Volcado hacia la música popular en versión moderna, el cantautor escobarense despegó con todo. En poco tiempo logró armar una banda y tocar en decenas de peñas y eventos. Sueña con Cosquín y con que sus canciones se expandan por todo el territorio nacional.

Todo fue muy rápido y vertiginoso para Alejandro Villalba (34), quien hace ocho meses se propuso dar a conocer sus canciones, formó una banda y tocó en treinta y seis lugares, a razón de una vez por fin de semana. Ya pasó por la mítica Peña del Colorado, en Palermo, y por la oficial del festival de Baradero, además de otras en Capilla del Señor y en Parque Patricios, entre tantos lugares. Además, fue convocado para tocar como telonero de Los Nocheros en el aniversario de Garín, algo que lo hizo sentir un privilegiado. “Estoy más que agradecido con todo lo que me está pasando. La música genera en mí mariposas en la panza, como si le estuviera dando el primer beso a una chica”, afirma el cantante.

La banda -guitarra, bajo, batería y un corista-, se dedica al “folklore moderno fusionado, que hace que el género tenga mucha más fuerza, que se enriquezca. Además, algunos de los músicos vienen del rock y otros de lo melódico, por lo tanto todo eso sale a relucir al momento de tocar y se produce una mezcla muy particular”, explica Villalba, quien también admite que su música tiene una incidencia muy grande del rock y del blues, porque a él le gusta toda la buena música, “la que tiene mensaje, sentimiento”.

Desde muy chico comenzó a interesarse por los acordes y a entenderlos. Cuenta que cuando no superaba los 3 años, su mamá solía encontrarlo sentado en un banquito de la cocina, con los ojos cerrados, escuchando la música que pasaban por la radio, y que así podía pasarse horas. De más grande le compró una guitarra usada a un amigo por 10 australes y comenzó a tocar de oído. Fue bastante autodidacta, ya que comenzó a estudiar guitarra hace unos años y canto hace un puñado de unos meses.

Además de la música, Alejandro es profesor de Educación Física y guardavida, por lo que pasó mucho tiempo entrenando para participar de triatlones y otras competencias, incluso en el exterior. Pero un día venía en bicicleta por Panamericana y en la bajada de Garín lo atropelló un auto a 50 km por hora. Por la magnitud del choque salió casi ileso: una fractura de mano y magulladuras por todo el cuerpo.

“A partir de ese momento empecé a pensar que no me hubiera gustado haberme ido sin dar a conocer las canciones que escribo. Hice un click, empecé a mostrarme, a buscar la forma de que la gente me escuche, y todo lo que fue surgiendo es maravilloso”, le cuenta a DIA 32.

Así, enseguida formó la banda, con la que ensaya durante largas horas, y está grabando demos financiados por él mismo. A pesar de que recién empieza, la gente ya lo reconoce e identifica sus canciones.

“Muchos me dicen que ahora no los voy a saludar más, pero para mí eso es como el flaco que no tiene un peso, un día se llena de plata y cambia. El tipo no cambió por la plata, simplemente lo desenmascaró la plata. A un artista le pasa lo mismo: la fama no lo va a cambiar, va a desenmascarar quién verdaderamente es”, reflexiona.

Dice que la inspiración le aparece en los momentos y en los lugares más insólitos, escribe en su teléfono y cuenta historias que tienen que ver con él, con amigos o simplemente surgidas de su imaginación. “Escribo las canciones y escucho la música que me va acompañando. Son muchos sentimientos encontrados, termino de escribir y me emociono”, asegura.

Como todo cantante de folklore, lo que más anhela es llegar a Cosquín, el escenario mayor. “Pero mi fantasía más grande es que mi música se escuche por toda la República Argentina”, afirma, ilusionado.

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