otorgó el reconocimiento y ayuda.

Izzy regresó a Garín en 2018 y al año abrió una sede de Deark para seguir difundiendo la cultura.

Escobar al ritmo del K-POP

El nombre “DearK” significa “Dear Korea” y hace referencia a una carta escrita para Corea del Sur con mucho amor. Su significado fonético es “Dear key” (querida llave). Al inicio, el grupo era la llave para participar en un concurso K-Pop latinoamericano que tenía como premio un viaje para todos los integrantes al país asiático. Hoy en día, el espíritu soñador del nombre se amplía a todos los alumnos: “Más que una academia, somos familia”, asegura Izzy.

La escuela está ubicada sobre la calle Santa Fe, entre Islas Malvinas e Hipólito Yrigoyen y su lema de es “Sé una estrella”. “Apuntamos, sobre todo, a aprender valores, el trabajo en equipo es fundamental, y como tal, los alumnos realizan salidas extracurriculares, actividades en las que puedan desarrollar tanto su individualismo como su capacidad de convivir con los que le rodean. A no avergonzarse, a festejar tanto su progreso como el de los compañeros, a no juzgar el trabajo del otro, a que cada uno aprende a su ritmo y a ser líderes de su propio camino”, explica su directora.

Desde el Municipio también recibieron un importante reconocimiento, traducido en invitaciones constantes a shows y apoyo de actividades recreativas como los K-Pop Random Dance Challenge, que lideraron junto a la Juventud de Escobar Comunica.

“El Intendente Ariel Sujarchuk nos hizo ser parte de la historia de Escobar, ser visibles y poder inspirar a otros a hacer lo que aman, a bailar sin miedo, mantenerse sano, hacer deporte, divertirse sin miedo a que te critiquen, a ser aceptado, a trabajar en equipo y a liberar su arte en cualquier forma de expresión”, expresa Izzy, con enorme gratitud.

Curiosidad por lo distinto  

A simple vista, y desde una perspectiva quizás obtusa o prejuiciosa, esta cultura podría considerarse distante, ajena o reflejo de una generación de jóvenes que tiende a lo superficial. Deben ser pocas las mesas familiares que pasan la prueba de no juzgar lo que escuchan los adolescentes con comentarios del estilo “eso no es música”. Sin embargo, con un acercamiento más profundo y una mirada fresca, se captan las distintas tonalidades de esta estética, arte o movimiento.

En el caso de Izzy, empezó escuchando pop japonés, que le llamaba la atención en los animé y que significó el inicio de un viaje desde Garín hacia la cultura asiática, luego un impulso para conocer más y un motor para sus actuales proyectos: “Aunque me gustaban los ritmos nacionales e internacionales y bailaba todos, sentía que ninguno estaba completo, quería algo más. Hasta que en 2010 mi hermano me muestra un grupo llamado U-Kiss; desde allí, fui indagando cada vez más en las bandas, sus programas, en la ropa, en el make up y en la cultura coreana”.

Con experiencia en el tema, señala: “En todas las familias siempre hay alguien que tiene gustos y piensa diferente. Y gracias a todas las personas que pensaron diferente, el mundo pudo enriquecerse y progresar, avanzar, mejorar. Hoy en día, el mundo es rico en diferentes culturas y creo que uno es libre de decidir qué es lo que quiere probar, lo que quiere hacer, lo que quiere pensar, a quien quiere seguir y qué camino tomar”.

Filosofía. “Apuntamos, sobre todo, a aprender valores”, sostiene Izzy Ibarra. (Foto: Jeka Ott)

“Recuerdo una frase que me decía mi profesora de coreano por el año 2016: ‘Los argentinos trabajan para vivir, y los coreanos viven para trabajar’. Ellos son muy dedicados y entregados a su trabajo, es por ello que los admiro. No por nada en los menos de cien años que tiene, Corea del Sur pudo ser uno de los grandes Tigres de Asia”, destaca.

Si bien algunas coreografías presentan dificultad en cuanto a fuerza, elasticidad, movilidad y agilidad, la coach garinense asegura que todos pueden aprenderlas, siempre que se animen y quieran autosuperarse.

En la academia reciben a personas de entre 11 y 18 años, pero también ingresan de otras edades. La gran mayoría conocen el K-Pop y otros incursionan poco a poco en el ritmo, porque quieren aprender a bailar o desarrollar alguna actividad física.

Empiezan con secuencias más simples para acostumbrarse a coordinar brazos y piernas, a explayarse, moverse en el lugar y así adquirir destreza y resistencia. “Al K-Pop lo pueden realizar personas de todas las edades, siempre y cuando tengan a un profesional como coach que cuide su salud, su estado y lo motive. Esperamos recibir más diversidad de alumnos, aceptamos a todos los que respeten las normas de convivencia”, apunta la profesora de DearK, convocante.

“El K-Pop representa salida, escapatoria, libertad, felicidad, agonía, tristeza, enojo… La música es parte de nosotros y, más allá de la nacionalidad, el idioma o los gustos de cada uno, tiene que ver lo que representa en nuestra vida, lo que nos impulsa a decir, hacer y pensar”, concluye, con una perspectiva amplia y flexible, en sintonía con la letra de Dynamite (Dinamita), de BTS: “Trae un amigo, sumate a la multitud, quien quiera venir, que venga”.

MÚSICA PARA INICIARSE

Los Izzy recomendados

Los grupos favoritos de la kpopper garinense son missA y SNSD, pero ambos se separaron hace años. Para empezar a conocer, sugiere “que escuchen y vean el video de I got a boy, de SNSD, y I don’t need a man, de missA, dos de los himnos con los que crecí ¡No se olviden de poner los subtítulos!”.

“Si son más de los grupos de hombres, pueden escuchar U, de SuJu y Sherlock, de SHINee. Si buscan canciones representativas, podrían ser el Gangnam Style de PSY y  Save ME de BTS”, amplía.

Además, arriesga: “BTS es un grupo líder, pero sospecho que este año va a ser superado por otro grupo, ya que la mayoría están realizando el servicio militar obligatorio”

EL LADO B DE LOS “IDOLS”

Un costado no tan amable

Entendido como un fenómeno, algunos sociólogos aseguran que el K-Pop es arte con la filosofía de perfección. Y que, en este sentido, los coreanos buscan “la estética occidental correcta”.

Parece ser que tanto representantes como fans incitan a que sus “idols” busquen la excelencia en todos los aspectos. Desde chicos entran a academias de baile y canto, donde necesitan ayuda psicológica para soportar el ritmo, la exigencia y la presión. A su vez, pueden someterse a intervenciones quirúrgicas para “occidentalizar” sus rasgos. En algunos casos, los finales de estos artistas fueron trágicos.

Sobre este lado B, Izzy comenta: “En el mundo de un kpoper existen chistes, bromas internas que podrían tomarse en serio, por parte de los que nunca han escuchado sobre ello si no se hace énfasis adecuado a la exageración. Es verdad que algunos jóvenes, al no saber cómo construir su personalidad y estilo, y con el afán de llamar la atención y ser famosos, optan por copiar la vida de los idols, sin saber que ellos toman suplementos, llevan una vida atareada, se ejercitan”.

“Los estudiantes duermen en promedio cuatro horas, llevan una dieta estricta en la que hay días que no comen o comen solo fruta. Para esto, ya se están tomando medidas legales desde el año 2023 y, por ende, las agencias ya no tendrán el control casi total de los artistas, ni en lo que comen ni en que trabajen más de lo que deben”.

2 comentarios

  1. QUE HERMOSA NOTAA ♥♥♥
    Izzy es la mejor profe que he conocido, lejos! ♥

    Recomiendo a todos sumarse a DearK, no solo para bailar sino también para vivir la experiencia de estar en un grupo de baile, aprender a ser compañero, responsable y constante con los objetivos y que ese aprendizaje los ayude a crecer como personas ♥

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