Figura emblemática del cuartel de bomberos de Maschwitz, dice que se queda con el pueblo de antaño porque era “verde, prolijo y nos conocíamos todos”. Además, junto a sus hermanos lleva adelante el restaurant La Estancia, en Colectora Este y Mendoza.

1 ¿Cuántos años de servicio tenés en el cuartel?
En agosto van a hacer 38. Empecé en el cuartel viejo, frente a la plaza, que abrió en el ‘73. Las mujeres empezaron en el ‘76 y yo entré en el ‘77.

2 Habrán sido siempre minoría, ¿no?
Había unas cuantas mujeres, Maschwitz casi que se inicia con mujeres y así siguió. Somos los únicos, porque en los otros cuarteles del distrito son todos hombres.

3 ¿Existen ventajas o desventajas por el hecho de ser mujer?
Para algunas cosas somos mejores nosotras, para otras los hombres. Nosotras nos ocupábamos de contener, atender y consolar a las víctimas. Y los varones hacían la parte de extracción. Pero hoy todos hacen todo: las chicas cargan mangueras y se meten en todos lados.

4 ¿Cómo surgió la idea de convertirte en bombero?
Antes no teníamos bomberos y con el vecino de al lado cada vez que ocurría un accidente en la ruta 9 corríamos a auxiliar a la gente. Cuando se inició el cuartel me anoté y al tiempo me llamaron.

5 ¿Cómo fue el entrenamiento inicial?
En la capacitación te enseñan sobre todo a proteger tu salud y a la correcta utilización del equipo autónomo.

6 ¿De qué te cuida el equipo autónomo?
De no aspirar el aire contaminado que te va dejando residuos en los pulmones y hace estragos.

7 ¿Cómo mide un bombero hasta qué punto arriesgar su vida?
Hay que evaluar. Hay que actuar pensando muy rápido, pero tampoco hay que arriesgar la vida por otra persona cuando ves que no podés hacer nada.

8 ¿Cuál fue el momento más dramático que viviste?
Un vuelco de un colectivo en la Panamericana, donde había muchas personas atrapadas. Fue en 2003. Ya viniendo con la unidad de rescate se veía a las personas tiradas, hubo muchas víctimas fatales.

9 ¿Y el más feliz?
En 1998. Pensé que era un perro lo que se estaba llevando la corriente y era una niña, en la calle Hernández, y la pude salvar. Eso fue grandioso.

10 ¿Tuviste que resignar algo en tu vida por dedicarte a este servicio? 
No, porque los bomberos somos medio locos. Cuando éramos jóvenes vivíamos en el cuartel, después no, pero me acuerdo que dejaba a mi mamá con las cosas a medio hacer en el trabajo para salir a apagar un incendio.

11 Siguen sonando las sirenas, ¿en la era de la tecnología, no se comunican de otras formas?
Tenemos sirena y handy. Antes, cuando no había luz, se tiraban bombas.

12 ¿Alguna vez tuviste miedo frente a las llamas?
No, nunca.

13 ¿Cuáles son los casos más comunes a los que tienen que acudir?
Años atrás había muchos incendios en fábricas. Tardábamos hasta diez días en apagarlos. A partir de los reglamentos de seguridad e higiene ya no hay tantos. Otro caso común son las inundaciones.

14 El 2 de junio es el Día del Bombero, ¿cómo te gustaría celebrarlo?
Como todos los años: el cuartel hace una reunión donde generalmente ascienden a bombero a los aspirantes y ese día simbólicamente se le entrega el casco y el overol. Es una alegría.

15 ¿Cuál es el recuerdo más vívido que tenés del Maschwitz de antaño?
Ni quiero hablar del Maschwitz pasado. No es que sea resentida, pero teníamos un lugar verde, limpio, prolijo, simpático, nos conocíamos todos. Ahora hay mucha gente, pero toda de paso. Me quedo con lo que conocí.

16 ¿Cómo llegaste a La Estancia, el restaurant que llevás adelante con tu familia?
Nos trajo mi papá cuando tenía unos 7 años. Nos mudamos desde el otro lado de la ruta 9, mi abuela en sulky y nosotras con mi hermana a caballo.

17 ¿Cuál es el secreto para tener éxito en un negocio gastronómico?
Mantenemos las recetas y la forma de hacer los platos como lo hacían mis abuelos y mis padres, no cambiamos. Siempre buena calidad, nunca compramos barato, y buen condimento. Seguimos sin carteles afuera porque nos interesa el boca a boca.

18 ¿Por qué crees que ese boca a boca es siempre bueno y los clientes vuelven?
El que tiene en el paladar unos ravioles caseros, un flan casero, un puchero de gallina, un locro, lentejas o un guiso de mondongo que comió en su infancia y lo vuelve a comer acá, se da cuenta que es como volver atrás. Siempre nos dicen que las comidas son como las de las abuelas, las bisabuelas, las mamás, y eso nos encanta.

19 ¿Un cliente en especial?
Un muchachito que siempre que viene se emociona porque dice que siente el perfume de la casa de su abuela.

20 ¿Cuál es la especialidad de la casa?
Los ravioles, las empanadas, los platos que hacemos del día. La parrilla también, hay mucha gente a la que le encantan el bife de chorizo, la bondiola y los chorizos caseros.

21 ¿Tu plato preferido?
Depende de la situación, porque no es lo mismo en invierno que en verano. Un buen puchero o los ravioles con estofado me parecen exquisitos.

22 ¿Adónde vas si salís a comer afuera?
Voy mucho, generalmente los lunes y a lugares chiquitos en los pueblos y muchas veces me encuentro con que no es lo mismo, se extraña la comida de acá.

23 ¿Qué es lo más difícil de lidiar con los clientes?
Que quieren todo ya. Y nosotros no hacemos ya. Antes venían a las diez, se tomaban su vermú con su picadita y a las tres de la tarde recién almorzaban, sin apuro.

24 ¿Cuántas horas dormís?
Duermo muy bien, más de ocho horas.

25 ¿Cómo te llevás con la tecnología?
Con algunas cosas bien y con otras no tan bien. Manejo Internet, pero tengo un celular primitivo.

26 ¿Creés en Dios?
¡Qué pregunta! A veces Dios estuvo ausente.

27 ¿Cómo ves tu futuro?
Seguramente vamos a seguir con esto, porque la gente nos pide que nos quedemos, pero nosotros ya no somos tan chiquilines y deberíamos vivir más tranquilos, sin los ruidos de esta calle Mendoza que está molesta.

28 ¿Tres cosas sagradas?
Este lugar tal cual es, las cosas de mi mamá y de mi abuela y no cambiar de ideales. No ser hoy de un partido político porque me dan trabajo y mañana del otro. Mi ideología está pero yo no cambio, aunque esté equivocada.

29 ¿Qué hacés en tu tiempo libre?
Trato de salir, agarro la bicicleta o me voy a caminar o tomo el coche y me voy. Si no, tengo las plantas y el jardín y me dedico a hacer un poco de todo.

30 ¿Qué cosas te preocupan más que nada en el mundo?
La naturaleza, que el hombre avance y avance. Cuando veo las topadoras me parecen monstruitos que en un segundo sacan un árbol, hacen fosas, elevan los terrenos, inundan a los vecinos… Se está destruyendo todo, los animales no saben para qué lado irse.

31 ¿Qué cosas te gustaría dejar de hacer?
Renegar teniendo que poner carteles para que los coches no se choquen entre sí. No quiero hacer cosas que tendría que hacer el Estado. Me lleva tiempo y a veces me pone nerviosa porque me llevan por delante. Si yo no tuviera que hacerlo sería feliz, porque sabría que alguien más lo estaría haciendo.

32 ¿Cómo te definirías?
Soy una mujer con carácter. Mi mal carácter a veces es por la responsabilidad de que todo salga bien, porque tener un negocio implica responsabilidad y si las cosas no salen bien, me pongo de mal humor.

FICHA PERSONAL

Mabel Fernández nació en Ingeniero Maschwitz en 1955. Hace 38 años que pertenece al cuartel de bomberos voluntarios de la localidad, donde tiene el rango de oficial. Su vocación nació casi por casualidad, cuando no existían los bomberos y con su vecino salían a socorrer gente en la vieja ruta 9.

Hace más de medio siglo su padre abrió el restaurant La Estancia, sobre la calle Mendoza, que hoy ella continúa con sus cuatro hermanos: Haydé, Graciela, Miguel y Hermenegildo. Dice que uno de sus máximos logros fue haber mantenido las recetas de sus antepasados y no haber tocado el lugar a pesar del paso del tiempo.

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