Fue docente durante más de tres décadas y aún lleva su vocación en el alma. Ahora trabaja ad honorem en la biblioteca rotaria de Ingeniero Maschwitz, donde vive desde que nació, hace 73 años.

Por DAMIAN FERNANDEZ
dfernandez@dia32.com.ar

1 ¿Cómo nació su amor por la docencia?
Cuando terminé la primaria, obviamente mis padres querían que estudiara. En ese momento, se había abierto el secundario del Instituto Belgrano, que era lo único que me quedaba cerca, sino tenía que viajar a San Fernando o Campana. Y entonces mis padres dijeron que vaya a Escobar. Ahí le empecé a tomar el gustito y realmente amo esta profesión.

2 ¿Dónde realizó el Magisterio?
Hice los tres años de Ciclo Básico en el Belgrano y después los dos años del Magisterio en el Normal Nº1 de San Fernando, donde me recibí de Maestra Normal Nacional.

3 ¿Cuál fue su primer trabajo?
En el Belgrano. Abrió el curso de aplicación para que las chicas que iban a estudiar para maestra pudieran trabajar ahí, en lugar de tener que viajar a otro lado. El doctor Enrique Cappello me vino a buscar y me dijo: “Fryda, usted ya es maestra y la necesitamos”. Y así debuté, en el año 60. Tenía 4º grado con 14 alumnos e Inglés de 1º a 4º.

4 ¿En qué otras escuelas enseñó?
Al año siguiente ya vine a la Escuela Nº13, aquí en Maschwitz, que fue donde hice la primaria, cuando era la 14, y la amo con todo mi corazón. Ahí estuve 21 años. Después me fui 11 años a la Escuela Nº12 del barrio Lambaré.

5 ¿Cuál fue su mejor experiencia?
Fue en la 12, porque había mucho, mucho para hacer. En un momento no teníamos espacio para los chicos y dábamos clases en el patio, sobre el escenario o bajo los árboles de la placita. Fue una experiencia muy enriquecedora, porque ahí aprendí muchas cosas.

6 ¿Y la peor?
En la misma escuela. Porque se inundaba cuando llovía y a los chicos les teníamos que poner cajoncitos para que apoyen los pies porque sino los tenían en el agua. Había chicos que se nos quedaban dormidos de hambre. O iban al comedor y escondían la comida que sobraba en los bolsillos para llevársela a la casa. Era una realidad muy dura.

7 ¿En qué año se jubiló?
En 1993, en la Escuela Nº12. Fueron 33 años de docencia en tres escuelas distintas.

8 ¿Extraña las aulas?
Extrañaba un montón. El año que me jubilé me parecía imposible que las clases iban a empezar y yo no estaba. Después, con el tiempo, uno va haciendo otras cosas.

9 ¿Qué es lo más lindo que le dejó la docencia?
Mis alumnos. El cariño y el amor de los alumnos. Siempre digo que la docencia tiene mala paga, pero tiene una paga insuperable que es el amor de los chicos. Ir por la calle y que me griten “¡Hola, seño!” me llena el alma. Eso no tiene precio.

10 ¿Qué opina del nivel educativo actual?
Me deprime mucho, porque veo que no estamos avanzando. Al contrario, nivelamos para abajo y no es lo correcto. Si queremos tener una sociedad más justa y equitativa, habría que esforzar más al alumno.

11 ¿En su época había tantos paros docentes como ahora?
No, pero ha habido algunos muy largos. Hemos tenido paros de más de un mes. No eran tantos, pero eran muy prolongados.

12 Pasando a su presente, ¿cómo llegó a la biblioteca del Rotary?
Fue por una cosa bastante triste. Mi esposo falleció de manera bastante repentina y al día siguiente la señora que está aquí a la tarde, que también se llama Ana, me vino a buscar para que empiece a trabajar. Y bueno, ya hace trece años que estoy acá, tratando de hacer algo por los demás. Despuntando el vicio, porque vienen los chicos a hacer tarea y yo les busco, los ayudo, qué va a ser…

13 ¿Cuántos libros tienen?
Estamos en unos nueve mil. Un número interesante.

14 ¿Aprovecha para leer cuando hay poco movimiento?
Sí, sí. Ahora estoy leyendo uno de poesía: Antología de la poesía argentina, de Raúl Gustavo Aguirre. Siempre me gustó leer y mi padre nos incentivó mucho desde chicos. En mi casa los regalos de cumpleaños, incluso cuando yo era grande y estaba casada, eran libros.

15 ¿Siempre vivió en Maschwitz?
Sí. Nací en el Pirovano, pero me trajeron recién nacida. Mi abuelo paterno se instaló en Maschwitz en el 1928 y puso la zapatería “La Bota”, donde ahora está Colectora Este y la calle homónima.

16 En 2012 la Casa de la Cultura le otorgó la distinción de “Vecina Ilustre”. ¿Qué significó para usted?
Una gran sorpresa, porque considero no haber hecho nada extraordinario para merecer semejante honor. Todos mis hermanos ya sabían, pero yo no, y fui a la entrega hecha un desastre, porque estaba en los preparativos del acto por el centenario de la Escuela 13. ¡Casi me muero! Realmente fue un orgullo muy grande.

17 ¿Cómo ve el presente de la localidad?
No sé, la veo tan sucia y abandonada… Es deprimente. Siempre digo: “Ya no sos mi margarita”, porque ya no es lo mismo.

18 ¿Qué extraña del pueblo que era?
Reconozco que es inevitable, pero antes nos conocíamos todos y éramos una gran familia. Las calles de arena, la arboleda que están talando, esa cosa de pueblo… Extraño unas cuantas cositas, pero el problema es cómo está abandonado el pueblo.

19 ¿Qué le pediría al nuevo intendente?
El agua y las cloacas, por empezar.

20 Yendo a sus gustos, ¿un hobby?
Tengo varios. Pintar es uno, escribir es otro.

21 ¿Comida preferida?
Un buen asado, para ser criolla… Pero también me gustan mucho los knedls con chucrut, que es una comida típica del país de mi padre (ex Checoslovaquia).

22 ¿Película favorita?
El Secreto de sus ojos.

23 ¿Frase de cabecera o muletilla?
Una frase en checo que nadie entiende cuando la digo (risas) y que significa algo así como: “Que Dios esté con nosotros y el diablo afuera”.

24 ¿Cuántas horas por día duerme?
Entre ocho y nueve horas. Me acuesto a las 20 y me levanto a las 4, 5.

25 ¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
Charlatana, vergonzosa, conciliadora.

26 ¿Cómo se lleva con la tecnología?
Con el celular nada, porque me niego. Con la computadora bastante bien.

27 ¿Tres cosas sagradas?
Mi familia, mi creencia religiosa y mi profesión.

28 ¿Un viaje inolvidable?
A El Calafate, cuando fui a conocer el Glaciar Perito Moreno y a navegar por el Lago Argentino.

29 ¿Asignaturas pendientes?
Ir a conocer Italia, la tierra de mi marido.

30 ¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Algunas cosas del pasado, no todas. Yo extraño mucho el tiempo pasado, pero creo que es una cosa típica de la gente de mi edad. Pero había cosas que no estaban bien y que uno las ve recién ahora.

31 ¿Un deseo?
Para mi país: que las cosas se encarrilen, que la gente pueda vivir bien y en paz. Sin divisiones y con trabajo y salud para todos.

32 ¿Cómo le gustaría que la recuerden?
Como lo están haciendo. De esta manera, con el cariño que me recuerdan tanto mis alumnos como mi familia, que también me mima mucho. Como una buena persona.

FICHA PERSONAL

Ana Fryda nació el 5 de octubre de 1942 en el hospital Pirovano de Capital Federal, pero vivió desde siempre en Ingeniero Maschwitz. Viuda, tiene un hijo de 50 años (Marcelo Gianola) y tres nietos que le dan “todo”: Uriel (20), Joaquín (19) y María (17). Jubilada docente y amante de la escritura, a los 73 años trabaja ad-honorem en la biblioteca rotaria “Rodolfo de la Colina” y colabora con el Centro de Jubilados del pueblo de sus amores, del cual en 2012 la nombraron “Vecina Ilustre” por sus cualidades y aporte a la comunidad.

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