Las víctimas de Floreal del Sol no dan para amarguras. Además de haber invertido sus ahorros en un emprendimiento que nunca se concretó, ahora los amenazan con intimaciones y quieren que vuelvan a pagar de cero. Asamblea trucha, gritos y policías.

Son las 10 de la mañana y afuera está fresco. Pero en el salón del Club de Leones de Escobar los ánimos están bien caldeados. Un puñado de fiduciantes del emprendimiento Floreal del Sol se vino desde Capital el miércoles 20 para participar de una supuesta asamblea, informalmente convocada, pero al llegar se dan cuenta de que es una nueva trampa. La empresa sólo envió dos empleados para tomar lista de los presentes. No hay responsables ni novedades para comunicar.

Entre 2010 y 2012, unas 150 personas aportaron 100 mil dólares cada una para tener alguno de los 48 departamentos o de las 168 suites que Floreal del Sol anunció que construiría en el predio de la avenida San Martín 565, en Belén de Escobar. La oferta era irresistible: tendrían una rentabilidad anual de entre un 10 a un 15% en la divisa estadounidense.

Pero “el placer de invertir” que prometía el fideicomiso fue solo el señuelo para una estafa calibrada al milímetro, tanto económica como judicialmente. La obra, que se inició en 2011, está paralizada desde 2015 y de las seis torres de 14 pisos anunciadas, sólo está en pie el esqueleto de la primera. Además, hace tiempo que nadie sabe nada de los desarrolladores del emprendimiento.

“Acá los responsables son Carlos Pita y Emilia Alvarez, junto a otro matrimonio: Daniel Fontanini e Ivana Pantón, hija del reconocido arquitecto Nicolás Pantoff, quienes conformaron una asociación ilícita”, sostiene Francisco Corbelle, quien en julio de 2011 se incorporó al fideicomiso creyendo que tendría una suite del Hotel Mantra Resort. Hoy sabe que pecó de crédulo, pero quiere justicia.

Lo peor, sin embargo, parece no haber pasado. “Ahora estos señores pretenden quedarse con las unidades que hayamos comprado y quieren que volvamos a pagarlas. Vienen intimando a los legítimos fiduciantes por gastos administrativos que no estaban pautados en el contrato y no tienen ninguna justificación”, señala, indignado, a DIA 32.

Osvaldo Corti es médico y también vino desde Capital para participar de la asamblea, aunque intuía que sería un nuevo engaño. “Toda esta historia es una sucesión incontrolable de hechos bochornosos”, afirma con resignación. “Me recrimino haber sido demasiado confiado, fue una trampa bien hecha”, confiesa. Y asume que los dólares que aportó en su momento están perdidos para siempre.

“Creo que ya no hay posibilidades de recuperar el dinero ni de que este emprendimiento continúe. Lo único que quiero es ver a Fontanini y a Pita declarando ante la justicia”, asegura.

Dos estudios jurídicos de Capital Federal representan a no menos de sesenta damnificados. Estiman que la estafa es de 15 millones de dólares. Las causas se tramitan en dos tribunales: el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº18 y el Juzgado Nacional Penal Económico Nº2, que el año pasado dictó el procesamiento de Fontanini.

En los expedientes figuran los nombres de varias empresas, la mayoría fantasmas, que fueron creadas a lo largo de los años para desligar responsabilidades: Consol Ventures International, Consol Global Developers & Real Estate, Herrepucz, Repdoney Refractarios, Doro Florida S.A y ELABU S.A.

La asamblea, al final, resultó un fiasco. Ningún responsable puso la cara, un escribano discutió con uno de los damnificados y se retiró ofendido, un supuesto abogado de la empresa dice representar a un fiduciante y todos lo miran con desconfianza y, en el colmo, llegan tres efectivos policiales que son alertados por el alboroto y asisten con desconcierto al relato de las víctimas. Todo termina en la nada.

Cualquier parecido con el cuento del gran bonete no es pura coincidencia.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *