El deporte del bate, el guante y la pelota vive en el predio de la Asociación Japonesa, cuyos equipos compiten en la Liga Metropolitana. El DT de mayores, Waldo Wagata, habla del presente de la actividad.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Está claro que el beisbol no es un deporte masivo en Argentina. Aquí, el juego del bate, el guante y la pelota no goza de la popularidad que tiene en Estados Unidos, Venezuela, Japón, México o Colombia, donde los jugadores cobran por ponerse la camiseta de un determinado equipo. Sin embargo, en nuestro país la actividad se las rebusca para ganarse un lugar cada vez más importante, tener equipos competitivos y captar nuevos valores para una proyección a largo plazo.

A nivel nacional, la competencia más fuerte se da en la Liga Salteña. La siguen en jerarquía las plazas de Rosario y Córdoba, con niveles interesantes. Además, el béisbol argentino logró desde hace años exportar jugadores a España, Italia y Estados Unidos, algo impensado en los comienzos de esta disciplina por estas latitudes.

Escobar tiene su representante en la categoría A3 de la Liga Metropolitana. Se trata de Los Tigres, que los miércoles a la tarde entrenan y sábado por medio juegan como locales en el predio de la Asociación Japonesa, ubicado en la calle Arquímedes 1581, al lado de la ex ruta 9. Los partidos comienzan a las 13 y pueden durar desde 90 minutos hasta tres horas y media.

Si bien la institución también cuenta con equipos de juniors, juveniles, cadetes e infantiles, reclutar nuevos jugadores es uno de los grandes desafíos que enfrentan tanto el técnico de la tira, Néstor Tamaki -Nicolás Yagi es su ayudante y Daniel Imai trabaja con los novatos- como el entrenador de los mayores, Waldo Wagata.

“El mayor drama que hay en estos tiempos es la Play y la Wii, eso resta, porque los chicos están con los jueguitos. Cuando van creciendo se ponen de novios, después trabajan y forman su familia”, explica Wagata a DIA 32.

Más allá de las dificultades para conseguir cantidad, calidad no falta: algunos de los chicos de inferiores de la Asociación Japonesa integran las selecciones Metropolitana y Argentina, lo cual es una motivación extra y un orgullo para sus compañeros.

La temporada de competencia para los mayores culminó en noviembre. En cada zona había cuatro clubes y Los Tigres terminaron terceros, con poca diferencia entre los de arriba. “El año fue bastante competitivo. En nuestro equipo tenemos gente de Escobar, Garín, Benavídez y Capital. Varios somos descendientes de japoneses. Juegan todos”, cuenta el DT, que también es jugador, aunque él prefiere “verlo y sufrir desde afuera”.

Un buen beisbolista, según Wagata, es aquel que “está despierto y tiene cualidades, pero también debe tener garra para llegar”. Y admite la influencia de la descendencia japonesa para destacarse: “De chico, si jugás béisbol, no jugás fútbol. Esto para nosotros es así”, sostiene, con exactitud oriental.

Ganar o ganar: un deporte sin empates

Las reglas del beisbol son bastante sencillas. Cada equipo tiene 9 integrantes y el objetivo del juego es golpear una pelota con un bate, desplazándola a través del campo. El lanzador corre por el camino interno de tierra intentando alcanzar la mayor cantidad de bases posibles hasta dar la vuelta al lugar desde donde bateó (home), mientras los rivales buscan la pelota para eliminarlo a él o a otros corredores antes de que lleguen a alguna de las bases o consigan anotar. El equipo que logre más carreras al cabo de los episodios -llamados innings (o entradas)- que dura el encuentro, es el ganador. Si al término de los nueve innings regulares -también se puede jugar a 5 ó 7- persiste la paridad, el partido se extiende cuanto sea necesario para que haya un ganador. Las canchas también se denominan diamantes, por su forma triangular, y abarcan un total 0,8 hectáreas.

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