Una vez por semana, los recolectores de un laboratorio juntan bidones de orina en las esquinas de los barrios apenas alejados del centro. Con esa materia prima fabrican medicamentos para la fertilidad. Una historia de mujeres solidarias y empresas millonarias.

Por CRISTIÁN TROUVÉ
ctrouve@dia32.com.ar

Si se presta atención al andar por las calles de los barrios, no necesariamente muy alejados del centro de cualquier localidad escobarense, será común encontrar en las veredas de algunas casas bidones repletos de un líquido amarillento. En esos envases, de apariencia insignificante, se encuentra la solución para que miles de mujeres con problemas de fertilidad puedan ser madres. Y también se esconde un negocio millonario.

La empresa Biomás es la encargada de recolectar la materia prima para la producción de gonadotrofinas de origen natural. Estas son extraídas de la orina que donan, voluntaria y generosamente, miles de mujeres en el período de la menopausia. Del proceso de extracción de la hormona se obtiene una fracción cruda del producto de la glándula pituitaria.

De la producción del medicamento se encarga la empresa Massone -todo indica que Biomás pertenece al Instituto Massone-, que a través de un proceso de filtrado y purificación obtiene la Gonadotrofina Coriónica Humana, utilizada para activar el proceso de fertilidad en la mujer, al estimular la fabricación de óvulos. También se utiliza para el tratamiento de la infertilidad masculina.

En su página web, la propia empresa se sindica como primer productor mundial de dicha hormona, llegando anualmente a los veinte millones de viales o dosis. Dedicada a la exportación, sus mercados principales son Estados Unidos y los países de Europa occidental.

Lluvia dorada

Mientras una empresa lleva adelante un negocio millonario exportando hormonas femeninas, las donantes no reciben ningún pago. Se calcula que son más de 175 mil las mujeres menopáusicas que donan su orina a este circuito en toda la provincia de Buenos Aires. A cambio reciben repasadores, tazas, cremas, toallones o tijeras, porque las leyes no permiten comercializar partes y materias del cuerpo humano.

A María, una vecina de 62 años de la calle General Paz, no le importa que con su orina otros hagan negocios y le den una simbólica ganga. “Esos laboratorios ganarán millones pero… ¿y las parejas que se quedan sin tratamiento para realizar el sueño de ser padres? En definitiva, el pis va a los bidones esos o va al inodoro. O sea, hay dos posibilidades: o se tira y no ayudas a nadie, o lo donás y una mujer puede ser mamá”, señala.

A tres cuadras de su casa vive Estela, tres años mayor que ella, quien comparte su criterio. “Yo soy donante y no lo hago por los regalos. No sé, me parece que a pesar del lucro de por medio el objetivo final es muy humano. Además, por fin la ciencia se ocupa de las personas”, expresó al ser consultada por DIA 32.

Natural y artificial

Por cada 200 mil litros que se recolectan se extrae un gramo de la hormona, del cual se pueden generar unos dos mil tratamientos.El nombre comercial más conocido del medicamento inyectable es Menopur. Pero si bien la obtención de esta hormona es mayormente de origen urinario, también se la puede fabricar de forma sintética.

“Cuando una mujer entra en la menopausia, su hipófisis elabora mucha más gonadotrofina, por eso la orina se convierte en una muy buena fuente. Pero la verdad es que la tendencia en el mundo es la producción de la hormona de forma artificial. En nuestro país se continúa eligiendo este método porque los costos son menores”, dice un experto de Fecunditas, dedicado al tratamiento de fecundidad.

Una de las primeras mujeres del mundo en probar el tratamiento fabricado con la hormona de origen humano fue Sofía Loren, a fines de los ‘60. Pasaron más de cincuenta años y se sigue usando el mismo procedimiento. Quizás sea tiempo de hacer un mea culpa.

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